¿Hay
preparativos para una Tercera Guerra Mundial?
FORBES- 10 de Noviembre del 2015
Podemos hablar de una Guerra Fría
2.0, pero también del riesgo latente de una Tercera Guerra Mundial. Nadie la
quiere y por ello, no es inminente, pero se equivocan aquellos que la descartan
de plano.
La semana pasada abordamos en
este espacio algunos aciertos y errores de Vladimir Putin, “el más poderoso del
mundo” según Forbes. Sin embargo, dada la inteligencia y sagacidad geopolítica
que han permitido a Putin ir siempre delante de Obama y compañía, no podríamos
entender los errores cometidos salvo por un aspecto crucial: sabe que para
fines prácticos, Rusia ya está en guerra.
Por un lado podemos hablar de una
Guerra Fría 2.0, pero también del riesgo latente de una Tercera Guerra Mundial.
Nadie la quiere y por ello, no es inminente, pero se equivocan aquellos que la
descartan de plano. Si algo hemos aprendido de la historia es que las
situaciones tensas se pueden salir de control con rapidez y facilidad.
La versión oficial en los medios
predominantes de Occidente, desde luego, es que los rusos son los agresores. La
parte que omiten es que fueron los Estados Unidos los encargados de
desestabilizar políticamente a Ucrania, para imponer un gobierno a modo y
terminar por sumarla a la OTAN. Si pensaron que el “oso” ruso se quedaría
dormido sin respuesta, pecaron de ingenuos, por decir lo menos. Pero si de
antemano previeron una reacción como la que en efecto tuvo ese oso, entonces
lograron su objetivo: provocarlo.
Un objetivo similar se habrían
planteado en Siria. Y es que si bien para Moscú la presencia de Asad como tal
no es indispensable, sí lo es que no haya un gobierno que haga el juego a los
árabes y cataríes. Estos aliados de los norteamericanos pretenden construir
ductos hacia Europa atravesando territorio sirio, lo que atenta contra los
intereses económicos rusos. Así que Moscú seguirá viendo como enemigos a todos
aquellos que respalden el cambio de régimen por la vía armada en Siria, como
los árabes y la CIA, que han ampliado su apoyo armando a “selectos” rebeldes
sirios.
No por nada el Kremlin junto con
Irán está ya en campaña militar contra el llamado “Estado Islámico” (ISIS o
ISIL, por sus siglas en inglés), que por cierto, nació también a partir de
grupos auspiciados por Washington.
Dado que Isis combate asimismo a
las tropas de Asad, EE.UU. lo ve más como un enemigo menor y hasta útil contra
el presidente sirio. Eso explica los mínimos resultados que han tenido los
ataques aliados sobre el Estado Islámico que ya tienen más de un año, y que se
comparan de forma muy desfavorable con lo que ha logrado Rusia en cuestión de
semanas.
Se ha recurrido a explicaciones
ridículas como las ofrecidas el fin de semana por el titular del Comando
Central de la Fuerza Aérea estadounidense en la región –el teniente general
Charles Brown, quien dijo que la disminución de sus ataques contra Isis en
septiembre y octubre se debía al mal clima y a la reducción en la actividad de
tierra de dicha organización.
En fin, el punto es que hay
tensiones crecientes y roces entre las dos máximas súper potencias nucleares
del orbe que tienen intereses contrarios, y están dispuestas a defenderlos con
las armas. Los dos grandes bandos encabezados por Rusia-China y Estados
Unidos-Europa-Japón, se siguen “enseñando los dientes”.
El sábado, por ejemplo, el
secretario de Defensa norteamericano, Ash Carter, acusó a Moscú y Beijing de
poner en peligro el “orden internacional basado en principios”. Por supuesto,
el orden al que se refiere es el que quiere imponer Washington, donde Rusia y
China estorban: ambos jamás se permitirían ser estados vasallos. Eso molesta en
especial a los neoconservadores norteamericanos que ansían la supremacía
absoluta estadounidense, sin oposiciones.
Lo anterior es imposible lograrlo
por la buena. La guerra se erige entonces como la única vía para ese perverso
fin. Por ello cada bando realiza ejercicios militares en preparación.
No olvidemos por ejemplo a los
bombarderos rusos que se “pasearon” frente a las costas de California en plenas
fiestas del 4 de julio, ni la extraña luz que vieron los californianos la noche
del sábado pasado. Según el periódico The San Diego Union – Tribune se trató de
una prueba programada de misiles Trident lanzada por un submarino
estadounidense desde el Pacífico.
Preparativos o no para una gran
guerra, en esta columna hacemos votos para que impere la paz y estas
demostraciones de fuerza no pasen a mayores. En una nueva conflagración global,
no habría ganadores.
Guillermo Barba-Economista de la
Escuela Austríaca y periodista mexicano, autor del blog Inteligencia Financiera
Global.
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