Los errores económicos más
comunes de los jóvenes
ELLE - lunes, 30 de noviembre de
2015
Todos queremos que nos vaya bien.
Vivir de manera desahogada y ser capaces de asumir los gastos más básicos como
pueden ser la comida, el alquiler o el dentista, al mismo tiempo que lidiamos
sin demasiados problemas con inversiones 'extra', como una escapada o un
segundo abrigo. Sin embargo, teniendo en cuenta multitud de estudios, como el
que realizó la Universidad Complutense de Madrid este año (y en el que se
concluía que el 34,5% del dinero de los jóvenes de entre 18 y 29 años se
gastaba en bares y restaurantes, y casi el 18% en ropa y zapatos), está claro
que si queremos superar el umbral de los 30 con cierta relajación económica,
hay que tener en cuenta un mínimo de 'normas' lógicas y ser cautelosas. Y es
que ya sabes, en cuestiones de dinero, mejor estar lista.
El economista y socio de CBC
Economistas, Javier Castelló, y la psicóloga sanitaria-jurídica Marina E.
Fernández, están de acuerdo en lo mismo: un control sobre tu vida económica te
hará más libre y por tanto, más feliz. Fíjate en los 6 errores financieros más
comunes de los veinteañeros, no los imites, y guíate los consejos que nos dan
los expertos para vivir (casi), como quieras.
1. Comprar una casa (a toda
costa). La gran cuestión: seguir de alquiler o lanzarse a la compra. No es que
adquirir una casa en tus 'veinte' sea un error en sí mismo, sino que lo será si
ello te va a generar mucha incertidumbre o te va a limitar más de lo normal tu
día a día. "Error será cuando nos complique la vida, cuando nuestro futuro
esté comprometido con una parte significativa de nuestra renta", nos
cuenta Castelló.
"La sociedad nos presiona
para ir adquiriendo productos que no adquirimos por necesidad sino por creer
que no podemos vivir sin ellos. En el caso de la vivienda, tradicionalmente se
nos ha inculcado que comprar es inversión para el futuro, pero este argumento
pierde valor cuando te esclavizas a una hipoteca hasta más allá de la
jubilación", sentencia Marina.
(Antes de seguir con más errores,
aprovechamos para tener en cuenta una serie de factores clave a la hora de
decidir que vas a comprometerte con un desembolso de este calibre. ¡Apunta!):
- Saca tu lado visionario. Hay
que hacer un cálculo aproximado del valor que tendrá en un futuro la casa por
la que estás interesada. "¿El precio que voy a pagar ahora está
infravalorado, o sobrevalorado?", apunta Castelló. Olvídate por un momento
de cuánto supone el préstamo sobre tu sueldo y piensa de manera inteligente.
- "¿Dónde voy a desarrollar
mi vida profesional?", nos pregunta de nuevo el experto en finanzas. En un
mundo en el que las cosas cambian más frecuentemente (cada vez nos movemos más
por trabajo, las relaciones se rompen...), hay que tener en mente el factor
movilidad y la previsión de que quizás en algún momento, la necesites vender o
alquilar.
- Tener el 30%-40% del precio de
la casa, ahorrado. Sí, como lo oyes. Una tercera parte del valor de la vivienda
debe estar ya en tu bolsillo. Es una forma de entrar con buen pie.
- Comparación con tu sueldo.
¿Cobras 1.000 €? Pues tu hipoteca no debería superar los 300 € o (como mucho),
400 €. Toma buena nota.
- ¡Costes fijos, cuidado! Tras
una década viviendo de alquiler (y quejándote de tu casero), pasas a ser
propietaria y te das cuenta de que las responsabilidades, aumentan
considerablemente: gastos de comunidad, el IBI, derrama, seguro...
"Hablamos de unos costes fijos que pueden suponer 3 o 4 mensualidades de
alquiler más por año, un 25% - 33% del coste total de alquiler anual",
apunta Castelló.
2. No pensar en hacerte un
colchón. "Otro error común a esta edad es no construir un 'colchón de
seguridad' por lo que pueda pasar", nos adelanta Javier. "La gente a
los 20 tiende generalmente a disfrutar al máximo sin preocuparle lo que pasará
en el medio/largo plazo. Por norma, una familia con hijos no lo debería ver de
la misma forma", nos adelanta Castelló. "El ahorro a largo plazo se
convierte en una herramienta muy importante", apunta. Y es que, si la
tendencia demográfica sigue así, no hay fórmula inventada para mantener a
tantos jubilados con pensiones. Aquí la educación de cada uno, juega un papel
importante. "Desde pequeños debemos ir aprendiendo a organizar nuestras
riquezas, a dosificarnos los caramelos conseguidos o a ir guardando parte de
nuestra paga para después invertirlo en satisfacer un deseo que tengamos",
ejemplifica Marina. "Si la educación que recibimos es adecuada llegaremos
a los veinte años con estas habilidades adquiridas", añade. Eso sí: se
trata de conseguir un equilibrio porque "a los 20 creo que no debe ser una
preocupación ahorrar para jubilarte, creo que debes de ahorrar para dar un
impulso a tu vida personal y/o profesional", señala el economista Castelló.
