Estadísticas
chinas, una caja negra para los economistas
The wall street journal-Martes, 20 de Octubre de 2015 0
BEIJING—Apenas minutos después de
que China anunció los datos sobre el crecimiento de su economía en el tercer
trimestre —que superó las previsiones—, una ola de escepticismo emanó de los
economistas sobre la credibilidad de las cifras oficiales de expansión de 6,9%.
Las dudas se centran, al menos
parcialmente, en la aparente incongruencia entre la cifra de crecimiento y los
datos que deberían sustentarla. Las exportaciones y las importaciones cayeron
en el tercer trimestre, y la producción industrial fue más débil de lo
previsto. Las fábricas han enfrentado 43 meses consecutivos de disminución de
precios y, a pesar de las inversiones del gobierno en infraestructura, la
inversión en activos fijos se desaceleró en septiembre.
Las ventas minoristas y los
servicios han tenido un desempeño aceptable, y las cifras de créditos en
septiembre sugieren un repunte de la demanda, pero estos factores no son
suficientes para contrarrestar el cúmulo de cifras negativas, dicen los
economistas. “Cuando se ven todos los números, no es fácil ver cómo el
crecimiento del Producto Interno Bruto fue tan robusto”, dice Klaus Baader,
economista de Société Générale CIB.
Las débiles cifras de la economía
china previas a la divulgación del PIB habían reforzado la impresión de que el
país tendría serios problemas para alcanzar la meta de crecimiento anual de 7%,
que de por sí sería la expansión más moderada de los últimos 25 años.
Los economistas recalcan que la
segunda economía del mundo dista de colapsar, aunque un puñado cree que el
crecimiento es uno o dos puntos porcentuales más bajo que lo que dice el
gobierno.
Desde hace tiempo, las
estadísticas oficiales de crecimiento han generado escepticismo. Aunque la
metodología ha mejorado de manera exponencial desde los años de la campaña del
Gran Salto Adelante de 1958 a 1961, cuando se inflaron las cifras de producción
para complacer a Mao Zedong, muchos acusan al gobierno de concentrarse
demasiado en alcanzar la meta de crecimiento, aunque las condiciones de la
economía cambien.
El banco central, el Ministerio
de Finanzas y la agencia oficial de estadísticas no comentaron al respecto de
inmediato. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, la principal entidad
de planificación del gobierno, restó importancia a las críticas generadas por
un crecimiento superior a 7% en el primer semestre, las que calificó de “demasiado
arbitrarias”. El banco central indicó a principios de octubre que el país
adoptaría un sistema estadístico más riguroso del Fondo Monetario Internacional
con el fin de “seguir mejorando la transparencia, la credibilidad y la
equivalencia de China”.
Un cable de un diplomático
estadounidense filtrado en 2010 dijo que Li Keqiang, el actual primer ministro
de China, entonces secretario del Partido Comunista en la provincia de
Liaoning, había señalado que las cifras de crecimiento eran fabricadas y que
una mejor forma de evaluar la expansión podría ser monitorear los volúmenes de
carga en ferrocarriles, el consumo de electricidad y los créditos de los
bancos. Sus comentarios desataron una incipiente industria de indicadores
alternativos de crecimiento, la mayoría de los cuales concluye que la expansión
real de la economía se sitúa entre 4% y 5% anual.
La producción de electricidad,
por ejemplo, cayó 1,3% interanual en el tercer trimestre y los volúmenes de
carga marítimos crecieron 1,4% en igual período.
También hay signos de que la
desaceleración está impactando los resultados de las empresas. La corredora de
acero Sinosteel Co. estuvo muy cerca la semana pasada de ser la primera firma
estatal en entrar en cesación de pagos en el mercado de bonos, antes de que un
rescate de última hora le concediera un mes para hacer un pago de 2.000
millones de yuanes (US$315 millones). La calificadora de riesgo Standard &
Poor’s Ratings Services anunció el lunes que la aparente intervención del
gobierno genera interrogantes acerca del presunto compromiso de las autoridades
de permitir que el mercado juegue un papel más preponderante en la economía.
