Consejos
para vender más en un local comercial
Clarín - miércoles, 21 de octubre de 2015
Roly Boussy en primera persona.El director del Grupo Boussy -
Desarrollo Profesional sostiene que para mejorar las ventas hay que trabajar en
satisfacer las necesidades de los clientes.
Mi trabajo de consultor de
empresas hace que esté mucho tiempo viajando y trabajando en las locaciones de
mis clientes. Cuando regreso a Buenos Aires, trato de andar sin rumbo por la
ciudad, y no puedo abandonar el vicio profesional de mirar los negocios que se
despliegan en el entorno que recorro. Es un momento de reflexión, donde
convergen tres perspectivas complementarias: la información que obtengo
trabajando, mis experiencias como consumidor, y mis observaciones externas de
los negocios minoristas. Me centraré acá en los negocios de venta minorista con
entre tres y 10 empleados: farmacias, casas de deporte, veterinarias,
ferreterías, panaderías, mueblerías, bares, casas de ropa, y otros rubros. Son
miles de esperanzas desplegadas en un contexto hostil, de cuya supervivencia
dependen miles de personas.
Voy a ordenar mis conclusiones en
cuatro campos, para facilitar el análisis. Pertenecen a alguien que hace más de
20 años intenta aportar elementos que ayuden a las organizaciones a encontrar
el rumbo. No son verdades absolutas, pero espero que sirvan como disparadores
de reflexión.
CAMBIOS: AYER NOMÁS
Ya nada es como era, pero no
comparado con el siglo XX, sino con ayer nomás. La velocidad de los cambios es
tal, que hoy es una de las dificultades más importantes para asumir. Y de todos
los cambios, uno de los aspectos más relevantes tiene que ver con los clientes.
De aquel sujeto desinformado, crédulo y receptivo que recorría los negocios
buscando información, hoy llegamos al cliente que, antes de salir a la calle,
usa Google y otras alternativas virtuales. El cliente de hoy muchas veces sabe
(o cree saber) más que los vendedores. Esto, sumado a la sobreoferta disponible
en cualquier rubro, y a la habilidad que el comprador ha desarrollado tras
lidiar por años con voraces (y no siempre éticos) vendedores, generó un
consumidor con poder, que sabe cómo usarlo, y que quiere revancha. Aceptar esto
nos lleva a prepararnos de un modo muy distinto a todo lo conocido.
MARKETING Y SOBREOFERTA
Todo el mundo habla de marketing,
pero me pregunto, andando por la ciudad: ¿para qué le sirve de manera práctica
el marketing al responsable de este negocio, que agoniza frente a mí sólo seis
meses después de su inauguración, plena de deseos y esperanzas? El marketing
es, desde sus múltiples perspectivas, muchas cosas. Hay bibliotecas plagadas de
textos de marketing. Pero, desde su interpretación más práctica y empírica, el
marketing apareció como una interpretación ante el cambio que se produjo en el
mundo de los negocios hace medio siglo, cuando pasamos de contextos de demanda,
a los actuales de oferta (o sobreoferta). Hoy, hay más negocios minoristas de
los que el mercado puede alimentar, y los compradores pueden elegir, a la hora
de comprar para satisfacer sus necesidades.
¿Qué nos plantea el marketing?
Pues que la clave es poder identificar, determinar y satisfacer las necesidades
de un grupo o segmento de potenciales clientes, en un marco rentable. Antes, en
el contexto de demanda, se montaba un negocio y, luego, se intentaba vender. El
marketing nos advierte que ese mecanismo es muy peligroso y da vuelta el
esquema de concepción. Primero, hay que detectar la oportunidad de mercado
(necesidad insatisfecha) y, luego, montar el negocio que brinde la satisfacción.
