El caso Volkswagen no es único:
los diez escándalos más famosos de la historia del automóvil
El Economista - miércoles, 18 de
noviembre de 2015
El fraude de las emisiones de
coches del Grupo Volkswagen ha generado un escándalo a escala global que,
durante los últimos dos meses, ha sacudido a la compañía alemana hasta perder
un 26% de valor en el mercado bursátil. Pero Volkswagen no ha sido el único
gran fabricante envuelto en un caso de este tipo.
Haciendo un repaso por la
historia del automóvil, con la ayuda del portal de venta de vehículos de
segunda mano compramostucoche.es, recordamos los diez escándalos más sonados
que afectaron a algún actor de la escena de la industria automotriz.
El fraude del Tucker
En 1948 el Tucker cautivó al
público americano en su presentación gracias a su futurista diseño y sus
impresionantes medidas de seguridad. El carismático fundador de la compañía,
Preston Tucker, lanzó una campaña de publicidad a lo largo y ancho de los
EE.UU. en la que vendió franquicias a minoristas y recaudó miles de dólares en
concepto de señal de los compradores que querían ser los primeros en conducir
el flamante Tucker. Sin embargo, nada era lo que parecía y la compañía se
encontraba en bancarrota desde el inicio. Los fondos reunidos solo sirvieron
para mantenerla a flote unos cuantos meses más. El gobierno se vio finalmente
forzado a intervenir y Tucker y el Consejo de dirección fueron acusados de
fraude.
El motor defectuoso de Chevrolet
Casi tres años fue el tiempo que
Chevrolet y las autoridades competentes estadounidenses consiguieron mantener
en secreto un defecto de fabricación que provocaba un mortal fallo en cadena en
los motores de sus coches. Al parecer, a alta velocidad, los motores se
desplazaban causando una aceleración descontrolada y se alteraba el control de
la transmisión de forma que era imposible detener el vehículo. Finalmente,
Chevrolet tuvo que admitir el fallo en 1971 y anunciar la retirada de 6,5
millones de vehículos para arreglarlo.
El Ford Pinto y su explosivo fallo
Ford sacó al mercado en 1971 el
Pinto, un modelo destinado a competir con los baratos coches de importación que
tan dura competencia representaban. El vehículo fue inicialmente un gran éxito,
vendiendo 328.275 unidades en su primer año. Sin embargo, el Pinto tenía un
fallo que podía ser mortal. En el caso de una colisión trasera, el tubo
alimentador de combustible podía separarse y perforar el depósito, haciendo que
el combustible entrase en el habitáculo y se incendiase. Según pudo conocerse,
Ford estaba al corriente de este problema pero decidió no solucionarlo porque,
según sus estimaciones, su coste ( entre 1 USD y 11 USD por vehículo) era
inferior a los costes legales derivados de las potenciales denuncias por daños.
Finalmente, 180 personas perdieron la vida como consecuencia de este fallo y
Ford acabó pagando cientos de millones de dólares en indemnizaciones, mucho más
de lo que había calculado.
El defecto de transmisión de Ford
Al parecer, el gigante americano
no aprendió de sus errores y siguió con la misma estrategia de negación
respecto a otro grave problema que, en este caso, afectaba a la transmisión.
Los coches automáticos producidos entre 1966 y 1980 tenían un defecto que podía
hacer que la palanca se desplazase por sí sola de la posición de estacionamiento
a la de marcha atrás. Este fallo fue responsable de 777 accidentes, con 259
heridos y 23 muertos. Finalmente, la compañía evitó la bancarrota que habría
supuesto el pago de las pertinentes indemnizaciones gracias al apoyo de la
administración Reagan. El asunto se resolvió con el envío de 23 millones de
pegatinas cuyo objetivo era recordar a los conductores que debían poner el
freno de aparcamiento antes de apagar el coche.
