¿Por qué los millennials siguen
sin pagar por las noticias?
FORBES- 12 de noviembre de 2015
¿De verdad cuatro de cada 10
millennials pagan por noticias? Ése es el principal hallazgo publicado por el
Instituto de Prensa de Estados Unidos (API, por sus siglas en inglés) derivado
de una encuesta que preguntaba a los jóvenes cuánto están dispuestos a pagar
por informarse. A través de seis formas enlistadas de suscripciones, el estudio
descubrió que 40% de los encuestados millennials paga por lo menos un servicio
de noticias, entre los que puntúan más alto los periódicos y revistas impresos.
Baste decir que esos números
sorprendieron al millennial que escribe estas líneas, quien también valora las
noticias pero no paga por ninguna de ellas, y no ha tenido una suscripción a
ningún producto noticioso impreso en al menos siete años. Ese 40% no es muy
claro, incluye 25% de encuestados suscritos a cualquier forma impresa o revista
digital que se considera “servicios de noticias”, pero sí resalta nuestros
prejuicios sobre los hábitos de consumo de medios de los millennials, los que
no son tan limitados como pensábamos. Si los lectores jóvenes que son conocidos
por creer que las noticias deben ser gratuitas aún están dispuestos a pagar, a
veces, el producto adecuado podría abrir una fuente de ingresos importante para
los editores. Esta encuesta sólo añade leña al fuego, y anima a los editores
que en los últimos años han hecho que se han inclinado por los contenidos
pagados.
Sin embargo, como cualquiera de
esos editores podría decirte, la búsqueda de ese producto ha sido un gran reto,
y ninguno de ellos lo ha conseguido en realidad. Eso es especialmente evidente
considerando dos hallazgos más del estudio del API: primero, que la generación
millennial es mucho más propensa a pagar por cualquier contenido de
entretenimiento que por noticias; y segundo, que la mitad de la generación que
valora las noticias aún no paga realmente por ella. Si la demanda potencial de
contenido es tan fuerte como sugieren los hechos, quiere decir que los editores
no están haciendo un gran trabajo para cumplir con las opciones existentes.
Dado que los servicios de suscripción aún no han logrado compensar los ingresos
por publicidad perdidos para la mayoría de los editores, eso resulta
preocupante, y sugiere una imperiosa necesidad de innovar. Lo que aún no
resulta claro es cómo lograrlo.
¿Podría existir un modelo-Netflix
para las noticias?
En ese orden de ideas, la
transición de la industria del entretenimiento a los servicios digitales de
pago ha sido notablemente más rentable, y algunos han empezado a buscar en ella
inspiración para acercarse a ese público dispuesto a pagar. En la era del juego
del gato y el ratón entre torrenters y los titulares de los derechos de autor,
los servicios de streaming como Spotify y Netflix se han consagrado como
alternativas más legítimas para que las personas eviten los altos precios y la
limitada flexibilidad de la distribución tradicional. Esas dos compañías
alcanzaron el éxito temprano en sus lanzamientos y ahora enfrentan una
competencia muy dura de los gigantes de la industria, especialmente dada su
amplia basa de suscriptores, que en ambos casos hoy se acerca a los 70
millones.
Sin embargo, incluso para esas
marcas hay algunos problemas estructurales que aún tienen que resolver, y las
lecciones que ofrecen no siempre han sido positivas. Netflix fue noticia hace
apenas unas semanas por elevar sus precios 1 dólar, un movimiento que algunos
analistas perciben como una reacción al creciente número de cuentas compartidas
entre los usuarios. Aunque esos números podrían no ser tan grandes como se
pensaba, la evidencia de que van al alza sugiere que los millennials están
pagando por el contenido sólo cuando se ven forzados a hacerlo. Por otra parte,
las ganancias que las empresas de streaming han hecho al conseguir que algunos
consumidores paguen, en buena medida se han conseguido a través de enormes
compensaciones en los ingresos por compra. La mayoría de los servicios de
streaming de televisión tienen precios muy por debajo de suscripciones
similares de cable, y la base de usuarios gratuitos de Spotify compone
alrededor de 75% del total de sus suscriptores, según cifras de principios de 2015.
Facebook y Google ya han vencido
a las editoriales en su juego
También hay diferencias
fundamentales entre lo que los usuarios reciben de estos distribuidores y lo
que cualquier marca editorial podría ofrecer potencialmente. Lo poco que los
consumidores están dispuestos a pagar por los servicios de streaming les da
acceso a una amplia selección de películas, televisión y contenido musical a su
elección, contenido al que no tendrían acceso sin pagar. Nunca ha sido
especialmente fácil piratear contenido desde un punto de vista técnico o
jurídico, por lo que los 10 dólares mensuales valen la pena conveniencia para
una gran cantidad de usuarios que buscan opciones más baratas.
Por otro lado, el contenido
noticioso sigue siendo en su mayoría gratuito, lo que dificulta el repunte de
servicios pagados incluso para aquellos medios con lectores leales. También
está el hecho de que cualquier servicio iría en contra de los servicios
gratuitos más populares soportados por sus ingresos publicitarios: Facebook y
Google, que tienen este modelo y ya controlan cerca de 75% del tráfico que
llega a los medios. Eso puede significar que un futuro con mayores ingresos
derivados de una base de suscriptores de pago se encuentra, con gran
probabilidad, fuera del alcance de los editores de noticias. Los consumidores
tienen diferentes grados de comprensión del mecanismo a través del cual
obtienen lo que quieren, pero mientras puedan hacerlo de forma gratuita, es muy
poco probable que empiecen a pagar por ello, en particular en los espacios
digitales donde es más posible la innovación.
Los paywalls y servicios
relacionados pueden proporcionar ingresos, pero no a escala
Eso limita las opciones de los
medios que buscan incursionar en la generación de contenido pagado: crecer una
audiencia sostenida de usuarios leales y monetizarla, o construir nuevos
productos que proporcionen un valor marginal que los consumidores no puedan
conseguir en otra parte. Ninguna de las dos es particularmente fácil, la
primera se vuelve más difícil a medida que los agregadores toman el control del
público, y la segunda es costosa y difícil de ejecutar.
Los que han duplicado su lealtad
de marca han visto cierto éxito, con casas como The New York Times y el Wall
Street Journal reportando cantidades sustanciales de ingresos a través de sus
paywalls digitales. La expansión de suscripciones impresas a digitales sigue
siendo una buena opción para las publicaciones que tienen un público sin
explotar y los medios para perseguirlo. Parte del contenido de nicho y los
servicios relacionados de las marcas de los medios también han demostrado ser
popular y monetizables para los editores, con servicios como Times Journeys o
Soulmates de The Guardian, los que aprovechan los recursos de la marca de una
forma única, dando un impulso a las utilidades.
El premio aún escapa de los
editores
Pero, en lo que respecta a las
grandes recompensas, los editores probablemente continuarán peleando por
cosecharlas desde los servicios más básicos e inherentes que proporcionan. Apostar
por la monetización de los servicios tradicionales no es la mejor manera de
hacer negocios, pero un futuro en el que los lectores pagarán por las noticias
no luce viable. El Spotify y Netflix de la industria de las noticias
probablemente no llegarán nunca porque están ya aquí.
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