RSCoin: los bancos centrales ‘plagian’ al
bitcoin
FORBES- 18 de Marzo de 2016
Mientras los bancos centrales
decidan en vez del mercado, cualquier avance tecnológico monetario será un gran
salto hacia atrás.
En la entrega anterior explicamos
por qué a pesar de que el bitcoin (la más representativa de las criptodivisas)
es ya considerado oficialmente como “materia prima” y divisa, no podrá superar
al oro como LA materia prima dinero por excelencia.
Sin embargo, lo anterior no
significa que metales preciosos y criptodivisas no puedan convivir en un
mercado abierto, con banca privada sin banco central y dinero reprivatizado,
como proponemos. Al contrario. De lo que se trata es justo de eso: que haya
competencia y que sea la gente la que elija qué quiere usar como dinero, o sea,
como respaldo de los billetes en circulación.
Algunos estamos convencidos de
que –como ya lo hicieron millones de personas a lo largo de milenios– el oro y
la plata serán encumbrados de nueva cuenta al trono monetario.
Pero el tema del bitcoin da para
mucho más. De hecho, gobiernos y bancos centrales –con su reconocimiento como
divisa– le han echado encima una maldición disfrazada de visto bueno. En
realidad preparaban una legitimación del crecimiento de sus controles
monetarios usando la idea de las monedas virtuales.
La prueba más contundente de esto
ha llegado con la creación de RSCoin, que es el primer bosquejo de criptodivisa
diseñado en la University College London, presentada en el documento Centrally
Banked Cryptocurrencies.
Con este esquema de moneda
electrónica –realizado de la mano del Banco de Inglaterra–, los bancos
centrales mantienen “completo control sobre la oferta monetaria, pero basados
en un conjunto de autoridades o ‘mintettes’, para evitar el doble gasto”,
señala el texto.
Los autores, George Danezis y
Sarah Meiklejohn, aluden a los planes de instituciones como JPMorgan Chase y
Nasdaq de desarrollar tecnologías de cadena de bloques (blockchain), y al
impacto que el Banco Central Europeo (BCE), la Fed y el Tesoro británico han
reconocido que las criptodivisas tendrán en aspectos como la política
monetaria, el sistema de pagos y la innovación.
Asimismo, advierten las
limitantes que hasta ahora han tenido las monedas virtuales como su pobre
adaptabilidad. Bitcoin, por ejemplo, sólo puede manejar, cuando más, siete
transacciones por segundo, mientras que PayPal procesa 100 y Visa entre 2,000 y
7,000 operaciones.
RSCoin promete ser, en cambio, un
sistema “escalable” y fungir además como una especie de infraestructura para
que cualquier banco central pueda desplegar su propia criptodivisa, con ventajas
superiores a la de cualquier moneda virtual privada desarrollada hasta hoy.
Además, su plan es que haya
“interoperabilidad” entre las distintas implementaciones de RSCoin, es decir,
intercambio de divisas “de forma transparente y auditable”.
Dicho de otro modo, la intención
es que haya un nuevo sistema centralizado de pagos internacionales mucho más
eficiente que los que existen en la actualidad. RSCoin introduce un grado de
centralización tanto en la “generación de la oferta monetaria” como en la constitución
del registro de transacciones.
Los autores concluyen que su
esbozo “provee el control sobre la política monetaria que entidades como los
bancos centrales esperan retener”. ¿Alguien lo dudaba?
Reconocen que su enfoque basado
en la cadena de bloques tiene mínimas variaciones respecto a otras
criptodivisas exitosas como bitcoin. Le copiaron.
¿Serán, entonces, el “dinero del
futuro”? Puede ser, pero, por lo aquí expuesto, eso no es necesariamente bueno.
El experimento bitcoin, que trató
–se supone– de ser una alternativa al sistema centralizado de banca, terminará
siendo adaptado, mejorado e implementado ¡por los mismos bancos centrales!
Ése no sería ningún problema si
los ciudadanos tuviéramos la oportunidad de elegir en competencia libre cuáles
“dineros” usar. Pero no. Las autoridades monetarias usarán las criptodivisas
para maximizar sus controles, por supuesto, con la intención de seguir
manipulando el mercado a su antojo y “estimular” la economía. Lo anterior, a
pesar de los conocidos efectos negativos que ello produce: los ciclos
crecientes de auge-recesión.
El plus para los bancos centrales
será una vigilancia absoluta sobre el registro de transacciones –que sólo ellos
tendrán–, algo que, como aquí hemos expuesto, va en concordancia perfecta con
sus planes de eliminar el uso de dinero en efectivo. Esto, claro, en perjuicio
de la libertad y privacidad de los ciudadanos.
Seguro que los presidentes y
gobernadores de los bancos centrales agradecen la idea a los creadores de
bitcoin, si no es que desde el principio todo fue lanzado como una especie de
experimento de laboratorio.
Por eso, sí, qué bueno que haya
criptodivisas o lo que quieran, pero mientras una autoridad central siga
decidiendo por todos en vez del mercado, cualquier avance tecnológico monetario
será en realidad un gran salto hacia atrás.
Guillermo Barba-Economista de la
Escuela Austríaca y periodista mexicano, autor del blog Inteligencia Financiera
Global. Experto en mercados de oro y plata y comentarista de TV en Proyecto 40
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