El petróleo es el mejor
termómetro para las bolsas de todo el mundo
El Cronista Comercial - martes, 29 de marzo de 2016
Para todos los que se especializaron en Economía y Finanzas en los
últimos 40 años, había una ley económica que era muy difícil de quebrar: cuando
el precio del barril de petróleo subía de manera significativa, el pánico
invadía a los inversores y las bolsas mundiales se derrumbaban. Una fuerte suba
del valor del crudo era la señal que anticipaba una crisis económica mundial,
lo cual se vio reflejado en los dos grandes shocks petroleros de la década de
1970. En ambos, la importante reducción de la oferta por parte de la OPEP
(Organización de los Países Exportadores de Petróleo), que se dio por motivos
políticos, provocó una crisis en EEUU, Japón y Europa, hecho que afectó
considerablemente el crecimiento económico mundial.
Pero hoy la situación es
diametralmente distinta, a tal punto que la correlación entre el precio del
crudo y la evolución de los mercados bursátiles es completamente inversa:
cuando baja el valor, los mercados caen, y cuando sube, las bolsas reaccionan
positivamente. "En EEUU, el índice S&P 500 ha estado correlacionado
con respecto al crudo WTI en un 70% cada día desde principios de año",
afirmó el analista Erik Norland, de CME Group. Eso significa que en 7 de cada
10 veces que el precio del petróleo se movió (hacia arriba o hacia abajo), el
indicador más representativo de Wall Street siguió la misma tendencia. Incluso
esta afinidad fue aún mayor durante febrero pasado cuando llegó al 84%.
En cambio, la relación llegó a
ser del 12% en 2012, y hasta negativa (como era históricamente) durante 2013 y
2014. "Esta correlación positiva es limitada en el tiempo, porque es
contraintuitiva. Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, la baja del precio
del petróleo es generalmente percibida como una buena noticia", agregó.
Pero claramente, los tiempos han
cambiado (y mucho), porque ahora los operadores se levantan cada mañana y lo
primero que miran es cómo abrió el precio del barril de WTI o de Brent, ya que
les va a dar la pauta de hacia dónde se va a mover el mercado. Más que las
estadísticas económicas y financieras estadounidenses o chinas, más que los
resultados corporativos (otra gran referencia histórica para los inversores),
hoy el petróleo es el gran termómetro para los mercados internacionales.
La gran señal de que no se puede
interpretar la relación del commodity energético con la economía usando los
marcos de referencia históricos la dio la última reunión del Banco Central
Europeo (BCE), el 10 de marzo pasado. Desde principios de año se hablaba de los
estímulos que iba a presentar el organismo para evitar que la zona euro se
mantuviera estancada y, al mismo tiempo, espantar el riesgo deflacionario. Ese
día, el BCE no defraudó las expectativas de los analistas, a tal punto que la
reacción de los mercados financieros fue positiva, con subas generalizadas en
la mayoría de las principales bolsas. Las acciones empezaron a subir junto con
la deuda corporativa y el euro se fortalecía frente al dólar.
Pero un rato después, la
tendencia alcista se invirtió: el tipo de cambio se elevó y la renta variable
volvió a terreno negativo. Si la primera reacción fue que las medidas de
política monetaria habían sido rechazadas, más tarde se entendió el cambio de
rumbo en las bolsas: el petróleo había vuelto a caer en Nueva York por debajo
de la barrera psicológica de los u$s 40, y con ello los inversores comenzaron a
deshacer posiciones para protegerse. ¿De qué?
Contra la teoría
De lo que han venido intentando
protegerse los inversores cada vez que el precio del crudo cae es de algo que
la teoría no ha podido explicar, por lo menos en los términos de los shocks
petroleros de hace cuatro décadas atrás. En primer lugar, la correlación positiva
que hoy se vislumbra entre el petróleo y el S&P 500 (del 70%) no tiene
justificativo con respecto al peso relativo de las compañías petroleras dentro
del índice, que ni siquiera alcanza el 7%. Sin embargo, en los últimos años su
peso se reflejó de una manera muy distinta dentro del mundo financiero.
Thomas Friedberger, analista de
la consultora Tikehau IM lo explica: "el sector petrolero fue un actor muy
importante en los mercados de capitales durante todos estos años, no tanto
porque el petróleo haya sido utilizado como activo subyacente en los
instrumentos financieros, sino porque las compañías petroleras se endeudaron
significativamente para financiar su crecimiento, lo que las llevó a aumentar
su nivel de exposición frente a los bancos, principalmente en EEUU. El problema
es que estas empresas tomaron deuda sobre la base de previsiones de flujos de
fondos que no se cumplieron por la baja del precio del crudo".
La situación toma otro sentido
cuando se lo ve desde esta perspectiva. Si las compañías del sector petrolero
representan menos del 7% del S&P 500, las del sector financiero explican un
16% del índice. Y el temor a que algunas empresas petroleras declaren un
default por no poder pagar sus deudas es grande entre los inversores, de ahí que
consideren que los bancos corren peligro por esta deuda tóxica de las empresas
más afectadas por las bajas que está en su poder.
"Cuando el precio del
petróleo sube, calma el miedo de un alza de cesaciones de pagos en el sector;
cuando cae, esta preocupación se acrecienta", en la visión de Norland. Si
a esto se le agrega que existen empresas petroleras de países emergentes (el
mejor ejemplo es Petrobras) que tienen que lidiar con la caída del precio del
barril junto con una suba del dólar (y de su endeudamiento), el escenario se
vuelve muy complicado. Así que hasta nuevo aviso, el crudo va a marcar el paso
de las bolsas de todo el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario