Jóvenes
autodidactas, globales y competitivos
FORBES- 9 de Marzo de 2016
A través del mundo digital, los
jóvenes se están convirtiendo en personas reconocidas como talentos por las
empresas más valiosas del mundo.
Si Galileo (1564-1642), padre de
la física y la ciencia moderna, despertara hoy en un quirófano, no podría
entender dónde se encuentra. Pero si lo hiciera en una universidad, no tendría
dudas. Es difícil pensar, entonces, que desde ese ambiente universitario surjan
jóvenes como los del título de este post.
En el hemisferio sur, el 29 de
febrero comenzaron las clases. Es conocido el rezago relativo que tiene toda
América Latina con relación a los países desarrollados en cuanto a los
indicadores de educación. Uruguay no es una excepción. De hecho, el país que
fue denominado la “Suiza de América” por sus indicadores de avance social (el
avance en educación era un diferenciador), hoy recibe comentarios no tan
destacados de organismos internacionales.
Un informe de la OCDE destaca que
“la desigualdad en el acceso a educación de calidad es el más importante
desafío para las autoridades uruguayas, especialmente en lo que hace a la
escuela secundaria, donde se registran altos niveles de deserción y
repetición”. Existe, además, una “fuerte correlación en el rendimiento de los
estudiantes con su nivel socioeconómico”, añade el texto.
Sin embargo, estos malos
indicadores, compartidos por la mayoría de los países de América Latina, no han
imposibilitado para que Uruguay sea un país pionero en implementar el programa
Una Computadora por Niño (One Laptop per Child, OLPC).
El plan que ha hecho esto posible
se denomina Plan Ceibal. Esto les ha permitido a muchos niños de educación
primaria (de 6 a 12 años) acceder a la tecnología, reduciendo así la brecha
digital.
La adopción rápida de la
tecnología le permitió a dos adolescentes de 14 y 16 años continuar la racha
ganadora que destaca a los estudiantes uruguayos en la competencia de
programación internacional organizada por Google. Google Code-in invita a
jóvenes estudiantes de entre 13 y 17 años a escribir código, crear y editar
documentos, corregir errores, diseño de interfaz de usuario, entre otras tareas
relacionadas con el desarrollo de software.
Vicente Bermúdez, alumno del
liceo público número 18, programa desde los 11 años; en ese entonces usaba la
ceibalita del hermano. “Mi interés empezó cuando quería hacer un juego de un
personaje que matara bichos. Busqué en Google cómo hacer uno y decían que tenía
que aprender Java y aprendí”, relató.
Hasta ahora, no ha asistido a
ningún curso, pero maneja HTML, JavaScript, Ionic y Git. “Nunca aprendí tanto
en tan poco tiempo”, añadió. “Mi familia está feliz. Durante el concurso me
quedaba trabajando hasta las 2 de la mañana y me decían: ‘no podés estar todo
el día con eso’, y me rezongaban”, se rió.
La historia de Ezequiel Pereira,
alumno de 2º año de bachillerato en informática en UTU (escuela secundaria
técnica), es similar. En el último año de primaria aprendió las bases de la
programación en Python y, al igual que Vicente, su primera computadora fue una
ceibalita. Lo primero que hizo fueron unos videojuegos “simples”.
Queda claro que estos dos
jóvenes, como varios de los niños que están estudiando con base en el uso de
tecnología, son autodidactas, globales y competitivos. Tres características que
la educación formal no les ha dado.
Su interés y motivación los han
llevado a aprender cosas nuevas, muchas veces no impartidas en cursos formales
de educación, muchas veces fuera del horario escolar; de hecho, las más veces
durante las vacaciones.
Esto va de la mano con las
grandes tendencias a nivel de acceso al talento que están desarrollando las
empresas tecnológicas más innovadoras. Por ejemplo, el caso de Google: su
vicepresidente de Recursos Humanos, Laszlo Bock, afirma que “los antecedentes
académicos no sirven para nada”, y que “las puntuaciones de los candidatos en
los test son inútiles como criterio de contratación”.
Laszlo Bock afirma que “existe
una desconexión entre lo que se enseña en la universidad y el trabajo que se
realiza en la compañía”. Y amplía: “La gente que tiene éxito en la universidad
es un tipo de gente específicamente entrenada para tener éxito en ese ambiente.
Una de mis frustraciones cuando estaba en la universidad es que sabía que el
profesor estaba buscando una respuesta específica.”
En 2013, Nikos Adam fue
contratado por Google con tan sólo 12 años (nunca había recibido clases
formales de programación). La búsqueda de Google –como otras– se centra en
personas que se sientan cómodas con grandes dosis de caos, innovación y cambio
en su trabajo. Que sean autodidactas, globales y competitivos, en lo que se
están convirtiendo los pequeños “programadores uruguayos”.
En definitiva, aunque el sistema
de educación formal no funcione, y muchas veces a pesar de él, los jóvenes a
través del mundo digital, de seguir sus instintos, sus intereses y sus sueños,
se están convirtiendo en personas que serán reconocidas como talentos por las
empresas más valiosas del mundo. Entonces, ahora que comienzan las clases, ¿les
mandamos a nuestros hijos apagar las tablets, consolas de videojuegos y
computadoras?
Diego Vallarino-Director de
Bexton Research. Colaborador en Innovación Estratégica y Competitividad en
empresas y gobiernos de América Latina. Autor del libro “Innovando desde el
Sur” y profesor invitado en MBA.
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