Cinco países, cinco gobernantes
asediados
Bloomberg - viernes, 25 de marzo
de 2016
Escándalos, economías
turbulentas, problemas de legado o simplemente futuros inciertos: son momentos
en extremo difíciles para los gobernantes de algunos de los países más
importantes del mundo.
Los problemas que enfrentan son
por completo diferentes, pero todos anhelan un respiro de los votantes
decepcionados y críticos, así como de los mercados financieros inquietos que
han signado lo que va del año.
El siguiente es un panorama de
cómo podrían desarrollarse las cosas en los próximos meses desde Pretoria hasta
Washington, pasando por Brasilia, Berlín y Londres.
Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica
Por primera vez en los nueve años
que lleva al frente del partido gobernante, Zuma, que tiene 73 años, enfrenta
una verdadera amenaza a su poder. Algunos experimentados funcionarios del
Congreso Nacional Africano tratan de provocar su destitución debido a sus
vinculaciones con una importante familia a la que se acusa de utilizar la
relación en beneficio de sus intereses de negocios y hasta de ejercer
influencia en las designaciones del gobierno.
Cuando la oposición le pidió la
renuncia la semana pasada en el parlamento, Zuma se mostró más desafiante que
nunca respecto de si se había ofrecido a sus amigos puestos en el gabinete. “No
me pregunten a mí”, dijo. “¿Qué tengo que ver con eso?” Hasta ahora Zuma se ha
impuesto a todos sus oponentes y sigue teniendo un fuerte control de la mayor
parte del CNA. La pregunta es si podrá seguir resistiendo.
El mejor resultado posible sería
para él consolidar su control del CNA y expulsar a todos los rebeldes, lo que
le permitiría decidir quién lo sucederá en 2019.
El peor resultado posible sería
para Zuma que una cantidad suficiente de miembros del CNA lo abandonara y lo
obligara a dejar el poder en los próximos meses. En ese caso, hasta hay
probabilidades de que se resuciten viejas acusaciones de corrupción.
La presidenta brasileña Dilma
Rousseff
Luego de dos años de una
investigación sobre corrupción que se extendió de lavadores de dinero a
empresas y luego a políticos, Dilma Rousseff, que tiene 68 años, vive meses
clave.
Su mentor y predecesor Luiz
Inácio Lula da Silva es acusado de lavado de dinero y se critica a la
mandataria por su presunta intervención para protegerlo. En el Congreso, una
comisión de juicio político mantiene reuniones y presentará su recomendación a
los legisladores. Si Rousseff pierde, el suyo sería el segundo juicio político
a un mandatario brasileño desde que el país volvió a la democracia en 1985.
El mejor resultado posible para
Rousseff sería que el proceso de juicio político no se concretara y que la
presidenta pudiera encontrar la forma de atravesar el caos económico de Brasil
y llegar al fin de su mandato en 2018.
El peor resultado posible sería
para Rousseff que la violencia en las calles y la probabilidad de un juicio
político la obligaran a renunciar en las próximas semanas.
Angela Merkel, la canciller
alemana
Es la que más tiempo lleva en el
poder -10 años- y enfrenta la mayor amenaza a su gobierno en momentos en que
los alemanes están divididos en relación con su política de fronteras abiertas
durante la mayor crisis de refugiados de Europa desde la Segunda Guerra
Mundial.
En el país, la opinión pública
también ha experimentado la conmoción de los atentados terroristas en París y
ahora en Bruselas a manos de yihadistas que crecieron en Europa. Los votantes
proporcionaron al partido Alternativa para Alemania, que se opone a la
inmigración, el mayor éxito de su historia en las elecciones regionales del 13
de marzo. En el exterior, el talento para conducir a los aliados europeos del
que dio muestras durante la crisis de la deuda de Grecia parece faltarle en
este momento. Por ahora, Merkel, que tiene 61 años, se mantiene firme. “Ya he
resistido tormentas antes”, dijo este mes en un acto de campaña de su partido.
El mejor resultado posible para
Merkel es que la llegada de refugiados a territorio griego ceda a medida que
avanzan las conversaciones de paz sirias. Merkel llega a las elecciones
alemanas de 2017 fortalecida y obtiene un cuarto mandato.
El peor resultado posible es que
fracase un acuerdo de la UE con Turquía para limitar la migración y que
continúe la guerra civil en Siria. Merkel cierra las fronteras de Alemania y
busca la reelección, pero ahora como sombra de su anterior identidad política.
David Cameron, el primer ministro
británico
A diferencia de los demás, los
problemas de Cameron son obra suya. Ha pasado menos de un año desde que obtuvo
una sorprendente victoria electoral que desconcertó a quienes lo criticaban y
apabulló a la oposición, pero si pierde un referéndum del 23 de junio sobre la
permanencia del Reino Unido en la Unión Europea cuesta imaginar cómo haría para
mantenerse en su cargo.
Convocó a la votación para
apaciguar a su Partido Conservador, pero podría haber subestimado el nivel de
apoyo de activistas y legisladores a una salida de la UE. Las encuestas entre
un electorado cada vez más dividido y fragmentado sugieren que el resultado
podría ser parejo. Si los británicos optan por salir de la UE, sin duda Escocia
volvería a buscar la independencia. Así, Cameron, que tiene 49 años, podría
terminar por presenciar dos amargos divorcios al finalizar su mandato.
El mejor resultado posible para
él es que una clara votación a favor de la permanencia del Reino Unido en la UE
le permita convencer a su partido de que la opinión pública no comparte su
obsesión por Europa. Deja el gobierno en manos de su ministro de Hacienda,
George Osborne, a tiempo para ganar las elecciones de 2020.
El peor resultado posible es que,
asustado por los atentados terroristas en el continente y un mayor flujo de
migrantes hacia el oeste, el Reino Unido vote a favor de una salida de la UE.
Cameron renuncia al no lograr convencer a la población de las ventajas de
permanecer en la UE y lo reemplaza su viejo rival, el alcalde de Londres Boris
Johnson.
Barack Obama, presidente de los
Estados Unidos
A medida que el segundo mandato
de Obama se acerca a su fin, el presidente estadounidense se ve obligado a
soportar la competencia por reemplazarlo, que es una de las menos
convencionales y las más cáusticas de la historia reciente y a la que aún le
quedan casi ocho meses.
El desarrollador multimillonario
Donald Trump ha sacudido el sistema político estadounidense y sin duda ha
irritado a Obama, muchos de cuyos logros podrían revertirse si los republicanos
llegan a la Casa Blanca. “Hemos escuchado una retórica vulgar y hostil contra
las mujeres y las minorías”, dijo Obama el 15 de marzo.
El problema es que el ascenso de
Trump también refleja las falencias de la economía durante la gestión de Obama,
en particular el estancamiento salarial. Los persistentes efectos de la
recesión que terminó hace casi siete años sobrevuelan la campaña presidencial.
El 52 por ciento de los estadounidenses tiene una opinión desfavorable sobre la
principal candidata demócrata, Hillary Clinton, según una encuesta que se dio a
conocer el 8 marzo.
El mejor resultado posible para
Obama sería abrazar a una Clinton victoriosa y entregarle las llaves de la Casa
Blanca a una demócrata con la tranquilidad de saber que su legado político está
a salvo.
El peor resultado posible es una
victoria de Trump.
Nota Original: ‘Five Countries, Five
Beleaguered Leaders’
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