Gucci se reinventa con una
apuesta a un ‘look’ extremo y al gusto popular
The wall street journal Jueves, 5 de Noviembre de 2015
Subido en el escenario frente a
unos 60.000 asistentes al festival de música Global Citizen en Central Park en
Nueva York, Marco Bizzarri se tomó un selfie y saludó a su hija de 14 años que
se encontraba en la audiencia.
La tranquilidad instintiva,
incluso cuando es el centro de atención, es una de las principales
características de Bizzarri, quien en su calidad de presidente ejecutivo de
Gucci lidera una de las transformaciones de marca más sorprendentes de los
últimos tiempos. Hace menos de un año, parecía improbable que Gucci —que no
había recuperado su brillo después de la renuncia del diseñador Tom Ford en
2004— volviera a la cima como una de las marcas más populares del mundo de la
moda.
En los 10 meses transcurridos
desde que Bizzarri, de 53 años, asumió el mando de la compañía, Gucci ha dejado
de lado los ostentosos principios de la marca y ha señalado un nuevo curso
“geek-chic” que está astutamente, aunque algo extrañamente, sintonizado con la
cultura popular.
Las decisiones a menudo
desconcertantemente rápidas de Bizzarri están detrás de todo, desde la imagen
de “poeta en residencia” introducida por el recién nombrado director creativo
Alessandro Michele hasta la actitud más amistosa de la marca hacia los
minoristas independientes, los locales que frecuentan aquellos que siempre
quieren estar a la moda.
Las primeras colecciones de
Michele llegaron a las tiendas hace pocas semanas, así que habrá que esperar
hasta enero para tener un trimestre para comparar los resultados financieros.
Pero celebridades como Julia Roberts o Harry Styles del grupo One Direction han
deambulado por las tiendas de Gucci y los minoristas sugieren que las ventas
están despegando. La demanda por los nuevos mocasines con pelo de canguro ha
sido tan alta que Gucci ha tenido que reencargarlos cuatro veces a sus
fábricas.
Después de dejar de ofrecer los
zapatos y carteras de Gucci hace cerca de dos años, la tienda Bergdorf Goodman
los volverá a vender, dice Ana María Pimentel, directora de moda de accesorios
para mujeres de Neiman Marcus Group, dueña de Bergdorf. “Todo el mundo está
preguntando cuándo nos llegan”, dice. “Es muy poco común que una marca tenga
una resurrección así”.
La osada estrategia de Bizzarri
forma parte de una nueva impaciencia con el desempeño que está generando una
ola de cambios en la industria de la moda. Recientemente, los diseñadores Alber
Elbaz y Raf Simons dijeron que saldrán de Lanvin y Christian Dior,
respectivamente. Balenciaga contrató hace poco a Demna Gvasalia, conocido por
su denim deconstruido y reconstruido en Vetements para reemplazar a Alexander
Wang. Cada una de estas marcas busca generar el tipo de emoción que empuja a
los jóvenes compradores aspiracionales a los pasillos de accesorios o a los
mostradores de cosméticos, donde los márgenes son los más altos.
El espíritu de Gucci se resumía
tradicionalmente en el elegante y sexy look que introdujo Tom Ford y que fue
continuado con más sutileza por Frida Giannini. Sin embargo, últimamente los
empleados de las tiendas de Gucci han estado aprendiendo a desplegar y vender
los trajes apropiados para cualquier género y los vestidos bohemios de Michele.
El nuevo concepto de tienda de Gucci, presentado en Milán en septiembre, usa
elementos surrealistas como manos articuladas que muestran la gran cantidad de
anillos que Michele ha introducido (algunos de los cuales él mismo usa).
La reacción del público ha sido
inmediata. La colección “Cruise” de Michele, que fue presentada en junio en
Nueva York, ha sido vista unos 1,1 millones de veces en el canal de la marca en
YouTube, frente a las anémicas 98.000 veces que fue visto el último desfile de
Giannini para Gucci el año pasado.
Como máximo ejecutivo, Bizzarri
combina decisiones agresivamente rápidas con una negativa a tomar su empleo
demasiado en serio. “No salvamos vidas”, dice, “vendemos sueños”.
En enero pasado, quedó encantado
con Michele, quien no estaba siendo considerado para el puesto de diseñador,
hasta que una presentación de rutina se transformó en una discusión de cuatro
horas sobre el futuro de Gucci. “No pensaba en contratarlo como el diseñador.
Quería hablar con él porque estaba a cargo de las carteras, un trabajo
importante”, dijo Bizzarri.
Los ingresos de Gucci han caído
dos años seguidos, arrastrando los resultados de su casa matriz Kering. En 2014
retrocedieron 1,1% a 3.500 millones de euros (US$3.800 millones), al mismo
tiempo que el negocio de moda de lujo en general creció de manera saludable.
En aquel momento, estaba previsto
que Giannini se quedara hasta febrero para lanzar sus últimas colecciones para
hombres y mujeres. En cambio, Bizzarri lanzó un reto, preguntándole a Michele
si podría mostrarle su primera colección para hombres en cinco días.
“Quería tener un director
creativo lo suficientemente loco como para decir ‘claro, tendré una colección
en cinco días’”, cuenta Bizzarri, quien quería llevar rápidamente a las tiendas
nuevos productos con una imagen fresca. Dice que quizás no habría contratado al
diseñador si se hubiera rehusado.
Michele le mostró su colección un
día antes del show. “Intencionalmente dije que quería un ‘look’ más extremo”,
dijo Bizzarri. “Le dije, Alessandro, no apuntes al medio”.
La colección de blusas para
hombre y trajes a la medida con salvajes estampados tuvo una acogida tibia,
pero la colección de mujeres, presentada un mes después, fue muy bien recibida,
a medida que tiendas y editores se ajustaban al nuevo concepto.
Bizzarri le ha dado al diseñador
carta blanca para expresar su visión creativa. El nuevo Gucci incluye todo tipo
de ideas poco convencionales, desde una exhibición de arte en Shanghai que
lleva el nombre de la colección de primavera “No Longer Not Yet”, (algo así
como “No más aún no) que involucra agua que gotea, estampados de Gucci y una
aspiradora robot. La marca ha adoptado Unskilled Worker, el nombre artístico de
una pintora británica sin ningún tipo de educación en las artes llamada Helen
Downie, como su mascota artística, llevándola a eventos y exhibiendo sus
pinturas —versiones sonámbulas modernas del personaje de la película Ojos
grandes— en Instagram.
La voluntad de Bizzarri para
cambiar el statu quo ha tocado a casi todos los rincones de Gucci. A medida que
busca aliarse con los creadores de imagen, la marca le ha dicho a minoristas
independientes como Brian Bolke de Fortyfive Ten que tendrán más acceso a las
colecciones de Gucci, dando un giro a la tendencia de marcas que marginan a las
tiendas independientes que venden varias marcas para centrarse en sus propias
tiendas.
De más de dos metros de altura y
pelirrojo de reluciente calvicie, Bizzarri sobresale en cualquier ambiente. Ha
forjado su carrera con pasos por Stella McCartney y Bottega Veneta, y
recientemente dirigió todas las operaciones de lujo de Kering, excluida Gucci,
su mayor marca.
Aun así, Bizzarri, conocido por
sus amigos como “Bizza” (rima con pizza), es muy modesto para ser presidente
ejecutivo de una marca de lujo, y habitualmente se desplaza por Milán encogido
en su Smart. “Cuando uno habla con él, se inclina y escucha”, dice Natalie
Massenet, expresidenta de la junta de Net-a-Porter.
Algunos amigos insinúan que tiene
un lado salvaje. “Él fue muy, muy, muy loco”, dijo Massimo Bottura, compañero
de secundaria de Bizzarri y ahora chef de Osteria Franciscana —un restaurante
de Módena con tres estrellas Michelin— en una cena de Gucci en Milán en
septiembre. A comienzos de su carrera, Bizzarri se escabullía de las clases de
capacitación en Andersen Consulting para jugar al tenis con su jefe, Massimo
Bianchi, según recuerda éste.
Los cambios que introduce
Bizzarri están alcanzando también a Chime for Change, el brazo de beneficencia
de Gucci, que se enfoca en programas de apoyo a niñas y mujeres —y fue fundada
por Salma Hayek, Beyoncé y Giannini. Poco después de la llegada de Bizzarri,
varios ejecutivos propusieron una fusión, diciendo que Chime podría
beneficiarse con la experiencia en programas de Global Citizen, un grupo de
acción apoyado entre otros por la fundación de Bill y Melinda Gates. Algunos de
los ejecutivos dudaron que Bizzarri pudiese aceptar esa inusual fusión, que
posiblemente eclipsaría a Chime. Sin embargo, una persona que participó de esa
reunión dijo que a mitad del encuentro, Bizzarri dijo: “OK, hagámoslo”.
Poco después de recibir en nombre
de Gucci un reconocimiento de la Asociación de Naciones Unidas de Nueva York, a
Bizzarri comenzó a caerle bien a Hugh Evans, de 32 años y fundador de Global
Citizen. “Algunas veces, las emociones son más importantes que lo racional”,
dijo.
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