La aceleración involuntaria de
Audi
A finales de los años 80 Audi trataba
de posicionarse como un referente en los vehículos de lujo en EE. UU. con el
Audi 5000, un sedán deportivo de atractivas líneas. Sin embargo, sus planes se
vieron truncados por un reportaje del programa de la CBS, 60 Minutos, en el que
se entrevistaba a propietarios del Audi 5000 que afirmaban que el vehículo
aceleraba de forma inesperada e involuntaria. Para probar estos testimonios, el
equipo del programa hizo un experimento en el que el coche se desplazaba sin
estar conducido por nadie. Lo que no se contó es que el coche estaba modificado
y se movía por medio de un compresor de aire. De poco sirvieron las quejas de
la compañía alemana que tardó casi 20 años en recuperar sus cifras de venta.
El desastre de los neumáticos
Firestone para Ford
En 1990 el Explorer de Ford salía
al mercado y se convertía en uno de los SUV más vendidos de la década. Cuando
las autoridades les exigieron responsabilidades por más de 100 muertes como
consecuencia del estallido de los neumáticos del Explorer, las compañías se
echaron la culpa mutuamente y acabaron llevándose a los tribunales sin que
llegara a esclarecerse quién debía responder por el defecto.
La aceleración descontrolada de
Toyota
En 2012 y tras varios años
negando los casos de aceleración inintencionada en varios modelos Toyota y
Lexus, la compañía nipona se vio obligada a pagar una multa de 1.200 millones
de dólares al gobierno estadounidense. De esta forma, con la sanción más alta
jamás impuesta a una compañía automovilística, Toyota evitó ser llevada a juicio.
Posteriormente se sabría que la compañía poseía documentos en los que se daba
cuenta de un defecto en el pedal, responsable de esta aceleración.
Los mortales airbags de Takata
Quizá este sea el escándalo de
mayores dimensiones, puesto que alcanzó a 10 de los mayores fabricantes de
automóviles del mundo y a alrededor de 17 millones de coches. Entre 2000 y 2008
el proveedor japonés fabricó airbags que se deterioraban con la humedad y se
desplegaban con una fuerza excesiva. El dispositivo podía llegar a causar
heridas mortales al lanzar al interior del vehículo trozos de metal y
sustancias químicas. Se acusó a Takata y a Honda de ser conocedoras del asunto,
razón por la cual fueron multadas por el gobierno estadounidense. Aunque los
fabricantes afectados han estado trabajando para solucionar este grave
problema, se estima que unos 30 millones de coches podrían estar circulando con
airbags defectuosos y potencialmente mortales.
Chevy Cobalt y Saturn Ion,
sistema de ignición defectuoso
Aunque este escándalo estalló en
2013 dando la bienvenida a Mary Barra a la dirección ejecutiva de la compañía,
ya se conocía desde 2004. Fallos en el tambor de encendido de estos modelos
afectaban al circuito eléctrico y podían llegar a desactivar sistemas de
seguridad como el airbag o el ABS o incluso llegar a apagar el vehículo cuando
circulaba a gran velocidad. Tras nueve años y 13 muertes, General Motors
decidió retirar 2,6 millones de vehículos. Pero investigaciones posteriores
demostraron que al menos se habían producido 124 víctimas mortales por este
fraude, lo que le costó al gigante de Detroit una multa histórica de 1.000
millones de dólares.
Ford, Toyota y Jeep, hackeados
Un dúo de expertos americanos,
Charlie Miller y Chris Valasek, han conseguido hackear modelos de estas marcas,
concretamente un Ford Escape, un Toyota Prius y, más recientemente un Jeep
Cherokee. Consiguieron hacerse con el control de navegación de los coches
simplemente conectando su ordenador al cableado y usando un programa pirata
desarrollado por ellos mismos. Llegaron a controlar el encendido, a cambiar las
agujas de velocidad y el combustible, a encender y apagar las luces e incluso
lograron frenar y acelerar el vehículo a su antojo.
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