La
disputa Apple-FBI, el rostro de un peligro global
FORBES - martes, 1 de marzo de 2016
La sociedad, cada vez más
digitalizada, corre el peligro de que su seguridad dependa de las decisiones de
empresas o de instituciones y gobiernos corruptos, o incluso totalitarios.
Una de las noticias más sonadas
de las últimas semanas es la disputa legal entre Apple y el gobierno de Estados
Unidos. La pelea es sobre si la compañía californiana debería ayudar a la FBI
(Agencia Federal de Investigación) a acceder a la información que se encuentra
cifrada dentro del iPhone de uno de los atacantes del tiroteo masivo ocurrido
en San Bernardino, California, en diciembre de 2015.
Después de que un juez federal
ordenara a Apple que ayudara a la FBI a recuperar la información del teléfono
celular, Apple denunció la extralimitación del gobierno federal sobre la
privacidad de los ciudadanos. La petición consiste en crear un software con la
capacidad de burlar la configuración predeterminada del iPhone de borrar toda
su información después de que se han introducido 10 passwords de manera
incorrecta.
La compañía ha ayudado en varias
ocasiones al gobierno a decodificar teléfonos envueltos en investigaciones
criminales. Incluso, para esta misma disputa de San Bernardino ya había
accedido a proporcionarle al gobierno los datos almacenados en la nube
(iCloud). Entonces, ¿qué es lo que hace a este caso tan especial?
¿Una cuestión de privacidad o de
seguridad nacional?
Cuando en 2013 Edward Snowden
reveló la vigilancia de los ciudadanos estadounidenses por parte de la Agencia
Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) del gobierno de Estados
Unidos, Apple anunció que a partir de ese momento sus teléfonos cifrarían de
forma predeterminada toda la información contenida en el dispositivo, de tal
manera que ni siquiera Apple podría acceder a ella.
Lo que hace distinto a este caso
es la petición del gobierno para que Apple cree un software cuyo único fin
sería crear una “puerta trasera” para acceder a los datos del teléfono. En la
demanda interpuesta por la FBI se argumenta que sin la ayuda de Apple sería
imposible que la Agencia acceda al contenido del teléfono si quiere llevar una
investigación criminal efectiva.
También llama la atención que de
todas las ocasiones en que la FBI ha llevado a juicio a Apple sobre información
cifrada en teléfonos, haya escogido ésta para hacerla pública. En este caso, la
FBI utilizó el perfil de terrorismo del caso de San Bernardino (se dice que los
atacantes tenían lazos con el grupo terrorista ISIS) para ganar simpatía
pública y tratar de lograr —al fin— que Apple le concediera su demanda.
Una propuesta que se ha hecho es
que Apple acceda solamente a esta petición del gobierno y que se asegure que no
vuelva a ocurrir. El problema es el precedente legal que ello establecería.
El sistema legal de Estados
Unidos —derecho común— se basa, en gran parte, en precedentes establecidos en
las cortes a lo largo del tiempo en el país. Esto significa que en el momento
en que Apple cumpla con la orden del juez, otras disputas, tanto presentes como
futuras, podrían ser fácilmente terminadas a favor del gobierno. En medio de
esta pelea se reveló que la FBI tiene alrededor de una docena de teléfonos que
quiere que Apple desbloquee, mientras que agencias gubernamentales a lo largo
del país tienen cientos.
De acuerdo con el periódico The
New York Times, Apple ha cooperado con el gobierno cuando tiene la capacidad
técnica de hacerlo. Tan sólo para la primera mitad de 2015, la compañía recibió
cerca de 11,000 peticiones de gobiernos de todo el mundo para obtener
información de cerca de 60,000 dispositivos. De todas ellas, Apple cooperó en
7,100.
Pero más allá del sistema legal
estadounidense, las consecuencias de esta disputa son globales. Después de
todo, ¿qué detendría a gobiernos menos democráticos o más autoritarios que el
estadounidense de presionar a Apple u otras compañías para que le proporcionen
la información que quieren, sin importar si violan los derechos de sus
ciudadanos?
Apple pasó meses en China
negociando con la principal operadora de telefonía del país para que vendiera
sus celulares, asegurándole a la población que el gobierno no iba a espiar los
datos que tuvieran en sus iPhone. Si accede a la petición de la FBI, Apple
estaría poniéndose a merced del gobierno chino, pues le sería difícil defender
su política de protección de privacidad después de haber cedido ante el
gobierno estadounidense.
De ocurrir esto, Apple tendría
que librar una batalla de relaciones públicas extremadamente costosa con uno de
los gobiernos más grandes del mundo, en uno de los mercados más rentables para
la compañía. Finalmente, el peligro más evidente en la mente de todos nosotros
es el de hackers y otros individuos que, de hacerse realidad el software de
Apple —esta especie de “puerta trasera”, como se ha llamado— tendrían una forma
relativamente más directa de infiltrarse en nuestros datos.
¿Quién garantiza nuestro
bienestar?