3. Comprarme un coche por encima
de mis posibilidades. Un BMW o un Audi TT puede quedar muy bien en tu
currículum, pero también puede interrumpir tu tranquilidad. Adquirir un coche
que no tenga nada que ver con tu poder adquisitivo no tiene otro sentido que el
querer aparentar algo que no es. "No es una decisión económica
racional", nos cuenta Castelló, mientras que Marina nos dice que "a
alguien que le importen las apariencias tenderá a invertir su dinero y energía
en ello. Si sus posibilidade esconómicas se lo permiten no hay problema pero si
se gasta más de lo que se puede, estará olvidándose de que lo importante está
en uno mismo y no en dar una imagen diferente de lo que eres", señala la
psicóloga.
4. Pasar la tarjeta de crédito
sin control. Los bancos nos lo ponen muy fácil. Según el estudio en 2015 de la
Universidad Complutense de Madrid, el 42% de los jóvenes (entre 18-29 años)
utilizan esta forma de pago. Las tarjetas no suelen ser amigas del ahorro ya
que inconscientemente, eres menos consciente de tus gastos. Además, hay mil y
una formas que los bancos nos facilitan (como una sencill tarjeta de crédito)
con las que poder pagar cuando, en realidad, no tienes la liquidez. ¿Qué pasa
al mes siguiente? Que puedes verte en apuros. "En la medida que sirvan para
hacer frente a gastos corrientes como comida o necesidades básicas del hogar,
me parece un buen instrumento que da crédito a las familias. Si hablamos de
financiar el saldo dispuesto en la tarjeta en varios meses pagando un interés
x, creo que es un error de bulto", nos cuenta el experto en finanzas. ¿Un
truco? Paga todo lo que puedas en metálico.
5. Creer que no importa lo que
hagas porque "total, no tienes nada". Cobras poco, no tienes ahorros,
vives al día. Está demostrado que multitud de jóvenes se apegan a esta
filosofía y creen que mientras no se queden en números rojos, lo demás no
importa. Error. "Cualquier pequeño gesto puede ser importante",
señala Eric Roberge, integrante de Beyond your Hammork, una empresa de
planificación y estrategia financiera. Es decir, si solo puedes ahorrar 100 €
al mes, a final de año contarás con 1.200 €, un pequeño montoncito que tal vez
te saque en alguna ocasión de un apuro, o te dé alguna alegría. No menosprecies
tu capacidad de crear algo por muy despacio que empieces.
6. No poner interés. No nos
preocupamos lo suficiente (normalmente) por becas que nos pueden dar muchos
beneficios (y no solo económicos), ni de los descuentos en el supermercado.
Como mucho, tal vez, nos preocupamos por la mejor oferta en telefonía móvil. Se
trata de un problema de puesta en valor, y la psicóloga Marina E. Fernández, ya
nos adelanta uno de los indicadores más importantes para saber por qué nos
ocurre esto: "el valor que le doy al dinero es diferente si en mi familia
éste sobra que si no llegamos a fin de mes", aprecia. ¿Un consejo? Si
trabajas y vives de joven lo que cuesta ganar dinero (no, como dicen los
padres, no cae del cielo), tal vez te preocupes después más por encontrar las
mejores fórmulas que rentabilicen los aspectos de tu vida.
En definitiva, una posición
económica favorable siendo veinteañero aporta independencia, algo que gusta a
todos. "Al hacernos mayores nos separamos de nuestros padres y buscamos
independizarnos ya sea por poder movernos por el mundo sin depender de que nos
lleven o por tener el lugar en el que poner nuestras propias normas",
cuenta Marina. Pero aún hay más: no se trata de dañar más o menos a tu
bolsillo, sino de una cuestión personal que te ayudará mucho a encontrar la
felicidad. "La estabilidad económica, una buena organización de
gastos-ingresos basada en nuestra realidad, facilita que nos encontremos mejor
psicológicamente, más estables, tranquilos, con mayor sensación de control
sobre nuestra vida", nos cuenta Marina. Todo lo contrario a lo que genera
gastar más de lo que se tiene. "El balance se vuelve negativo y genera
problemas también emocionales como agobio, angustia, ansiedad, miedo… Al no
llegar a poder pagar o a dudar si se va a poder pagar la deuda adquirida",
afirma la experta. ¿Conclusión? Sanear tu economía es también sanear tu cuerpo
y mente. ¡No te compliques, valora lo que tienes, organízate, y sácale partido!
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