Las bacterias y las neuronas de nuestro
cerebro se comunican de la misma forma
ABC - octubre de
2015
Los microorganismos se comportan
como un "cerebro microbiano" para resistir a los antibióticos
"Funcionamos" gracias a
la electricidad. Todos nuestros sentidos, el comportamiento y la inteligencia
emergen de las comunicaciones eléctricas entre las neuronas de nuestro cerebro.
Sin embargo, esta capacidad es muy, muy antigua. Tanto, que las células más
evolucionadas, las neuronas, la comparten con otras que están muy abajo en la
escala evolutiva: las bacterias, que ni siquiera tienen un núcleo definido.
Esto confirma que en la
evolución, las soluciones que funcionan se perpetúan y se repiten en la escala
evolutiva, aunque con ciertas mejoras. Una de ellas, la rapidez con que se
transmiten las señales, que es mucho mayor en el cerebro que entre las
bacterias. Pero básicamente ambos tipos de células utilizan el mismo sistema
para sus “relaciones sociales”, que son muchas e importantes. Lo acaban de
descubrir biólogos de la Universidad de California en San Diego y lo publica la
revista "Nature".
Las bacterias que viven en
comunidades tienen una compleja vida social y se comunican entre sí
eléctricamente, a través de proteínas llamadas "canales iónicos”, lo mismo
que las neuronas de nuestro cerebro. Estos canales son proteínas que atraviesan
la membrana celular y permiten el paso de iones para generar una corriente
eléctrica.
"Gran parte de nuestra
comprensión de la señalización eléctrica de nuestro cerebro se basa en estudios
estructurales de los canales iónicos bacterianos", señala Gürol Süel,
profesor asociado de Biología Molecular en la Universidad de California en San
Diego, que ha dirigido la investigación. Pero, era un misterio cómo las
bacterias utilizan los canales iónicos. Por eso Süel se embarco con su equipo
en la ardua tarea de examinar la comunicación a larga distancia dentro de las
biopelículas. Estas estructuras contienen millones de células bacterianas. Es
el caso, por ejemplo, de la capa de sarro que se desarrolla en los dientes. Las
biopelículas bacterianas son altamente resistentes a productos químicos y
antibióticos.
Estas agrupaciones de bacterias
las obliga a hacer importantes cambios en su estructura y metabolismo. Entre
otras cosas, necesitan comunicarse para asegurarse de que el alimento llega a
todos los rincones de la colonia (en esto, aun siendo tan primitivas, nos
ganan...). El interés de los científicos por el estudio de las señales de largo
alcance entre bacterias surgió de un estudio anterior, publicado en julio en
“Nature” en el que encontraron que las biopelículas son capaces de resolver los
conflictos sociales dentro de la comunidad de células bacterianas de la misma
forma que las sociedades humanas.
Cuando un biofilm formado por cientos
de miles de Bacillus subtilis crece hasta un cierto tamaño, el borde exterior
de protección de las células, que tiene “barra libre” de nutrientes, deja de
crecer periódicamente para permitir que parte de esos nutrientes llegue al
centro de la biopelícula. De esta manera, las bacterias del interior de la
colonia se obtienen alimento y pueden sobrevivir a los ataques de productos
químicos y antibióticos. Y uno de esos preciados nutrientes es el glutamato,
que en las neuronas es un importante neurotransmisor.
Pero esas oscilaciones en el
crecimiento de la biopelícula requiere una coordinación de largo alcance entre
las bacterias en la periferia y las del interior. Como además las bacterias
estaban compitiendo por el glutamato, una molécula cargada eléctricamente, los
investigadores especularon que la coordinación metabólica entre las células
distantes dentro de las biopelículas podría llevarse a cabo de forma
electroquímica.
Así que diseñaron un experimento
para probar su hipótesis. El objetivo era medir cuidadosamente los cambios en
el membrana de la célula bacteriana durante las oscilaciones metabólicas. Los
investigadores observaron oscilaciones en el potencial de membrana que
coincidían con las del crecimiento de las biopelículas y encontraron que los
canales iónicos eran los responsables de estos cambios en el potencial de
membrana. Y cuando algunos de estos canales inonicos se eliminaban las
bacterias de la biopelícula ya no era capaz de producir esas señales
eléctricas.
"Al igual que las neuronas
en nuestro cerebro, nos encontramos con que las bacterias utilizan los canales
iónicos para comunicarse entre sí a través de señales eléctricas", explica
Süel. "De esta manera, la comunidad de bacterias dentro de las
biopelículas parece funcionar muy parecido a un 'cerebro microbiano'".
Süel aclara que el mecanismo
específico por el que las bacterias se comunican entre sí es sorprendentemente
similar a un proceso que ocurre en el cerebro, conocido como "difusión de
la depresión cortical", que se cree que está involucrado en las migrañas y
las convulsiones. Este mecanismo es el responsable de la formación del aura de
las jaquecas y se cree que también del dolor. La depresión cortical consiste
esencialmente en una onda de actividad celular intensa que se esparce hasta
abarcar un área amplia de la corteza cerebral, especialmente en regiones que
controlan la visión.
"Lo interesante es que tanto
las migrañas como la señalización eléctrica entre las bacterias que hemos
descubierto están provocadas por el estrés metabólico. "Esto sugiere que
muchos de los medicamentos originalmente desarrollados para la epilepsia y la
migraña también pueden ser efectivos en el ataque a las biopelículas
bacterianas, que se han convertido en un creciente problema de salud en todo el
mundo debido a su resistencia a los antibióticos", concluye.
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