Teóricamente, el gobierno es
quien debe representar los intereses de la población, por lo que en esta
disputa debería tener la autoridad moral para decidir cuál es la alternativa
que traerá el mayor beneficio para sus ciudadanos.
Evidentemente, esto no ha sido
cierto para este caso, como tampoco lo ha sido para muchos otros relacionados
con privacidad. Sin embargo, es interesante tomar en cuenta este concepto al
analizar el poder de las empresas y los gobiernos.
Por ejemplo, a principios de este
año, Google y el Reino Unido llegaron a un acuerdo legal en que la empresa
pagaría 130 millones de libras esterlinas al gobierno por evasión de impuestos.
A pesar de que la decisión fue aplaudida por sectores de la población inglesa e
internacional, muchos argumentan que la cantidad palidece ante lo que Google
realmente le debe al gobierno.
Apple y Estados Unidos han
discutido por años algo similar, debido a que la empresa de California
aprovecha las lagunas fiscales en la legislación de EU para desviar sus
ganancias a Irlanda, que tiene leyes impositivas más laxas.
Es cierto que en términos de
competencia Irlanda ha aprovechado su posición, pues está obteniendo los
impuestos que le corresponden a EU, todo de manera legal. Pero Apple hace uso
de las ventajas que su ubicación en California le confieren (como talento,
menores fricciones a la transferencia de conocimiento, entre otras), y a pesar
de ello no paga acorde con estos beneficios, tomando así una posición un tanto
abusiva.
Expertos en tecnología consideran
un hecho que los cinco gigantes en tecnología (Amazon, Google, Apple, Facebook
y Microsoft) continuarán fortaleciéndose, dominando casi de forma absoluta el
mercado. La gran interrogante consistirá en ver cómo los gobiernos reaccionarán
y si podrán extraer el mayor beneficio social a esta nueva realidad.
Pero esta vez el gobierno de EU
ha fallado, pues no reconoce que se está extralimitando en una cuestión
altamente sensible y con implicaciones globales, además de que poco ha hecho
por enmendar su imagen de vigilancia omnipresente e ilegal de la que se hizo en
2013.
Conclusión
Quizá más relevante es ver cómo
este caso nos obliga a incorporar el tema de seguridad, privacidad y nuestra
creciente (y comprensible) dependencia de tecnologías digitales en nuestra
discusión pública. ¡Enhorabuena! Estoy de acuerdo con la postura de Apple al
rehusarse a ceder a esta demanda del gobierno, pero es importante preguntarnos
lo que podría pasar en un escenario donde una empresa con el prestigio y poder
de Apple tenga intenciones en contra del bienestar de la sociedad.
Dada la velocidad con que nuestra
identidad digital y física continúa dándose, este escenario probablemente no se
encuentre lejos. Al final, ¿quién es capaz de afirmar categóricamente que en
esta ocasión es el gobierno de Estados Unidos el que se equivoca, y no Apple?
Recordemos que esta discusión de Apple versus FBI, sobre una disputa legal en
Estados Unidos, continúa generando opiniones y polarizando a la comunidad
internacional.
Mientras nuestra vida se
digitaliza cada vez más, si las leyes no se actualizan y el proceso de formulación
de políticas públicas se acelera, el derecho a la privacidad y seguridad de
todos nosotros corre peligro. De seguir así caeríamos en una sombría realidad
en que el bienestar de los ciudadanos del mundo y de la sociedad dependería de
las decisiones de las empresas, que racionalmente buscan maximizar ganancias, o
de algunas instituciones y gobiernos corruptos, o incluso totalitarios.
Ante dicho escenario ninguna
alternativa nos beneficiaría. Es urgente poner estas discusiones sobre la mesa
y no permitir que terminen en un territorio envuelto en oscuridad perpetua,
donde nuestros derechos se determinen utilizando toda clase de artificios. No
nos podemos permitir llegar a ese punto.
Referencias
— Cook, T. (2016, Febrero 16). A Message to Our Costumers. Apple.
— Davidson, A. (2016, Febrero 19). The
Dangerous All Writs Act Precedent in the Apple Encryption Case. The New Yorker.
— Editorial Board. (2016, Febrero 18). Unlock
that iPhone, Apple. Bloomberg View.
— Gapper, J. (2016, Enero 23). Google Strikes 300m
Back Tax Deal. Financial Times.
— Levine, R. (2016, Febrero 20). In the
Government vs. Apple, Who Wears the Black Hat? The New York Times.
— Lichtblau, E. & Goldstein, J. (2016,
Febrero 23). Apple Faces U.S. Demand to Unlock 9 More iPhones. The New York
Times.
— Room for Debate. (2016, Febrero 18). Crimes,
iPhones and Encryption. The New York Times.
Daniela García Santibáñez Godoy-Economista
de Berkeley y la Universidad Iberoamericana, averiguando por qué crecen las
economías. Trabajó en Inversión para la ONU en Asia y le apasiona el Liverpool
FC. Aunque ha tartamudeado toda la vida, nunca le faltan las palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario