La guerra hace más pobres a los
pobres
FORBES- 2 de Marzo de 2016
El destructivo binomio de la
guerra y la pobreza debe servir como un llamado urgente a la comunidad
internacional.
La pobreza genera conflictos
bélicos y estos ocasionan pobreza. Este axioma, tan antiguo como la humanidad
misma, hoy se encuentra más presente que nunca en el escenario internacional y
representa una amenaza adicional para un aparato económico global que ya tiene
varios frentes abiertos.
De acuerdo con Naciones Unidas,
vivimos en el periodo más convulsionado de la historia, toda vez que en su
último reporte de desplazados a causa de la guerra se alcanzó un máximo
histórico de 59.5 millones de refugiados, más que en cualquier periodo de la
historia, y esto tiene un muy importante componente económico.
Al respecto, el Instituto para la
Paz y la Economía en su Índice Global de la Paz, edición 2015, señaló que el
costo total de los conflictos bélicos alrededor del mundo ascendió a 14.3
billones de dólares, esto equivale al 13.4% del PIB mundial.
El principal problema de ello es
que de cara al futuro el panorama luce poco alentador. El Banco Mundial señala
que en 2030 la mitad de la población que estará en condición de pobreza vivirá
en un país afectado por algún tipo de confrontación, lo que nulifica sus
posibilidades de aspirar a mejores niveles de vida. La gran tragedia en este
tema es que a pesar de que existe toda una economía paralela de la industria
bélica, ésta sólo beneficia a grandes corporaciones y especuladores
financieros.
De hecho, el propio Banco Mundial
señala que del gran total de créditos que ha otorgado, poco más del 16% tiene
por objeto mitigar las consecuencias económicas y sociales tras una
conflagración. Sin embargo, las regiones que reciben esta ayuda no muestran un
avance en su desarrollo humano y en muchos casos la ayuda se diluye en
gobiernos corruptos.
El año pasado, el mundo fue
testigo de la contundencia de este círculo vicioso en Siria. Mientras que las
grandes potencias discuten y se reparten cotos de poder en el tablero
geopolítico internacional, la violencia en ese país ha sumergido al 80% de sus
ciudadanos en la pobreza.
Esa gente entra a dicho círculo
puesto que al ver desaparecidas sus fuentes de ingreso, así como cualquier
posibilidad de desarrollo para sus familias, tiene dos opciones: buscar asilo
en otro país en calidad de refugiada, aumentando el tsunami migratorio que se
vive, y tratar de vivir a partir de las dádivas de gobiernos y organismos
internacionales, o bien quedarse a servir como “carne de cañón” de los grupos
en disputa. Éste es un ejemplo de cómo funciona el binomio destructivo de la
guerra y la pobreza, y debe servir como un llamado urgente a la comunidad
internacional.
Ante los crecientes conflictos y
la incertidumbre económica global, se requiere que en México, tanto gobierno
como iniciativa privada, estén atentos a nuevos y potenciales problemas con el
fin de tomar las precauciones necesarias.
En este mundo globalizado todo
está conectado, por lo que es crítico prestar atención a las alertas tempranas.
Al respecto resaltan dos casos muy importantes a seguir y analizar. El primero
es el desencuentro protagonizado entre Turquía y Rusia, el cual, si bien tiene
pocas probabilidades de escalar a una confrontación mayor, hoy parece
igualmente improbable que tenga solución, tal como lo ha expresado
recientemente el gobierno alemán. Será crítico que en las próximas semanas los
líderes de ambas naciones retomen el diálogo, puesto que el trabajo conjunto de
estas naciones es indispensable para garantizar la estabilidad en Oriente
Medio.
Asimismo habrá que seguir el
conflicto entre Arabia Saudita e Irán, sobre todo por los impactos que tendría
en una ya afectada industria petrolera. Este caso es el de mayor preocupación
por tratarse de gobiernos no democráticos; el primero, una monarquía
absolutista, y el segundo, una teocracia con gran capacidad militar y recursos
económicos, pero principalmente el extremismo religioso, el cual se ha
transformado en la principal amenaza para la seguridad global. Finalmente, no
hay que olvidar los casos en África, Asia, y sobre todo si se agudiza el
aspecto agresivo en la frontera entre México y Estados Unidos.
Por todo esto se necesitan voces
que llamen a la cordura, a la paz y a la negociación pacífica, como es el caso
del papa Francisco I, quien vino a nuestro país a hacer un muy necesario
llamado de solidaridad para encarar estos riesgos.
Por nuestra parte, a nivel país
hay que prestar atención a todo lo que está ocurriendo, analizarlo y generar
los escenarios pertinentes que permitan diseñar estrategias enfocadas a mitigar
los efectos.
Julio A Millan-Es presidente de
Consultores Internacionales S.C.
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