Las preguntas más difíciles de responder en
una entrevista de trabajo (y sus respuestas)
El Confidencial - noviembre de 2015
Cada vez es más complicado
acertar con aquello que el seleccionador de personal espera que le contestemos.
Estas 10 preguntas te servirán para guiarte la próxima vez que tengas una
entrevista
En este mundo hay realidades a
las que todos, tarde o temprano, debemos enfrentarnos. Por un lado se encuentra
la enfermedad, que nos debilita a medida que envejecemos. También, la
irremediable muerte, a la que nadie puede sortear Por último, las entrevistas de
trabajo, esas kafkianas situaciones laborales en las que alguien decide si nos
contrata o no. Una decisión que cambia nuestras vidas y que, en el caso de que
nos rechacen, no terminamos de comprender. ¿Eres tú o soy yo?
La manifestación más clara de esa
apariencia de arbitrariedad son algunas de las preguntas que los
seleccionadores de personal realizan a sus candidatos y que se escapan a sus
conocimientos. Sí, nos referimos a cuestiones tan abstractas como “si fueses un
animal, ¿cuál te gustaría ser?” o “¿cuál es tu película preferida de la saga
Bond?” Se trata de cuestiones para las que aparentemente no hay una respuesta
correcta pero que pueden decidir nuestra suerte.
Con el objetivo de ayudarnos a
entender mejor algunas de estas cuestiones, que tienen como objetivo entender
cómo funciona nuestra motivación y nuestra lógica mental, la experta en
búsqueda de trabajo y marca personal Vicky Oliver ha publicado '301 Smart
Answers to Tough Interview Questions' (Sourcebooks), en el que presenta algunas
de las preguntas más frecuentes y sus hipotéticas respuestas. Obviamente, estas
no funcionan en todas las situaciones ni para todos los trabajos, pero sí nos
enseñan a entender un poco mejor qué esperan los seleccionadores de personal de
nosotros. Eso sí, hay una regla inamovible: nunca mientas.
PREGUNTA. ¿Cuál es tu gran
debilidad (que sea realmente una debilidad, y no una fortaleza secreta)?
RESPUESTA. Esta cuestión ya
anticipa la más que probable respuesta del candidato: “mi mayor debilidad es
que soy demasiado perfeccionista / exigente / dedicado / etc.” Es decir, citar
una cualidad positiva haciéndola pasar por negativa. Oliver propone una alternativa
semejante, pero más sincera: “Soy extremadamente impaciente. Espero que mis
empleados demuestren lo que saben hacer a la primera. Si fallan, tiendo a dejar
de delegar y empezar a hacer todo por mí mismo”. Aunque nadie diría que ser
impaciente es una virtud, tal y como está presentada, es uno de los defectos
menos veniales, ya que sugiere que eres una persona exigente y responsable.
P. Ya has cambiado de carrera.
¿Por qué debería dejar que experimentases con mi dinero?
R. Cada vez es más habitual que
un profesional se recicle y opte por cambiar de carrera incluso después de
haber cumplido los 30. Una situación que no muchos empleadores entienden y que
puede dar lugar a que legítimamente te pregunten algo así. Lo mejor es
presentar tu versatilidad como una virtud: “Creo que soy un mejor empleado
porque he obtenido un montón de habilidades distintas”, sugiere Oliver. “Estas
me ayudan a resolver los problemas de manera creativa”.
P. Viendo tu currículo, veo que
te han despedido dos veces. ¿Cómo te sentiste?
R. Ah, el espinoso asunto de los
despidos, que pueden deberse a un amplio abanico de factores que, en la mayor
parte de los casos, al seleccionador ni le interesan ni tendrían por qué
interesarle. Parafraseando a Louis Van Gaal, “siempre positivo, nunca negativo”.
Explica que fue algo que te afectó (ir de sobrado no resulta convincente), que
aprendiste muchas cosas de la situación y que no sólo te recuperaste, sino que
tu siguiente trabajo fue mucho mejor. Algo así: “Después de recuperarme del
shock, me hizo sentir más fuerte. Es verdad que me han echado dos veces, pero
me las arreglé para recuperarme y encontrar empleos que me dieron más
responsabilidad, mejor pagados y en mejores firmas”.
P. ¿Me estás diciendo que a tus
más de 40 deseas empezar desde cero simplemente para entrar en esta empresa?
R. Otra de esas situaciones cada
vez más habituales y que no encajan en los esquemas mentales de los
seleccionadores de personal: la del trabajador con experiencia que, no
obstante, opta a un empleo muy por debajo de su nivel. Una vez más, haz sentir
al seleccionador como si fuese la persona más especial del mundo: “A veces
necesitas dar un paso atrás para avanzar en tu carrera. Empezar en un trabajo
de este tipo me ayudará a aprender tu negocio desde abajo”. En otras palabras,
que si quieres el trabajo no es porque no encuentras otra cosa, sino porque te
da igual renunciar a lo que sea por formar parte de dicha compañía.
P. Estudiaste Filosofía. ¿De qué
te sirve para este trabajo?
R. En otras palabras, “¿qué hace
una chica de letras como tú en un sitio como este?” La respuesta apropiada es
dar un bonito rodeo, quizá señalando que en sí la carrera no te ha
proporcionado ningún conocimiento sobre dicho trabajo, pero sí para entender
mejor lo que realmente deseas que es, cómo no, el puesto al que estás
aspirando.
P. Si tuvieses que contratar a
alguien para este puesto, ¿qué cualidades buscarías?
R. ¡Oh no! La inevitable
trampa-22 de las entrevistas en la que uno debe ponerse en la piel del
seleccionador y sólo tiene dos opciones: o decirle lo que quiere oír (y quedar
como un trepa) o decir lo que piensa (y llevarle la contraria al que manda). La
solución, destacar algunos de tus puntos fuertes sin que se note demasiado,
pero perfilando un retrato bastante semejante al de tus grandes virtudes.
P. ¿Puedes describir tu trabajo
soñado?
R. La respuesta es obvia: el
empleo que siempre has querido se parece sospechosamente a aquel para el que
estás aspirando. Por eso es bueno reconocerlo y señalar que esa ha sido siempre
tu primera opción, y que si no te contratan, te verás abocado a una vida
errante por empresas que no te gustan (es decir, otros puestos que a su vez se
convertirán en trabajos soñados).
P. ¿Por qué pasaste tanto tiempo
sin trabajar y por qué piensas volver ahora?
R. Antes de la crisis no era muy
frecuente encontrarse con candidatos que hubiesen pasado años sin pisar una
oficina, pero tristemente en los últimos años esta figura ha proliferado. Ello
provoca que aquellos que llevan mucho tiempo en el paro sientan una gran
ansiedad por tener que buscar excusas para su situación. La respuesta que
Oliver propone se refiere a una baja de maternidad, pero puede aplicarse a
otros casos. Basta con recordar que echabas menos de trabajar y que no has
perdido contacto con tu sector haciendo pequeños encargos. En caso de que tu
problema sea el desempleo, Oliver propone hablar de tu formación, y venderla
como si fuese el último grito. Además, nunca está de más señalar que tienes
previsto seguir estudiando. Ya sabes, la formación no es eso que haces para no
aburrirte cuando no tienes trabajo, sino un proceso inacabable de adquisición
de conocimientos que bla, bla bla...
P. ¿Cuántas horas trabajas a la
semana y por qué?
R. Espera. ¿La respuesta no
debería ser 40? Antes de dar ninguna cifra que te pueda comprometer o que suene
muy poco realista (“entro a las ocho de la mañana y salgo a las doce”),
limítate a comentar que te gusta echar horas para “añadir valor” a todos tus
trabajos, tanto personales como profesionales. Lo importante no es pasar todo
el día trabajando, sino garantizar que el producto ofrecido va a ser el mejor
posible.
P. ¿Cuándo crees que habrás
alcanzado tu meta profesional?
R. “Provengo de una larga tradición
de tipos mentalmente activos, saludables y resistentes, así que confieso que
nunca pensaría en 'alcanzar una meta'. Dicho eso, creo que es importante
conocerse a uno mismo y reconocer cuándo ha tocado techo”, es la respuesta que
sugiere Oliver. O, en otras palabras, “yo voy a currar siempre al máximo, eso
sí, cuando esté viejo no voy a ser un estorbo y me quedaré en mi escritorio sin
molestar mucho pensando en la jubilación”.
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