Un fondo crea un algoritmo de gestión basado
en la mente de los empleados
The wall
street journal- diciembre de 2016
Ray Dalio, fundador de
Bridgewater, el mayor fondo de cobertura del mundo, quiere que la firma siga
operando según sus ‘Principios’ cuando él ya no esté
En la sede de Bridgewater
Associates LP, la mayor firma de fondos de cobertura del mundo, un grupo de
ingenieros de software trabajan en un proyecto secreto que el fundador Ray
Dalio a veces ha llamado “El Libro del Futuro”.
El objetivo es una tecnología que
automatizaría la mayor parte de la gestión de la empresa. Sería la culminación
de toda una vida de trabajo de Dalio, su esfuerzo para hacer de Bridgewater un
altar a la apertura radical y una empresa que pueda perdurar sin él.
La mayoría de las reuniones de
Bridgewater son grabadas y se espera que los empleados se critiquen mutuamente
en forma continua. Sus debilidades son indagadas a fondo y el desempeño
personal se evalúa sobre la base de una serie de datos, todo bajo la atenta
mirada de Dalio.
La nueva tecnología convertiría
el poco ortodoxo estilo de gestión de Dalio en un sistema de software que
distribuiría al personal instrucciones —como si se tratara de un GPS— sobre
cada aspecto de su jornada laboral, hasta el extremo de determinar si se debe
hacer una llamada telefónica. Un empleado familiarizado con el proyecto lo
describió como “intentar convertir el cerebro de Ray en una computadora”.
Bridgewater administra unos
US$160.000 millones, con lo que ningún otro fondo de cobertura lo puede
igualar, y les ha generado a sus clientes el doble de la ganancia total de
cualquier rival, según LCH Investments NV. Dalio ganó personalmente US$1.400
millones el año pasado, según Institutional Investor’s Alpha.
Las reglas que debe seguir el
personal de la compañía aparecen en un manifiesto de 123 páginas conocido como
los “Principios”, que cada empleado debe conocer y aplicar con diligencia.
Junto con máximas como “En general, con el tiempo obtendrás lo que mereces”,
los Principios están repletos de consejos de Dalio, tales como “No escojas tus
batallas. Peléalas todas”.
Bridgewater dice que
aproximadamente una quinta parte de los nuevos empleados dejan la empresa en el
primer año. La presión es tal que los que se quedan a veces se les ve llorando
en los baños, dijeron cinco actuales y ex empleados. Este artículo se basa en
entrevistas con ellos y más de una decena de empleados actuales y antiguos de
la firma y otras personas cercanas.
Dalio retomó el timón de Bridgewater
a principios de año después haberse tomado un respiro y dedicarse a ser mentor
hace seis años. A las pocas semanas de haber regresado, reunió a los gerentes y
les dijo que la firma se había vuelto ineficiente. La solución, manifestó, era
una “renovación” en la que se marcharían los más débiles.
Los despidos comenzaron casi de
inmediato. Desde entonces, la cantidad de trabajadores se ha reducido en
alrededor de 150 personas, 10% del total, y otros cientos pueden ser despedidos
en los próximos meses.
Molesto por la revelación pública
del tumulto interno que estos despidos produjeron, Dalio cambió un sistema de
décadas de dar a conocer a cada empleado todas las deliberaciones y decisiones
del equipo de gestión y redujo esa “transparencia radical” a alrededor de 10%
del personal. Dalio también escribió un nuevo principio: “Espera que quienes
reciban la transparencia radical la manejen de manera responsable y no se la
des si no pueden hacerlo”.
Cuando un empleado desafió a
Dalio en una reunión abierta sobre si la respuesta a las filtraciones era
proporcional, Dalio contestó que, como inventor del sistema de gestión de la
empresa, él había determinado que lo era.
Dalio fundó Bridgewater en 1975
en su apartamento de dos dormitorios en Manhattan y captó la atención de los
inversionistas por su capacidad para predecir tendencias macroeconómicas.
El fundamento de su éxito, dice,
es su convicción de que los mercados reflejan el funcionamiento de una máquina
económica incomprendida y que la interpretación de su mecánica requiere una
dedicación incansable y a menudo dolorosa, un proceso que denomina “desacuerdo
sensato”.
Décadas antes de que la
negociación electrónica se pusiera de moda, Bridgewater comenzó a monitorear
las relaciones entre lo que ahora son 100 millones de datos, tales como las
tasas de interés internacionales y las ventas al por menor, para crear
algoritmos de inversión.
El principal fondo de cobertura
que incorpora estos algoritmos, Pure Alpha, lo utiliza para transar acciones,
bonos, monedas y otros activos. El fondo ha anticipado auges y caídas en todo
el mundo, incluyendo —en 2006— la crisis financiera de 2008, dijo la firma a
los inversionistas.
