Tecnología: La enemiga real de
Trump
FORBES- 16 de diciembre de 2016
Trump dio un golpe al “negociar y
salvar” empleos manufactureros. De este episodio podemos aprender lecciones
para mejorar nuestra economía y lidiar con él.
Desde la década de 1940, el
comercio internacional se convirtió en una piedra angular de la política
estadounidense; era de las pocas cosas en las que por más de medio siglo, los
tres poderes estaban de acuerdo. En 2016, la historia cambió con la elección de
Donald Trump como presidente. Más aún, de entre todas las opiniones y
ambigüedades que mencionó en su campaña, su visión en contra del comercio
internacional quedó muy clara.
Para muestra basta un botón: El
presidente electo comenzó una confrontación con el fabricante de aires
acondicionados “Carrier” para “evitar” que se llevara empleos a México. Lo que
Trump no quiere que el público sepa es que Carrier tomó la decisión como parte
de su estrategia para invertir en maquinaria de automatización, por lo que, en
el futuro, esos empleos desaparecerán de cualquier forma. Esto demuestra que
Trump no entiende sobre las tendencias mundiales en la industria manufacturera.
Al analizar con más detenimiento
estos hechos, podemos encontrar complejos fenómenos de fondo. En este caso, el
enfoque radicará en la relación entre comercio, tecnología y empleo. En esta
coyuntura vale la pena preguntarse, ¿qué nos dice la historia de Carrier más
allá de los dichos de Trump? ¿Tiene el comercio internacional toda la culpa del
desempleo entre obreros y otros trabajadores de cuello azul? ¿Qué aprendizajes
hay para México en esta historia?
Economía: ¿verdad o percepción?
Durante su campaña, Trump hizo
gala de su estilo “políticamente incorrecto” y de pronunciamientos
grandilocuentes tales como amenazar a Ford de gravarlos con impuestos por
importar si movían su producción a México, renegociar el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, abandonar el Acuerdo Transpacífico, e imponer
aranceles sobre China en caso de no abandonar supuestas actividades ilegales.
Sin embargo, muy pocas de sus
amenazas vienen de fundamentos reales. Existe poca evidencia de que el comercio
con México es un contribuyente relevante en el tipo de problemas de la economía
estadounidense. Siendo justos, la situación es más compleja, pues hay muchas
variables que se entrecruzan para llegar a los efectos actuales: educación,
ingresos, empleo, productividad, entre otras.
El discurso de Donald Trump
sedujo a las áreas menos productivas (representan apenas 36% de la actividad
económica) de los Estados Unidos, por lo que a bote pronto se etiquetó a los
votantes del magnate como personas ignorantes, de poca educación, improductivas
y a las que Trump timó. Estas ciudades de alta desindustrialización han visto
el ocaso de diferentes industrias que otrora les enorgullecieron: siderúrgica,
aluminio, papel, hule, caucho, automovilística, fotografía analógica,
televisión abierta, manufactura de electrodomésticos, entre otros.
La realidad del día a día que
Trump no quiere ver es que los trabajos en estas industrias se han perdido
debido a que las fábricas de manufactura se están volviendo centros digitales
con inversiones en equipo avanzado, automatización, y robots para disminuir los
costos de producción y así permanecer competitivos en la industria global.
El Show de Trump llega a Carrier
Para ejemplificar mejor lo
explicado en los párrafos anteriores, podemos observar los hechos del caso
Trump con Carrier, compañía que principalmente manufactura aires
acondicionados:
En febrero pasado, United
Technologies anunció que enviaría a Monterrey 1,400 empleos de la planta
Carrier de y 700 de la planta de United, ambas ubicadas en Indiana. Por otro
lado, se quedarían 300 empleos de ingeniería en Carrier y 100 en United.
Trump pidió boicotear a Carrier y
al poco tiempo de ganar las elecciones, anunció que “negoció” con Carrier y que
había rescatado 1,100 empleos.
Detalles emergieron que Trump
ofreció 7 millones de dólares (mdd) en incentivos fiscales para la próxima
década patrocinados por el estado de Indiana, donde Mike Pence, compañero de
fórmula de Trump, aún es gobernador.
El director de Carrier corrigió a
Trump y dijo que finalmente “sí se salvaron” 730 empleos. Esta cifra incluye
tanto empleos obreros “salvados” como otros de investigación y desarrollo como
se iban a quedar en Indiana, nunca peligraron realmente. Por otro lado, 550
empleos para producción de hornos de carbón irían a México.
El director de United
Technologies confirmó que el acuerdo con Trump le permitirá invertir 16 mdd en
la planta, principalmente para automatizar los procesos de manufactura. Al
final del día, se llevarán 550 empleos a México para ensamble de ventiladores-radiadores,
y la automatización hará que desaparezcan cientos de empleos en la planta de
EU.
Meter este tema en la agenda fue
un gran golpe de efecto para Trump, quien además hizo un evento en la fábrica
para mostrar que antes de asumir como presidente, ya está dando resultados.
Este tema tuvo gran éxito tanto entre su base de votantes y en el humor
nacional: 46% de estadounidenses señalaron en una encuesta que Trump ya está
previniendo que los empleos se vayan a otros países y en otra medición, 60% de
los votantes dijo que el trato les da una opinión más favorable del magnate.
Ganar-Perdiendo: El falso éxito
Habría que precisar que las
plantas no estaban cerrando porque Carrier perdiera dinero o por la
obsolescencia de los productos. Éste fue
un ejemplo más de la disminución de costos que permite el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, donde el modelo empuja a que Estados Unidos
aporte know-how de valor y México contribuya con salarios bajos: ”Carrier en
Indiana paga $30 dólares por hora a sus trabajadores, acá la paga a 3 dólares
la hora.”
Hay que destacar que un golpe de
efecto en relaciones públicas como el que ha tenido Trump “el activista” no es
en definitiva una política económica ni industrial. Tampoco salvar 500 o mil
empleos a la vez es una estrategia sostenible en un país de más de 325 millones
de personas. Lo que Trump logró con este acuerdo es generar malos incentivos:
el acuerdo de naturaleza común, no dio a conocer todos los detalles negociados,
dejó de recibir impuestos de una empresa que sí podía pagarlos y no cambió las
cosas de fondo.
Pero la mejor conclusión fue
esbozada por Bernie Sanders: “Trump ha puesto en peligro los empleos de
trabajadores que antes estaban seguros. Le acaba de enseñar a cada empresa que
pueden amenazar con llevarse trabajos del país a cambio de recibir beneficios e
incentivos fiscales. ¿Y quién va a pagar esos incentivos? La clase trabajadora.”
Es la tecnología, estúpido
De acuerdo con Brookings, el
sector manufacturero se ha vuelto significativamente más productivo en las
últimas décadas, como se puede ver en la siguiente gráfica. Por un lado, la
línea roja muestra el número total de empleos en el sector manufacturero, revelando
que, a través del tiempo, ha disminuido la cantidad neta de empleados en el
sector. Por otro lado, la línea azul, que en 1980 coincidía con la línea roja,
muestra la productividad del sector. Así, hoy en día la manufactura es hasta
2.5 veces más productiva que hace 35 años, y para ello requiere menos
trabajadores.
Finalmente, las barras grises
muestran un firme declive en el número de trabajadores requeridos para crear 1
mdd en bienes manufacturados: antes se necesitaban 25 empleados y hoy sólo se
requieren 6.5. Así, el daño económico que hubo en ciertas comunidades y la
posterior ira de sus poblaciones, no fue por el comercio global tanto por la
automatización. Para entender esto tangiblemente, sólo hay que imaginar la
cantidad de veces que una fábrica ha despedido trabajadores en los últimos 35
años porque “compraron una nueva máquina y ya no necesitan tanta gente.”
Trump tendrá muy difícil cumplir
sus promesas porque estos hechos muestran que:
Los empleos de hoy no son iguales
a los de hace décadas que comenzó la globalización.
Buena parte de los empleos se
perdieron porque ya los hacen máquinas o robots.
La tendencia de automatización
por tecnología es imparable, no importa cuántos acuerdos secretos haga Trump
con las empresas.
Revolución Industrial, por cuarta
vez
De acuerdo con el Foro Económico
Mundial, en los próximos cinco años se perderían entre 5.1 y 7.1 millones de
puestos de trabajo, únicamente en los 15 países más industrializados. La
automatización y las nuevas tecnologías como robótica, inteligencia artificial,
la impresión 3D y la nanotecnología tendrán una mayor incidencia en la
destrucción de estos empleos, pero crearán otros 2 millones para las áreas de
Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas (STEM, por sus siglas en
inglés).
Más perjudicados resultarán los
países no desarrollados, que, como los latinoamericanos, mantienen sus
economías sobre trabajos mal pagados que requieren poca capacitación. Conforme
avancen las capacidades y disminuyan los costos de los robots y la tecnología,
los bajos salarios dejarán de ser una base competitiva.
Para contrarrestar estos efectos,
se necesitará que los países cultiven una población con imaginación orientada a
la innovación, al tiempo que mejoren sustancialmente la educación que ofrecen
en las áreas STEM. De acuerdo con Comisiones Obreras, 75% de los oficios y
profesiones futuras aún no existen, pero estarán relacionados con sistemas
informáticos, la gestión de datos, seguridad informática, sistemas robóticos, entre
otros.
Conclusión: Crisis, también
oportunidad
Las acciones de Trump son una
agresiva regresión con ideas de las décadas de los 1950s y 1960s. El modelo que
ha elegido, además de tener poco potencial, dará resultados con lentitud. Por
el contrario, la manufactura de esta época es mucho más cercana a la que
enarbola Elon Musk, cuyas tecnologías frontera requieren apenas 1.6
trabajadores para generar 1 mdd de valor.
Entre las acciones que Trump deja
a México como lección sobre lo que se puede hacer y no, se encuentran:
Entender que la manufactura
actual es llevada a cabo cada vez más por robots que por personas, y que el
comercio no tiene la culpa de esto.
Por tanto, acentuar capacidades
donde el ser humano sí brilla: toma de decisiones, pensamiento crítico e
innovación.
Mejorar la calidad educativa,
especialmente la de las áreas STEM.
Establecer seguros por bajos
salarios, además por desempleo.
Aumentar la urbanización y el
acercamiento de las cadenas productivas.
Establecer mecanismos formales de
trabajo conjunto y de toma de decisiones gubernamentales con las comunidades
para desarrollar mejores políticas locales.
Enfocarse en industrias y no en
empresas concretas.
Las victorias de corto plazo
pueden dañar severamente las de largo plazo.
Dar a los trabajadores
capacitación relevante y enfocada en industrias de rápido avance tecnológico
para que estén listos para las fábricas digitales.
En el caso de trabajadores desplazados,
es más importante establecer seguros temporales de desempleo, programas
enfocados en capacitación y en apoyo para transición entre industrias, que
pensar en restablecerlos por presión política.
Diseñar los tratos entre el
sector público y privado más holísticamente, de forma que los beneficios
transformen los clústeres, las comunidades y poblaciones.
Endeudarse para invertir en la
industria, ahora que todavía hay tasas bajas.
Quizá la lección más importante
para México es que tenemos síntomas de trabajadores inconformes con experiencia
en industrias decadentes y sobretodo, de empleados mal pagados. Las soluciones
que se requieren son de fondo. La estrategia de Trump es un paliativo
psicológico, pero al no ser una solución viable en el largo plazo, resultará en
que el paciente busque drogas más fuertes y agresivas, con efectos colaterales
aún más peligrosos.
Javier Arreola-Ingeniero,
emprendedor y becario Carlos Slim en la U. George Washington. Aprendí de
energía en la Brookings Institution. Analizo el liderazgo de México en el mundo
y busco traducir tecnicismos al lenguaje cotidiano.
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