La realidad aumenta promete transformar
nuestra relación con las computadoras
The wall street journal- marzo de 2016
Es la tecnología más emocionante
con la que probablemente se cruce en su vida, una que podría cambiar la forma en
que interactuamos con las computadoras en el siglo XXI.
Se trata de una afirmación audaz,
pero apuesto a que dentro de cinco, 10 o 20 años voy a recordar esta columna y
decir: “Se los dije”.
Me refiero a la realidad
aumentada (RA), un concepto a menudo mal entendido o mal explicado y que se ha
visto eclipsado por su prima, la realidad virtual (RV). Por otra parte, el
ejemplo más conocido de RA, Google Glass, ha sido en gran medida un fracaso.
Para entender la RA, imagine una
pantalla que no se encuentra en su escritorio o en su mano sino frente a sus
ojos. Hoy, estas pantallas, que van desde unas versiones enormes de gafas de
seguridad a algo parecido a un casco de bicicleta, son difíciles de manejar.
Además, tienen limitaciones que van desde un campo de visión estrecho a una
resolución relativamente pobre y retrasos de imagen.
No obstante, muchos expertos
creen que dentro de cinco años estos dispositivos serán capaces de proyectar
una pantalla virtual sobre cualquier superficie.
Imagínese que está mirando su
muñeca y ve un reloj inteligente, sólo que usted no lo lleva puesto. Imagínese
mirando a un costado y ver un teléfono inteligente o una tableta, aunque en
realidad no tiene ni la una, ni la otra. Imagínese que está mirando una pared
y, con un simple gesto, puede transformarla en una pantalla gigante y proyectar
sobre ella todo su espacio de trabajo, dondequiera que usted vaya. Imagine un
mundo sin pantallas, excepto la que llevamos con nosotros.
Casi todos los gigantes de la
tecnología están desarrollando RA. El presidente ejecutivo de Facebook Inc.,
Mark Zuckerberg, ha señalado que su compañía trabaja en el tema. Samsung
Electronics Co. y Apple Inc. tienen unas patentes fascinantes y están
contratando especialistas. Apple adquirió Metaio, una compañía alemana de RA.
HoloLens, un dispositivo que será
lanzado próximamente por Microsoft Corp., ofrece un amplio campo de visión, una
pantalla nítida y una capacidad de respuesta que ayuda a que sus imágenes
parezcan reales. Google, de Alphabet Inc., sigue trabajando en RA; sus gafas se
han pasado a llamar “Aura” y tienen nuevas ediciones disponibles para los
desarrolladores. Seiko Epson Corp. ha venido ofreciendo gafas de RA desde hace
cinco años y planea lanzar la tercera versión de su tecnología BT-300 para
fines de 2016.
Decenas de nuevas empresas están
entrando al ruedo, incluyendo Meta Co. y Daqri. Magic Leap Inc. ha recaudado
US$1.370 millones de inversionistas de la talla de Google y Andreessen
Horowitz, una de las mayores sumas para una firma que todavía no ha revelado su
producto principal.
Goldman Sachs Group Inc. proyectó
recientemente que para 2025, la RA y la RV generarán en conjunto US$80.000
millones en ventas de hardware, una suma equivalente al total actual de la
industria de las computadoras personales. Incluso si esta cifra termina siendo
exagerada, estamos hablando de un gran mercado.
Goldman Sachs también prevé que
para esa fecha, la RA habrá superado ampliamente a la RV. La razón es sencilla:
la RV es como la PC y RA como el teléfono inteligente. Una requiere que usted
esté en un espacio controlado y cerrado, mientras que la otra puede ser
utilizada en el mundo real.
“Habrá absolutamente un momento
en el futuro en que la RA será tan omnipresente que no podremos imaginar
nuestra vida sin ella”, vaticina Brian Mullins, presidente ejecutivo de Daqri,
compañía que produce un sistema de RA para ingenieros que se integra en un
casco duro de aspecto futurístico.
Llegar a ese punto, sin embargo,
no será fácil ya que los retos técnicos de la RA son mayores que los de la RV.
La RA de alta calidad requiere un poder de computación y sensores equivalentes
a los que operan en un vehículo autoconducido, dicen los ingenieros.
Sin embargo, esa potencia
computacional puede caber en un smartphone. Muchos de los nuevos teléfonos son
más poderosos que la computadora del auto que ganó el gran desafío de Darpa
2005, en el que un vehículo autónomo recorrió 228 kilómetros en el desierto de
Mojave, en California.
Los desarrolladores ya ofrecen
aplicaciones para las gafas Moverio, de Epson, que permiten a los empleados en
trabajos de campo recibir instrucciones remotas de los ingenieros o a las
enfermeras ver la ubicación de las venas como si hubieran sido pintadas en el
brazo del paciente.
Para que la RA despegue, los
cascos y las gafas tendrán que reducirse, pero no hay barreras físicas
inconquistables para hacerlas más pequeñas o más livianas. La BT-300 de Epson
pesa poco más de 60 gramos.
Los precios también tendrán que
bajar. El casco de RA de Daqri está en el rango de los US$10.000, dice Mullins,
mientras que el HoloLens de Microsoft cuesta aproximadamente US$3.000. No
obstante, la tendencia es favorable: sistemas de Meta y Epson que alguna vez
costaron decenas de miles de dólares se consiguen hoy por menos de US$1.000.
Tal vez el mayor obstáculo para
la consolidación de la RA sea humano. Como ocurrió con Google Glass, el uso de
una computadora en la cara puede provocar reacciones viscerales derivadas de
nuestros temores a ser vigilados y a sacrificar nuestra humanidad a las
máquinas. La razón más probable por la que mi predicción puede fallar es que la
gente no quiera usar un equipo de RA excepto para trabajar.
La RA está tardando en ser
acogida por nosotros porque, a diferencia de los teléfonos inteligentes, sus
primeros clientes y aplicaciones han sido empresariales. Pocos consumidores han
visto un sistema de RA y menos los han probado. Sin embargo, estoy dispuesto a
apostar mi reputación a esto: la RA es el futuro, la forma dominante en que
interactuaremos con las computadoras e Internet en el siglo XXI.
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