La consultora Capital Economics,
que estima que China se expande a una tasa de casi 4,5% al año, indicó que
antes de 2012 el riesgo de que el PIB creciera menos que la meta era muy bajo.
Ahora, la desaceleración de la economía ejerce mayor presión política sobre los
encargados de estadísticas para que las cifras coincidan, según Capital
Economics.
Los sistemas estadísticos de cualquier
país tienen sus falencias y producen errores, pero en el caso chino tienden a
ir en una sola dirección, de acuerdo con Capital Economics. “En China, a menudo
generan una exageración del crecimiento”, señaló la firma. “En la actualidad,
cuesta encontrar a alguien que crea que las cifras del PIB de China puedan ser
tomadas por su valor aparente”.
Una señal de alerta para los
economistas es la falta de grandes fluctuaciones en las tasas de crecimiento
chino de un trimestre al otro. Cuando a los datos de crecimiento chino se le
aplica la Ley de Benford —un método de análisis digital para detectar anomalías
en un conjunto de estadísticas—, surgen claros indicios de atenuación, dice Huw
McKay, economista de Westpac. Los estudiosos aplicaron el mismo método a los
datos de Grecia en 2011, lo que apoyó una investigación previa de la Comisión
Europea que encontró escandalosas alteraciones de los datos.
Mientras las tasas de crecimiento
nominal de China, las que no toman en cuenta la inflación, tienden a ser confiables,
las tasas de crecimiento real pueden ser más problemáticas, en parte debido al
uso de deflactores —herramientas para ajustar la medición del crecimiento a las
variaciones de precios—, dicen los economistas. Westpac ha definido las
estimaciones de crecimiento de China como “elásticas” debido a que contemplan
deflactores que a menudo divergen drásticamente de los datos oficiales de
inflación.
China también tiene antecedentes
de descontinuar estadísticas sin explicación, lo que socava la consistencia y
la transparencia, dicen los economistas. Durante una década, el gobierno dejó
de difundir el Coeficiente de Gini, un indicador de desigualdad de los ingresos
en una sociedad, cuando la brecha entre ricos y pobres pareció ampliarse, y
luego reanudó su publicación en 2012, sin dar explicaciones. Muchas
estadísticas medioambientales, como las que miden la “pérdida económica”
producida por la contaminación, fueron publicadas hasta 2010, luego
descontinuadas cuando la clase media adquirió mayor conciencia sobre el impacto
del crecimiento desenfrenado en el medio ambiente, según los economistas.
Detrás del enfoque chino sobre
las estadísticas están los remanentes de la planificación centralizada que es
parte del ADN del Partido Comunista de China, además de un deseo de proyectar
confianza, señalan los economistas.
El crecimiento de 7% interanual en
el segundo trimestre, divulgado tras el desplome del mercado bursátil, podría
haber alentado a los consumidores a abrir sus billeteras y a las empresas a
seguir invirtiendo, dice McKay, el economista de Westpac. “Eso puede hacer que
el liderazgo gane tiempo”, señala.
Los analistas advierten que las
estadísticas imprecisas les pueden ofrecer a los líderes del país información
deficiente y las metas infladas impulsan políticas de estímulo que perjudican
la capacidad de la economía para reducir los niveles de endeudamiento y los
excesos de capacidad de producción.
Los economistas indican que China
sigue desarrollando y mejorando sus métodos estadísticos y está inmersa en una
complicada transición hacia un crecimiento liderado por los servicios y el
consumo, ambos más difíciles de medir que las manufacturas y la inversión
estatal.
Muchos analistas prevén que China
cumpla la meta de crecimiento de 7% en 2015, aunque los fundamentos de la
economía no luzcan tan robustos.
“El conejo va a salir del
sombrero con un collar de 7%”, vaticina Frederic Neumann, economista de HSBC.
“No me cabe la menor duda sobre la capacidad de China de reportar la cifra que
estimen apropiada”.
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