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jueves, 27 de marzo de 2008

Academia

Para volver a ser...

El presente que vive Racing no responde a su rica y maravillosa historia de éxitos

Hoy el tema elegido es Racing, que tiene los colores como los de la Argentina, justamente esta Academia es tan sufrida y cambiante como nuestro querido país.

La semana pasada les conté lo que había vivido en un Vélez-River, cuando era joven. Pero lamentablemtne fue para recordar un hecho de violencia

Hoy les voy a narrar otra historia antigua, aunque en este caso es romántica. Se trata de un Racing-San Lorenzo en el 1961.

Recuerdo que fue un domingo hacia fin de año y yo tenía 12 años cuando Latapy, un fanático de Racing y amigo, me dijo cerca del mediodía que vayamos a ver la definición del título de campeón.

"Te llevo en mi Siambretta, en el porta equipaje" me dijo. Y allí nos fuimos. Era un viaje de aproximadamente una hora entre Villa Real y Avellaneda.

Recuerdo que estaba como loco de contento porque, me decía, iba a ver un partido impagable. Era un choque entre San Lorenzo, el campeón del 59 con un equipo de aquellos que todavía hoy se recuerda; y Racing, el tri del 49, 50 y 51, después campeón del 58 y puntero en ese torneo del 61.

Era una fiesta. Sabíamos que íbamos a tener el placer de ver un partidazo y, además, estábamos seguros de que íbamos a volver enteros a nuestras casas.

Los de Boedo tenían un ataque que se organizaba de memoria, con Sanfilippo a la cabeza. Y Racing alistaba a Corbata, Pizzuti, Mansilla, Sosa y Belén. Jugaban en casa para definir el título.

Con más de cien mil personas en el estadio, fue un choque de ida y vuelta y en donde los dos querían la victoria. Finalmente ganó Racing 2 a 1 merecidamente, pero con un San Lorenzo que hizo un gran partido y que demostró que estaba al mismo nivel que el campeón.
A la salida, con la bronca justa de los hinchas del Ciclón y la euforia también lógica de la Academia, me volví a casa agarrado de la cintura de mi chofer motorista.

Latapy tenía toda la alegría de haber visto como su equipo se consagraba campeón y yo iba con mis sueños de jugador de fútbol, con el deseo de poder llegar a jugar como los hombres que acababa de ver. No recuerdo si esa fue la noche que soñé con la pelota.

El lunes la vida seguía adelante: la escuela, el trabajo, la familia y los amigos, todos esperando que llegara el domingo para disfrutar de lo que más amábamos.

Hoy, cuando veo a Racing , todo es incertidumbre, inestabilidad, con un presente tumultuoso y un futuro dudoso.

Hablarles del equipo sería irrespetuoso de mi parte. Sin embargo, debo decir que, por la manera en que se fue formando el grupo, se hace muy difícil pretender mucho más.

Con jugadores propios (pocos) y prestados (muchos) es complicado lograr darle una personalidad, un estilo, por más que se contrate como entrenador a Mandrake, el mago.

Hasta el último día de pases, llegaron jugadores que no tenían que venir y otros que debían hacerlo jamás arribaron.

Además, cuando jugó bien o mejor que su adversario, no tuvo esa cuota de suerte como para pasar de una derrota a un empate o de un empate a una victoria, para así ganar esa confianza necesaria para salir de la situación en que se encuentra.

Y lo peor de todo es que Racing perdió identidad, especialmente a nivel del club. Parece que está en el aire y que un día, si no cambian los resultados, podría volver a tiempos pasados para revivir los peores momentos de su historia.

No se ve una figura con la suficiente personalidad para decir "aquí estoy yo y vamos a salir de esta situación para volver a ser lo que fuimos en los 50 y 60". Es decir, verdaderos protagonistas del fútbol nacional e internacional, y en donde se ganó por su extraordinario juego el mote de Academia.

Atención: se llegó a este punto no porque haya un solo responsable. Se podría decir que la culpa de su mal presente es responsabilidad de X, pero no sería justo. Aunque duela, hay que admitir que la culpa viene de muchos años e involucra a mucha gente.

Si todos los que pasaron durante los últimos 30 años por el club se reunieran y se sinceraran reconociendo aciertos y errores, probablemente se podría encontrar una solución para un club que tiene un presente escindido de su glorioso pasado.

Racing debe encontrar personas con ganas, con sueños y con tiempo para dedicarle al club. Pero ya no es el momento de criticar. Ahora es tiempo de acercar soluciones.

Las últimas líneas se las dedico a los hinchas, quienes siguen despertando la admiración del mundo del fútbol.

Siempre están presentes, alentándolo, acompañándolo, sosteniéndolo, tratando que la situación se revierta.

Muchos dirán que los hinchas de equipos chicos, que también acompañan a sus equipos con pasión, deberían ser tenidos en cuenta y reconocidos. Yo lo hago, quiero decirles.

Pero hay que admitir que el caso de Racing es especial, porque ellos sostienen la admiración por un club que está en una muy mala condición, después de haber sido un ejemplo de fútbol bien jugado y de haber conseguido títulos nacionales e internacionales, como la Copa Libertadores o la Intercontinental. Siempre es más duro sostener la admiración cuando se retrocede en la valoración.

Semana tras semana, mes tras mes y año tras año, el amor de los abuelos, padres y ahora hijos es digno de respeto. Y por eso les hago una reverencia.

Les deseo que vuelvan a ser protagonistas como también se lo deseo a mi querida Argentina.

Felicidades.

Carlos Bianchi es el octavo goleador de la historia del fútbol mundial y el técnico que más títulos ganó en el fútbol argentino. Surgió como jugador en Vélez Sarsfield de su país, donde fue campeón en 1968, para luego destacarse en distintos clubes de Francia. Allí inició su carrera como técnico, antes de volver a la Argentina para ganar 15 títulos locales e internacionales, seis con Vélez y nueve con Boca Juniors. También dirigió a la Roma de Italia y al Atlético de Madrid de España y es eterno candidato a conducir a la Selección Argentina. Ha escrito para diversos medios de prensa y también se ha desempeñado como comentarista televisivo en distintos canales de Latinoamérica y del mundo.

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