Colorido viaje en tren por Indonesia
En Yakarta, a las horas puntas, los trenes están tan repletos que la gente se ve obligada a colgarse de las puertas abiertas, aferrándose a la vida con las puntas de sus dedos.
Otra opción es montarse en el techo y viajar agachado por debajo de los cables de alta tensión hasta alcanzar el destino.
Sin embargo, a partir de este mes, los guardias que patrullan las estaciones están armados atomizadores que contienen un líquido de color.
El propósito es rociar a toda las personas que se encaramen en el techo de los trenes, con el fin de imponer cierta disciplina en el transporte ferroviario.
Lo que están usando no es pintura de verdad, sino colorante mezclado con agua.
En todo caso, se trata de un líquido sumamente desagradable.
En Yakarta, a las horas puntas, los trenes están tan repletos que la gente se ve obligada a colgarse de las puertas abiertas, aferrándose a la vida con las puntas de sus dedos.
Otra opción es montarse en el techo y viajar agachado por debajo de los cables de alta tensión hasta alcanzar el destino.
Sin embargo, a partir de este mes, los guardias que patrullan las estaciones están armados atomizadores que contienen un líquido de color.
El propósito es rociar a toda las personas que se encaramen en el techo de los trenes, con el fin de imponer cierta disciplina en el transporte ferroviario.
Lo que están usando no es pintura de verdad, sino colorante mezclado con agua.
En todo caso, se trata de un líquido sumamente desagradable.
Rociados completamente
En la parte trasera de la oficina de la estación Manggarai, el equipo que prepara la mezcla me dijo que el líquido hacía que a las víctimas se le aguaran los ojos y les picara la piel.
Les pregunté si apuntaban a un parte específica del cuerpo. "No", fue la respuesta. "Los rociamos por todas partes".
No es agradable, pero este plan es un último recurso para la gente que maneja la red ferroviaria.
El año pasado, 23 personas murieron porque se electrocutaron o se cayeron del techo del tren.
Ni las señales de advertencia, ni los operativo regulares de seguridad han dado resultado.
Sin embargo, apenas dos semanas después de haberse puesto en práctica el plan, el problema en la estación de Manggarai prácticamente desapareció.
El encargado, Yulianto, está muy satisfecho.
"Ya estaba harto de esos pasajeros que se portaban mal, nos insultaban y nos tiraban cosas", señaló. "Una vez alguien le tiró una botella a un empleado y le cortó la cara".
Sin espacio
Pero en el techo de los trenes no sólo viajan alborotadores y personas que no quieren pagar los boletos.
Uno de los que fue atrapados este mes fue Yanto, quien se desempeña como obrero.
Si Yanto se atrasa sólo un par de minutos para su guardia matutina, él -y su familia- pierden la mitad de un día de pago.
Me dijo que se montaba en el techo de los trenes porque no hay espacio en los compartimientos.
"Creo que para nosotros es más seguro estar arriba que adentro", explicó, "porque todo el mundo se empuja allá abajo y uno no se pueda agarrar de nada".
Multa elevada
Ahora Yanto tiene que firmar una carta en la oficina de su gobierno local en la que se compromete a no volverlo a hacer. Si lo hace, podría enfrentar una multa elevada o incluso tres meses de cárcel.
Son duras condiciones, pero la mayoría de los pasajeros apoyan el plan.
"Siempre ha personas que se electrocutan", me dijo un hombre mientras se colgaba a la puerta del tren. "Es una buen idea", apuntó otro.
Así que parece que los ferrocarriles de Yakarta han encontrado la solución.
¿Pero funcionaría en otro lugar? ¿En el Reino Unido, por ejemplo?
Yulianto se quedó pensando y luego sonrió: "Por lo que se, los pasajeros en el Reino Unido son muy ordenados y disciplinados". "No necesitan tener un programa de este tipo allá. Esto sólo se aplica a Indonesia".
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