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verdades del emprendimiento que deben ser dichas
FORBES- 30 de Marzo de 2016
El emprendimiento ofrece grandes
bondades, pero también tiene lados oscuros, rincones negativos de los que debes
alejarte. Te digo cómo.
Las circunstancias de la
actualidad hacen que cada día el emprendimiento se constituya como una
alternativa ya sea para chicos recién egresados de una carrera universitaria o
personas que ya tienen experiencia y no quieren entrar al laberíntico mundo de
la recontratación. Además escuchamos discursos oficiales que hablan de
programas de apoyo al emprendedor, de planes que abarcan todos los niveles de
gobierno que buscan fomentar el interés para que jóvenes, mujeres y comunidades
concreten sus ideas y se lancen al mundo empresarial. Por otro lado, las
alternativas que presentan las bolsas de trabajo están muy competidas.
Emprender, sin duda, es una
opción. No obstante, es necesario decir que no lo es para todo el mundo. En el
entusiasmo que hay para que la chispa prenda y se convierta en una flama
luminosa hay gente que se enfrenta con verdades amargas que no se advirtieron
con oportunidad. Incursionar en un proyecto es un camino luminoso para quienes
cuentan con ciertas características de espíritu que les hace disfrutar los
pasos. Hay que ir muy preparados; improvisar no es una buena idea.
Por las bondades que genera el
emprendimiento se ha llegado a la exaltación y se ha dejado de lado hacer
conciencia de que la alternativa no solamente tiene aspectos positivos; también
tiene lados oscuros, rincones negativos, riesgos que deben ser medidos y
amenazas que es necesario contemplar.
Una verdad lapidaria es que de
100 negocios que abrieron sus puertas en enero, más de 80 no lograrán seguir
hasta diciembre. Además es preciso tener en cuenta un requisito fundamental:
emprender es una vocación. Es decir, es un llamado que hay que saber atender y,
más que otra cosa, entender.
Antes de lanzarse a emprender,
aquí están algunas consideraciones que se deben tomar en cuenta:
El emprendimiento es una opción
de tiempo completo.
Un proyecto, incluso cuando es sólo una idea, requiere de
toda la atención y el entusiasmo para poderlo concretar, y después de toda la
creatividad, convertirlo en un designio sustentable. No se trata de un
pasatiempo ni de algo que entretiene el pensamiento. Se trata de un plan serio
que requiere toda la atención y todo el trabajo. En las primeras fases no hay mucho
descanso ni vacaciones ni respiros. Es verdad: hay flexibilidad de horarios y
posibilidades para trabajar por objetivos en vez de cumplir horas de oficina.
Sin embargo, es fundamental entender que hay tiempos y plazos que se deben
cumplir. Existe la fantasía generalizada de que ser nuestro propio jefe es
entrar al paraíso de las eternas vacaciones, pero nada hay más falso.
Al emprender, la responsabilidad
se conjuga en primera persona.
El emprendedor es la persona que eleva la
batuta, que marca el ritmo y la velocidad; por lo mismo, es quien debe manejar
al equipo de trabajo y el que se debe asegurar de que el pago de la nómina esté
a tiempo. Es la persona que se apoya en estructuras horizontales y procura la
participación activa de su gente y es capaz de entender que hay mejores ideas
que las propias y tiene el valor de aplicarlas. Por lo tanto, un emprendedor es
la balanza del proyecto, es el que evalúa, el que anima, el que se hace cargo,
el que se cerciora de que la puerta se abra en las mañanas y quede bien cerrada
por las noches.
Un emprendedor debe entender el
concepto de sacrificio, empezando por su salario. Uno de los puntos débiles de
incursionar en un negocio propio es que el corto plazo se subordina al largo.
Los salarios dependen del crecimiento de la compañía y la paga suele ser menor
que la que ofrecen los grandes corporativos y las prestaciones no se igualan a
las de empresas consolidadas. Sin embargo, a largo plazo, y dependiendo del
esfuerzo, el desempeño se ve premiado en los ingresos. Si el proyecto crece,
crecerán de igual forma los ingresos. Entonces, una de las cualidades del
emprendimiento debe ser la paciencia. Se debe entender que hay un tiempo para
sembrar y otro para cosechar, y no son los mismos ni simultáneos.
Una característica indispensable
para emprender es la proactividad. Es necesario ser una persona cooperativa a
quien le guste aportar y ayudar. También debe mantenerse abierta a los cambios,
ya que en cualquier momento surgen imprevistos y modificaciones a los planes. Si
las modificaciones repentinas y los giros de 180 grados causan angustia,
emprender es peligroso. Incursionar en un proyecto nuevo implica riesgo y un
espíritu aventurero, una mente que guste de ver y pensar fuera de la caja y
contagiar entusiasmo.
El componente tecnológico es muy
importante para aquel que quiera emprender. Hay que estar al día con las
novedades y entender las tendencias que lleva el mercado, aprovechar los
ahorros en tiempo, esfuerzo y dinero que se pueden dar a partir de las formas
que los avances ofrecen, y verificar si el proyecto va en el mismo sentido o en
contra de la tecnología. Sería lamentable esforzarse en un plan que en poco
tiempo podría ser sustituido por una máquina.
El emprendimiento, según Steve
Jobs, requiere de ideas que hagan mejor al mundo. Por lo tanto, la visión es
muy importante. Incursionar en nuevos terrenos no se trata nada más de tener
una buena idea, sino de las formas para implementarlas. Jobs decía que si una
nueva idea no era capaz de transformar al mundo, entonces no era una buena
idea. Alexander Osterwalder lo aterriza con el concepto de “propuesta de
valor”, es decir, cómo es que mi proyecto le va a aportar algo que sea de
interés a alguien más. Michael Porter lo llamó “ventaja competitiva”.
En este sentido, una de las
verdades más contundentes que debemos clarificar antes de emprender es cuál es
la propuesta de valor con la que vamos a llegar al mercado; en otras palabras,
tenemos que ser capaces de explicar qué es lo que queremos hacer, cómo lo vamos
a hacer, para qué sirve, cómo mejora eso la vida del cliente potencial, cuánto
nos va a costar hacerlo y a qué precio se lo queremos vender.
Si no lo sabemos, si no tenemos
una respuesta contundente, si pensar en ello, más que ilusión, causa
desasosiego, la verdad es que el camino del emprendimiento no es una
alternativa. No se trata de desanimar, pero incursionar en un proyecto es arduo
y el riesgo y la incertidumbre son compañeros fieles que van dando pasos al
lado del emprendedor. La forma de alejarlos es clarificando la propuesta de
valor. Otra verdad es que jamás los podremos aniquilar por completo.
Entonces, si esto es así, ¿por
qué ha causado tanto entusiasmo el emprendimiento, por qué tiene tantos apoyos
oficiales y por qué tantos se sienten seducidos por esta opción? Porque dar
vida a nuevos proyectos hace girar la rueda de la economía y es una manera de
generar prosperidad.
El emprendimiento es una
alternativa que debe justipreciarse en su verdadero valor. La fantasía no debe
obnubilar la razón, la ilusión no debe hacernos perder el piso, y aunque no hay
certeza en el porvenir, en lo que sí debe haberla es en la definición del
presente, de lo que se propone hoy y ahora. Si eso está listo, el camino para
emprender luce como una elección real.
Cecilia Durán Mena-le gusta
contar. Poner en secuencia números y narrar historias. Es consultora,
conferencista, capacitadora y catedrática en temas de Alta Dirección. También
es escritora.
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