Los intocables, la casta oculta
de Japón
BBC Mundo - lunes, 2 de noviembre
de 2015
Japón tiene reputación de ser un
país de gran homogeneidad y armonía. Hay pocos extranjeros, las diferencias
lingüísticas son raras y, al menos superficialmente, las diferencias de clases
no existen. Pero como descubrió Mike Sunda hay una, con frecuencia oculta,
excepción: los intocables de Japón.
En un rincón de un cuarto
prístino, escondido en el mercado ganadero de Shibaura, en Tokio, hay una mesa
sobre la cual hay una pila de cartas con mensajes amenazantes, evidencia de un
prejuicio que se remonta a la Edad Media.
Carniceros, trabajadores
funerarios, del cuero o de cualquier otra profesión considerada
"sucia" como los que limpian baños, han sido por largo tiempo
marginalizados en Japón. Ese prejuicio continúa en la actualidad y
especialmente afecta a los que trabajan en el matadero de Shibaura.
No importa que los hombres aquí
están cortando algunos de los más caros y altamente preciados animales del
planeta. Aquí es donde se prepara la más famosa carne bovina de Japón, el
wagyu, un filete de primera cortado con fibras musculares y grasa con precios
que pueden dejarte boquiabierto. Es un proceso que requiere gran habilidad,
entrenamiento y fortaleza mental. Y lograr hacerlo bien puede tardar hasta diez
años.
Y pese a la gran destreza que
requiere, muchos aquí nunca hablan con libertad de su ocupación. "Cuando
la gente nos pregunta qué tipo de trabajos hacemos, dudamos qué responder",
dice el matarife Yuki Miyazaki. "En la mayoría de los casos, la razón es
que no queremos que hieran a nuestras familias. Si sufrimos discriminación,
podemos enfrentarlo, pero si se discrimina a nuestros hijos, ellos no tienen el
poder para enfrentar eso. Tenemos que protegerlos", explica.
Origen feudal
Como muchos en el matadero,
debido a su profesión Miyazaki está asociado con la clase de los intocables de
Japón, los Burakumin. Burakumin, que significa "gente de la aldea",
se remonta a la era feudal. Su origen se refiere a las comunidades segregadas
compuestas de trabajadores en ocupaciones consideradas impuras o marcadas por
la muerte, como quienes ejecutaban o trabajaban en funerarias y los carniceros.
Los más bajos en esta escala de
marginados eran los Eta, que significa abundancia de mugre, al que podían matar
con impunidad los Samurai si habían cometido un crimen. Todavía en el siglo XIX
se cita a un magistrado según el cual "un Eta vale una séptima parte de
una persona común".
Aunque se considera ofensivo, el
término Eta está aún en uso. Una de las cartas que recibió el matadero expresa
simpatía por los animales "que mueren a mano de los Eta".
El sistema de casta fue abolido
en 1871 conjuntamente con el sistema feudal. Sin embargo, aún permanecen las
barreras para la integración de estas personas. Comunidades marginadas de
Burakumin abundaban en Japón. Tener la dirección equivocada en el registro
familiar, que especifica el lugar de nacimiento y es requerido por los
empleadores, lleva con frecuencia a discriminación.
En la década de 1960 se hicieron
esfuerzos para mejorar la situación con fondos dirigidos a proyectos de
asimilación que buscaban mejorar sus condiciones de vida y de vivienda. Pese a
esto, la discriminación continúa.
La lista negra
En los años 70, un grupo de
defensa de los derechos de los Buraku descubrió la existencia de una lista de
330 páginas con nombres y ubicación de comunidades Buraku que estaba siendo
vendida a empleadores por vía postal. Muchas empresas importantes japonesas
estaban usando esas listas para seleccionar a solicitantes de empleo.
En 2009, hubo un escándalo cuando
Google Earth incorporó en mapas de Tokio y Osaka, disponibles abiertamente al
público, información específica sobre la ubicación de aldeas Buraku en tiempos
feudales, sacando a colación la controversia sobre el prejuicio y el uso de esa
información para evaluar a la persona.