Dalio también cree que los
humanos trabajan como máquinas, una palabra mencionada 84 veces en los
Principios. El problema, insiste, es que la interferencia emocional impide que
la gente logre su mejor desempeño. Dalio cree que esto puede ser superado a
través de la práctica sistemática.
El software del “Libro del
Futuro” para automatizar la gestión fue bautizado como Sistema Operativo de
Principios (PriOS, por sus siglas en inglés). Es un intento de hacer que la
gestión de la empresa sea casi tan sistemática como su proceso de inversión.
Dalio tiene el puntaje más alto
en Bridgewater y el software lo considera el empleado más “creíble” en temas de
inversión y liderazgo, lo que significa que sus opiniones tienen más peso.
Dalio siempre está en busca de
nuevos datos con los que evaluar a su personal. Una vez planteó la idea de usar
bandas ajustadas a la cabeza para rastrear las ondas cerebrales, cuenta un ex
empleado. La idea no fue adoptada.
El impulso para automatizar la
gestión aborda un desafío mayor, que es cómo esta cultura sobrevivirá a Dalio,
de 67 años.
Cuando se retiró temporalmente de
la gestión cotidiana, dejó en su lugar a un grupo de ejecutivos, pero poco
después estaba frustrado con algunos de ellos, como James Comey, el actual
director del FBI, a quien Dalio contrató como abogado general en 2010.
En menos de tres años, según dos
ex empleados, Dalio pasó de elogiar a Comey a llamarlo alguien que repite las
ideas obsoletas, en contraposición a un líder visionario, el ideal de
Bridgewater.
Comey, que abandonó la empresa en
2013, no quiso hacer comentarios para esta nota.
Un ejecutivo que durante mucho
tiempo fue considerado como el probable sucesor de Dalio, Greg Jensen, tuvo
problemas con su jefe hace un año por supuestamente hablar mal de él en su
ausencia, algo que en Bridgewater es un pecado casi tan grande como la
deshonestidad. Jensen perdió su título de copresidente ejecutivo, pero sigue
siendo codirector de inversión. Jensen también se negó a hacer comentarios.
“Estas clases de interacciones
ocurren en cualquier lugar de trabajo de Estados Unidos”, dijo Bridgewater en
un comunicado. “La diferencia es que aquí en lugar de pretender que no existe
lo abordamos en forma abierta y honesta”.
En el centro del proyecto de
tecnología se encuentra un grupo separado del resto, el Laboratorio de Inteligencia
Sistematizada. Es encabezado por David Ferrucci, que dirigió el desarrollo del
sistema de inteligencia artificial Watson en International Business Machines
Corp. antes de incorporarse a Bridgewater en 2013.
Algunos esperaban que Ferrucci
usara su talento para ayudar a encontrar señales ocultas en los mercados, pero
su labor se ha centrado en analizar el torrente de información que la empresa
recaba sobre sus trabajadores. Los datos incluyen calificaciones o “puntos” que
los empleados se otorgan durante el día.
El laboratorio está involucrado
en varias aplicaciones de iPad que forman parte de la vida cotidiana de los
empleados, incluida una que les permite clasificarse entre ellos, realizar
encuestas rápidas durante las reuniones, o hacer preguntas francas como si una
conversación es una pérdida de tiempo. Los datos se combinan para producir
indicadores que muestran las fortalezas y debilidades de cada persona.
Varios empleados dicen sentir que
su trabajo en Bridgewater tiene tanto o más que ver con un experimento en toma
de decisiones que con hacer inversiones.
El software denominado “El
Contrato”, cargado en los iPads del personal, instruye a los empleados para que
formalicen las metas que quieren alcanzar con el tiempo y rastrea la fiabilidad
con la que las persiguen.
Una aplicación llamada “El
Entrenador” permite relacionar una pregunta con el pasaje relevante de los
Principios. El objetivo es que se convierta con el tiempo en un sistema
inteligente que ayude en la toma de decisiones.
La idea es que, con el paso del
tiempo, PriOS logre predecir los resultados de las reuniones antes de que
terminen y guiar a la gente a emprender ciertas acciones. Dalio apunta a que
dentro de cinco años casi tres cuartas partes de las decisiones de gestión sean
determinadas por PriOS.
El manifiesto original de Dalio
subraya la meta de automatizar la toma de decisiones. Con un mayor uso de los
Principios, dice, estos “no sólo serán entendidos, sino que evolucionarán de
ser ‘los principios de Ray’ a ser ‘nuestros principios’ y Ray desaparecerá de
la escena”.
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