Cansancio: enemigo mortal de la
productividad
FORBES- 23 de Marzo de 2016
La relación entre el cansancio y
el descanso es directamente proporcional a tu efectividad en el desempeño de
tareas cotidianas.
El cansancio es el enemigo mortal
de la productividad. Lo obvio de estas palabras no les quita validez. Sin
embargo, parece que esta verdad tan básica es un misterio que no se ha podido
resolver. Por alguna extraña razón, hay cierto remordimiento en sentirse
cansado y una gran resistencia a expresar la necesidad de tomar un tiempo para
descansar. Pero el cuerpo habla y la mente se expresa. Cuando las pausas de
todos los días y el sueño por las noches son insuficientes, si en la mañana el
esfuerzo por dejar la cama es cada día más rudo y al llegar la hora de
acostarse el insomnio no deja dormir, hay que hacer una pausa.
La falta de potencia después de
un esfuerzo continuado, el trabajo arduo y la consistente merma de las
capacidades físicas e intelectuales son signos que se deben atender y el descanso
se convierte en algo necesario.
Cuando estamos cansados, en forma
casi imperceptible entramos en círculos de somnolencia y aburrimiento que
desencadenan hastío, tensión emocional, falta de energía y nos lleva a
aproximarnos a la desilusión y la infelicidad. De un momento a otro se desencadenan
círculos viciosos. Las cosas empiezan a salir mal o cuesta mucho realizarlas, y
no entendemos por qué. La fatiga es sigilosa, es un síntoma que afecta a muchos
que se niegan a reconocer que la padecen. La maravilla es que todos estos
síntomas desaparecen después de un buen periodo de descanso.
La relación que existe entre el
cansancio y el descanso es directamente proporcional a la efectividad que
mostramos al desempeñar nuestras tareas cotidianas. Y, aunque es evidente,
pocas veces ponemos atención en esas señales que nos alertan sobre la falta de
vigor y entusiasmo.
Tenemos una gran tolerancia al
agotamiento y nos negamos a ver cómo nuestro tanque de energía se va acabando.
Peor aún, evitamos reconocer que necesitamos descansar, como si eso fuera una
debilidad y no una necesidad humana. Lo curioso es que la efectividad tiene una
relación inversamente proporcional a la extenuación.
Al estar cansados, las musas
vuelan y la inspiración falta. Los errores que antes eran raros, hoy se
convierten en algo de diario, y el mal humor se hace presente con mayor
frecuencia. Los olvidos y los descuidos, que antes no sucedían, ahora pasan
cada vez más seguido. En fin, el cansancio y el desempeño se llevan mal.
El descanso trae frescura a la
mente y prepara el terreno para que la creatividad germine. Hacer cambios en la
rutina, salir de vacaciones propicia quietud, y un cambio de aires quita el
polvo mental que se ha acumulado gracias a la fatiga.
Resistirse a salir de vacaciones
es un error. Un cambio de escenario obra maravillas en formas prodigiosas.
Salir y ver cosas diferentes nos hace dejar la caja que encierra la visión y
nos ayuda a adquirir otro punto de vista. Así, desde otra perspectiva, el
cerebro encuentra conexiones que antes no alcanzaba a procesar por estar
ensimismado. El descanso abre puertas y ventanas a la imaginación y al
criterio.
Un cuerpo que ha recibido sus
horas de descanso es casa perfecta para una mente creativa. Una mente que ha
tenido la oportunidad de refrescarse es fuente de nuevas ideas. Al salir de la
cotidianidad se escuchan armonías distintas, se satisface un impulso de
curiosidad y se abren posibilidades al ver algo diferente. Incluso, una pequeña
alteración a las costumbres, como caminar a diferente hora por el mismo lugar o
sentarse a tomar un café y platicar con un viejo amigo, puede obrar maravillas.
Descansar es importante para la salud física, mental y laboral. Una cabeza
fresca es mucho más productiva.
No obstante, falta ejercer
adecuadamente una cultura alrededor del descanso. Pedir vacaciones al jefe, en
muchas ocasiones, parece tan difícil como solicitar un aumento de sueldo.
Avisar a nuestro equipo de trabajo que nos vamos a ausentar para tomar nuevos
aires resulta muy complicado. Es necesario darle un carácter natural al tiempo
que requerimos para recuperarnos y estar listos para lo que sigue.
La confusión alrededor de las
bondades que se generan con el descanso va en ambos sentidos de la línea
jerárquica. Hay jefes a los que les encanta tener a su gente sentada y en sus
puestos, cumpliendo horarios, en vez de concentrarse en los objetivos. Dejan de
entender que después de cierto tiempo la creatividad desfallece y muere a causa
de la fatiga. La irritabilidad, la indiferencia, el aburrimiento y el
resentimiento van ganando espacios y, consecuentemente, la productividad
decrece.
Hay personas que sienten que
estar ahí sentado, ocupando un lugar, haciendo presencia, es lo adecuado. Dejan
transcurrir las horas, tal vez jugando con el teléfono, leyendo el periódico,
consultando redes sociales, comiendo en el escritorio o dormitando sin hacerse
cargo de la terrible falta de productividad que eso representa. Salir de
vacaciones trae la oportunidad de sacudirse las moscas y regresar con nuevos
bríos.
¿Cuántas empresas prefieren pagar
las vacaciones en lugar de mandar a su gente a disfrutarlas? ¿Cuántos empleados
piden el pago de sus días de descanso en vez de salir de la oficina? Así, una
mala práctica se convierte en lo común, y las consecuencias se ven en el
entusiasmo del equipo de trabajo. Dejar de lado las vacaciones es tan
inteligente como pegarse un balazo en una pierna.
El cansancio es caldo de cultivo
de estrés, de emociones negativas y de empeoramiento de la salud. La
resistencia a darnos cuenta de que necesitamos una pausa tiene que ver, unas
veces, con el miedo a ser mal percibido, y otras, con un ego que nos dice que
si no estamos pegados a la computadora, contestando mensajes o al pendiente de
la oficina, todo se vendrá abajo. Nada se desmorona mientras tomamos vacaciones
y la mejor forma de estar listo para lo que sigue es teniendo el vigor
necesario.
Las mejores ideas llegan a las
mentes que están relajadas. Arquímedes gritó “¡Eureka!” mientras estaba tomando
un baño de tina. Isaac Newton entendió la gravedad mientras estaba sentado bajo
un manzano, leyendo. Herman Miller escribió Trópico de Cáncer gracias a lo que
observó mientras caminaba por las calles de París. Michel de Montaigne pasó
horas sentado en cafés de Burdeos, viendo gente pasar, y así escribió sus mejores
ensayos.
Insisto, el cansancio es el
enemigo mortal de la productividad. Lo obvio de estas palabras no les quita
validez. No es algo tan espinoso. Si por alguna extraña razón hay cierto
remordimiento en sentirse cansado y una gran resistencia a expresar la
necesidad de tomar un tiempo para descansar, toma una raqueta, mete el traje de
baño a la maleta y sal a tomar vacaciones. Verás cómo, al regreso, ese problema
irresoluble, ese obstáculo insalvable, ese tema imposible de tratar tienen una
dimensión diferente y todo toma su lugar.
Cecilia Durán Mena- le gusta contar. Poner en secuencia números y
narrar historias. Es consultora, conferencista, capacitadora y catedrática en
temas de Alta Dirección. También es escritora.
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