Hoy en día, es difícil establecer
con precisión el número exacto de personas que viven en comunidades históricas
Buraku. Una investigación de 1993 enumera en esta categoría a casi un millón de
personas que viven en unas 4.000 comunidades alrededor del país. La Liga de
Liberación Burakumin o BLL, una organización de defensa de sus derechos fundada
en 1955, estima en 6.000 estas comunidades y en casi 3 millones a sus
habitantes.
Toshikazu Kondo, de la BLL, dice
que todavía hoy en día se pueden encontrar esas listas, que se usan con
propósitos diferentes. "Cuando se descubrió en los años 70 que había
compañías que estaban usando estas listas para evaluar a potenciales
candidatos, se aprobaron legislaciones para prohibir esta práctica", dice.
"Hoy en día se sabe que hay
gente que está comprando esa información, pero en vez de empresas, se trata de
individuos para evaluar a la familia de su futura pareja antes del matrimonio.
Es uno de los mayores ejemplos de discriminación que enfrentamos con
frecuencia", explica.
La conexión con la mafia
En una encuesta realizada el año
pasado por el gobierno de Tokio, una de cada 10 personas dijo que tendría
reservas ante la posibilidad de que sus hijos se casaran con alguien que fuera
descendiente de Burakumin, aunque casi la mitad de los consultados dijeron que
eso no les importaría.
Una razón por la cual el estigma
se mantiene puede ser la relación entre las comunidades Buraku con la Yakuza,
la mafia japonesa. Jake Adelstein, un periodista estadounidense que ha
trabajado durante 20 años el tema de la delincuencia en Japón, estima que un
tercio de los miembros de la Yakuza provienen de las comunidades Buraku que
ingresaron en la organización cuando otras puertas se les cerraron.
Un líder de los Yakuza
justificaba ante Adelstein la existencia de su organización con el argumento de
que le daba una familia y una disciplina a la gente que había sufrido
disciminación. "Es cierto. La Yakuza es una meritocracia", apunta
Adelstein. "Si estás dispuesto a ser un matón despiadado y le prometes
lealtad a tu jefe, ellos te aceptarán".
Sin embargo, no son solo quienes
tienen ancestros Burakumin los que corren el riesgo de ser víctimas de
prejuicios. Es tan fuerte la conexión histórica entre cierto tipo de empleos y
la categoría histórica de los marginados que todos los trabajadores del
matadero corren el riesgo de ser discriminados, sin importar su historia
familiar.
Despreciado y sin cerveza
Yutaka Tochigi, el presidente del
sindicato del matadero de Shibaura, abandonó su trabajo como programador para
pasar más tiempo con sus hijos pero inmediatamente se encontró con la oposición
de su familia. "Mi padre me dijo que igual podía estar bombeando pozos
sépticos. Me di cuenta de que se refería a que yo estaba haciendo un trabajo de
Burakumin", dijo Tochigi, quien no tiene antepasados Burakumin.
"Recuerdo que una vez cuando
mi esposa y yo estábamos visitando a algunos familiares de su padre, al
comentarles cuál era mi ocupación ellos dejaron de servirme cerveza". Pese
a todo, Tochigi y Kondo (de la BLL) tienen esperanzas de que las cosas
cambiarán para mejor.
"Ya no ves tanto discurso de
odio como antes y quienes lo han usado han sido forzados a pagar los daños ante
los tribunales", indicó Kondo. "Aún oyes hablar sobre discriminación
en el trabajo y grafitis anti-Burakumin, pero más que nunca hay gente entrando
en contacto con nosotros para informarnos cuando esto ocurre".
La pequeña habitación en la que
está la mesa mostrando el correo con cartas de odio forma parte del centro de
información del mercado de carne de Shibaura, un esfuerzo pedagógico que busca
impulsar el cambio de actitudes.
Justo al lado de la mesa, en una
pared, hay cartas de otro tipo. Mensajes de gratitud de grupos escolares que
fueron llevados allí en paseos educativos para aprender sobre la destreza y la
dedicación con las que los trabajadores realizan su trabajo. Una evidencia de
que los viejas prácticas discriminatorias podrían pasar a la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario