Emprendedores, ¿innovadores por
naturaleza?
FORBES- 4 de Marzo de 2016
La motivación de los
emprendedores en los años 80 y 90 era económica, hoy al emprendimiento lo mueve
la pasión y la necesidad de mejorar el
entorno, pero hace falta dar el paso al gran impacto.
En el cuestionario que
respondieron las empresas participantes de la más reciente edición de Las 30
promesas de negocios Forbes solicitamos datos sobre cuánto invertían en
Innovación (Investigación y Desarrollo) y sobre cuál había sido su último
proceso enfocado en esta materia.
Casi 80% de todas las que
participaron invertían en I+D; de las 30 seleccionadas todas invierten en este
rubro. ¿Qué llamó la atención? 50% de las 30 promesas consideran que invertir
en innovación es adquirir equipo, por ejemplo de cómputo, software, ofrecer
algún tipo de capacitación o incluso tener nuevos espacios de trabajo.
Las otras 15 empresas sí
desarrollaron nuevas tecnologías, descubrieron nuevos materiales, desarrollaron
software o pusieron nuevos productos propios en el mercado. ¿Está mal? No, pero
quizá no es lo deseable.
De acuerdo con el estudio El
emprendimiento en América Latina, publicado por el Banco Mundial en 2014, las
empresas de la región crecen lentamente, en parte, por la falta de innovación:
“Las empresas de Latinoamérica y el Caribe introducen productos nuevos con
menos frecuencia que las empresas de otras economías similares, la gestión de
los emprendedores de gama alta suele estar lejos de las mejores prácticas en el
ámbito global, las empresas invierten poco en I+D y la actividad en materia de
patentes está claramente por debajo de los niveles de referencia”, dice el
estudio.
Algunos de los factores que
influyen son las habilidades de los emprendedores y aspectos externos a las
empresas, como el entorno comercial y la falta de contacto con otros países. Es
de llamar la atención que los emprendedores exportadores de la región LAC
reaccionan de manera positiva frente a casos de crisis, son capaces de abrir
incluso nuevas compañías, desarrollan productos y con mayor facilidad penetran
en nuevos mercados.
Para Rohan Malik, líder global de
mercados emergentes de Ernst and Young, el gobierno debería impulsar, por
ejemplo, la creación de visas para emprendedores con la intención de
intercambiar conocimiento, aprender sobre otros mercados y encontrar
oportunidades de negocio.
La firma EY publicó este año el
estudio From classroom to boardroom, creating a culture for high-impact
entrepreneurship, en que justamente recomienda cinco pilares para fomentar el
emprendimiento de alto impacto:
Crear la visa multilateral entre
los emprendedores de países del G-20
Fomentar redes internas de
trabajo.
Inculcar el emprendimiento desde
edades muy tempranas.
Fomentar los programas de
emprendimiento.
Enfocarse en los emprendimientos
de calidad y establecer programas longitudinales que vinculen la cultura del
emprendimiento con la educación.
La educación juega un papel
crucial. Sin embargo, los programas educativos actuales no fomentan el
emprendimiento; en el mejor de los casos existirán algunas materias a nivel
superior que den atisbos sobre el tema.
En Reino Unido tienen un programa
dirigido a niños entre cinco y 11 años, The Fiver Challenge, explica Malik, en
que el objetivo es que con cinco libras, los niños diseñen sus propios
“mini-negocios”, primero detectando las necesidades de su comunidad y luego
encontrando la manera de satisfacerlas. En 2014, este programa alcanzó la
participación de 30,000 niños de más de 500 escuelas. Otro ejemplo de cómo
inculcar el espíritu emprendedor e innovador en los niños es el programa UPI
(Ustvarjalnost, Podjetnost, Inovativnost) en Eslovenia, en escuelas de
educación primaria.
Los cursos especializados que
imparten están enfocados a motivar en los estudiantes la creatividad, la
innovación y el emprendimiento. Entre 2010 y 2012 participaron 35 escuelas
primarias en el proyecto; 1,135 estudiantes desarrollaron 84 planes de negocio.
De acuerdo con el estudio del
Banco Mundial, es complicado identificar los factores que favorecen el
emprendimiento por la intrincada interacción entre el entorno y la misma
innovación; sin embargo identifican algunos ámbitos en que las acciones
políticas podrían rendir frutos:
La competencia: “Demasiada
competencia podría debilitar los incentivos a innovar de las empresas que
carecen de las capacidades básicas y se encuentran lejos de la frontera
tecnológica, mientras que si la competencia es demasiado escasa podría no haber
incentivos suficientes para invertir en innovación.” En los países de
Latinoamérica y el Caribe la falta de competencia mina los incentivos para
innovar, dice el estudio: “El poder de mercado (en lugar de los esfuerzos
innovadores) hace que las empresas sigan siendo rentables. Así, si no se
percibe que innovar es necesario, no surgirán inventos en el sector privado.”
La brecha de capital humano,
sobre todo en el ámbito de la calidad de la educación: La región carece de
ingenieros y científicos, que es más probable que generen emprendedores
innovadores.
La brecha del crédito bancario de
la región es sustancial y lleva 15 años creciendo. Esta brecha, explica, se
debe en gran parte a la turbulencia financiera de la región y a la escasez de
proyectos prometedores y productivos, incluso más que al racionamiento y
restricciones del crédito.
La falta de derechos de propiedad
intelectual también podría suponer un problema, además de, quizás, otras
debilidades del entorno contractual que dificultan la innovación.
Para Rodolfo Ramírez, director
general de RedBox Innovation, existen dos tipos de innovación: “do better” y
“do different”. El 98% de las innovaciones se enfocan en el “do better” y sólo
2% en el “do different”. Pero ¿qué es “do different”? “Es cómo cambiar el
sistema; puedes, por ejemplo, ayudar a que la gente se organice, crear algo que
inspire o que provoque nuevas ideas o crear algo que sirva a tu comunidad”,
concluye.
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