Por qué llegar tarde al trabajo
puede ser lo mejor para todos
Finanzas Personales - marzo de 2016
Investigaciones recientes
mostraron que, para muchos de nosotros, nuestros horarios de trabajo están en
muy poca sintonía con nuestros relojes biológicos naturales. Y los expertos
están instando a los empleadores a que lo tomen en cuenta.
Un recurso natural
Dormir es un "recurso
natural" que la mayoría de las empresas ignoran, según un estudio de
Christopher Barnes, de la Escuela de Negocios Foster de la Universidad de
Washington, EE.UU.
"Cuando los horarios
laborales están en consonancia con los patrones de sueño naturales de los
empleados, estos son más productivos porque están más concentrados y, en
general, están más saludables", escribió Barnes.
La situación contraria también se
cumple; cuando los empleados sufren de falta de sueño es más probable que
cometan errores y sufran lesiones relacionadas con su trabajo.
El análisis de Barnes también
explicó que los noctámbulos se comportan de manera menos ética en la mañana que
en la noche, y que los madrugadores son menos éticos por la noche.
Pero no se trata sólo del número
de horas que dormimos: el que seas productivo a las 8 de la mañana también
depende de tu ritmo circadiano (ritmo biológico).
Jet lag social
"Cada organismo, desde
bacterias primitivas hasta los seres humanos, tiene una biología determinada,
un reloj corporal interno", explica Till Roenneberg, profesor de
cronobiología del Instituto de Psicología Médica de la Universidad
Ludwing-Maximilian, en Múnich, Alemania.
Y ese reloj puede variar
enormemente según la persona. "Es como los pies. Algunas personas nacen
con pies grandes y otras, con pies pequeños. Pero la mayoría de la gente tiene
un tamaño intermedio", dice Roenneberg.
Según el experto, el problema es
que, normalmente, no tenemos en cuenta en nuestras vidas los ritmos circadianos
como lo haríamos si pasáramos más tiempo afuera, en la luz natural. Muchas
empresas comienzan la jornada laboral a las 8 o las 9 de la mañana, lo que no
concuerda con los relojes biológicos de los empleados.
Este desequilibrio, junto a la
presión para ser productivos y responder a los correos electrónicos o al teléfono
en todo momento del día y la noche, hace que mucha gente padezca lo que
Roenneberg llamó "jet lag social".
Dicho de otro modo, sus cuerpos
siempre están en la zona horaria equivocada. Ronneberg calculó que más del 70%
de la gente se levanta más temprano de lo que debería para estar bien
descansados y dar lo mejor de sí mismos.
Cuando la costumbre prevalece
sobre la biología
"Los desajustes entre el
reloj interno y el horario que tenemos que obedecer en nuestra vida comienzan
en la adolescencia", señala Paul Kelley, del Instituto del Sueño y
Neurociencia Circadiana de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido.
Kelley dice que la mayoría de los
relojes biológicos comienzan a ponerse en marcha en la pubertad. Para cuando
llegan a la escuela secundaria, los adolescentes se levantan, de media, tres
horas antes de lo que deberían, pues sus clases comienzan, a veces, a las 7:30
de la mañana.
El resultado es una falta de
sueño crónica, que dificulta su capacidad para concentrarse y podría tener como
consecuencia problemas de salud a largo plazo, como la obesidad o la diabetes,
explicó Kelley.
Debido a una campaña importante
de salud pública, algunas escuelas de Estados Unidos y de Reino Unido están
comenzando sus clases más tarde. A medida que envejecemos, nuestros relojes
biológicos vuelven a adelantarse, pero, según Kelley, la mayoría de la
población activa sigue levantándose demasiado temprano.
10 de la mañana, hora ideal
De acuerdo con Kelley, deberíamos
de comenzar a trabajar, idealmente, a las 10 de la mañana. "No es racional
inciar la jornada laboral a las 8 de la mañana", dice el especialista.
Pero esto va en contra de los
estereotipos de la oficina, donde los madrugadores son vistos como más
diligentes y rigurosos, mientras que aquellos que trasnochan se consideran más
vagos. Kelley insiste, sin embargo, en que "los ritmos circadianos están
controlados por la biología, y no por las costumbres".
Además, Barnes cree que el sesgo
hacia los madrugadores es una de las razones por las que las políticas de jornadas
de trabajo flexibles pueden ser contraproducentes. Barnes descubrió en sus
investigaciones que las personas que prefieren comenzar más temprano su jornada
laboral son generalmente percibidas como mejores trabajadores y reciben mejores
calificaciones de rendimiento, incluso aunque trabajen las mismas horas que
quienes empiezan más tarde.
Y este sesgo impide "el
ideal de hacer coincidir la hora de inicio de cada empleado con su proceso
circadiano", dijo el especialista.
Fomentando el sueño
Utilizando sus investigaciones en
cronotipos (un término que describe si una persona es madrugadora o
noctámbula), Ronneberg realizó unos experimentos en una fábrica de autos
Volkswagen y en una fábrica de aceros ThyssenKrup, ambas en Alemania.
Ronneberg ajustó los turnos
laborales a los relojes biológicos de los empleados, asignándoles a los
trasnochadores turnos de tarde y de noche, y turnos de mañana a quienes se
levantan temprano.
Descubrió que los trabajadores
que ajustaron su horario laboral a su reloj biológico eran más productivos,
gozaban de mejor salud y estaban menos cansados, tanto en su tiempo de trabajo
como en su tiempo libre.
Ryan Olson, científico del
Instituto Oregón de Ciencias de la Salud Ocupacional, en los Estados Unidos,
llegó a la misma conclusión en cuanto a empleados que trabajan en oficinas.
"Con la tecnología de hoy en día, no hay ninguna razón para tener un
horario inflexible", dijo.
Olson colaboró en una
investigación con empleados en una multinacional estadounidense. Para evitar el
sesgo hacia los madrugadores, se les otorgó a los empleados libertad para
elegir horarios de trabajo más flexibles para producir determinados resultados.
El proyecto incluía un programa
de formación que enseñaba a los trabajadores a dejar de juzgar a sus colegas
por cómo gestionaban su tiempo y a fomentar actividades que les permitieran
priorizar su tiempo personal.
Se les animaba a hacer recados o
asistir a eventos en la escuela de sus hijos a mitad del día. El objetivo:
ayudar a equilibrar su vida laboral y doméstica, pero también proporcionarles
una hora adicional de sueño durante la semana.
Olson dijo que los beneficios de
esa hora de sueño adicional se prologaron por un año después de que comenzara
la investigación, y que la empresa está trabajando en cambios para aplicar a
largo plazo.
"Hay un viejo dicho que dice
que dormir es para los débiles", dice Olson. Pero ahora "siento que
se está produciendo un cambio y que la gente se está dando cuenta de que la
falta de sueño no es buena. Y es un tema del que las empresas quieren oir
hablar".
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