Hoy, el negocio debe desarrollarse desde el mercado y no a la inversa. Pero
creo que se sigue desarrollando la lógica clásica: tengo una idea fundada
emocionalmente en lo que me gusta hacer; luego, monto un negocio que
materialice esa idea; y, por fin, veo cómo resulta. Lamentablemente, viendo la
cantidad de carteles que dicen “se alquila local” a mi paso, no parece ser un
método muy efectivo.
Propongo, en su lugar, hacerse
dos preguntas claves: ¿Por qué, para los potenciales clientes, es mejor comprar
en persona en un local que hacerlo por Internet? ¿Por qué, además, habrán de
comprar en nuestro local y no en otro?
Michael Porter clarificaba la
cuestión cuando nos enunciaba que “hay sólo dos razones por las cuales los
clientes van a comprar en nuestro negocio y no en el de nuestros competidores:
porque somos más baratos o porque somos mejores. Y siempre habrá alguien que
pueda vender lo mismo que nosotros, más barato”. Con lo cual, sólo nos queda la
opción de ser mejores. La cuestión es determinar en qué podemos ser reconocidos
como tales. Si no encontramos la respuesta, a nuestro negocio lo sustenta el
azar.
VENDER, ¿QUÉ SIGNIFICA?
La tercera cuestión tiene que ver
con la venta. Pero, ¿qué entendemos realmente por vender? Primero veamos qué NO
es vender: no es abastecer la demanda; no es esperar que alguien venga a
comprarnos; no es una actitud pasiva. Por contraste, ¿qué significa realmente
el acto de vender?: implica gestionar la satisfacción de las necesidades de los
potenciales clientes, a partir de un contexto de confianza y placer para el
comprador. “Vender es seducir”, me dijo cierta vez un vendedor, en un curso que
impartí en el interior. Vender, en una definición más rigurosa, es un acto
proactivo, secuencial, determinado y apasionado, donde un profesional va
guiando a su cliente en el proceso de detección, clarificación y valoración de
su necesidad, para que luego desee satisfacerla. Ahora lo invito, lector, a
pensar como cliente, del otro lado del mostrador: ¿cuántas veces se encuentra
usted en un negocio con vendedores que cumplan, mínimamente, esa definición?
Pocas, muy pocas.
PUNTO DE VENTA
Veamos ahora el estado de los
locales. En indumentaria, calzado, accesorios, vinerías y gastronomía, hay un
interesante despliegue de organización y atractivo de los puntos de venta. Pero
son muchos los sectores con un notable atraso; farmacias, veterinarias,
ferreterías o autoservicios responden, en su mayoría, a cánones obsoletos.
¿Por qué? Primero, porque el
local debe destacarse en su aspecto exterior para ser percibido. Segundo, hay
que lograr que ingresen y, para ello, la vidriera es clave: debe mostrar un
interior agradable y elementos atractivos que generen ese estímulo. Tercero, el
interior del local: a la ineludible limpieza, orden y luminosidad, el punto de
venta debe estar diseñado, estructurado y organizado para facilitar las compras
por impulsos, que inevitablemente se producirán. Atención a esto: los estímulos
que generan las compras por impulso son muy poderosos. Pero también muy
efímeros. Y, ante la mínima resistencia, se esfuman.
CINCO PREGUNTAS FINALES
Le propongo ahora, lector, un
simple ejercicio. Párese fuera de su local, y observe lo siguiente:
1) ¿Cuánta gente pasa delante de
él?
2) ¿Cuántos de ellos, lo miran?
3) ¿Cuántos de los que lo miran,
se detienen a observar las vidrieras?
4) ¿Cuántos de los que miran,
ingresan?
5) ¿Cuántos de los que ingresan,
compran?
Así podrá reflexionar sobre la
ubicación del local, sobre su atractivo exterior, sobre el poder de las
vidrieras, sobre la accesibilidad y, por fin, sobre la efectividad de venta en
el interior del espacio. La cuestión, claro, es más compleja y no obtendrá
todas las respuestas. Pero es un buen inicio.
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