Cómo será nuestra relación con
los bancos en el futuro
El Economista - jueves, 31 de
marzo de 2016
La tecnología permite que nuestra
relación con los bancos -y con el dinero de manera general- vaya cambiando.
Hace 15 años nadie consultaba el saldo de sus cuentas en Internet y aún menos
hacia transferencias online. Todo pasaba en las sucursales o eventualmente por
teléfono..., pero las cosas han cambiado y seguirán cambiando.
El 70% de los millennials en EEUU
no pasan por una sucursal bancaria más de una vez al año. Este dato lo dice
todo sobre el futuro de las sucursales. La nueva generación que está creciendo
en un entorno cada vez más digital -los de la generación Z- tiene una relación
mucho más pragmática con las marcas. Su experiencia ideal como usuario no pasa
por tener que perder tiempo en desplazarse a una sucursal para hablar con una
persona en la que, desde la crisis, ya no confía.
Esto implica que los bancos van a
tener que reinventar el modo de relacionarse con sus clientes y prestar sus
servicios. Van a tener que hacer suya la cultura digital de la generación Z si
quieren sobrevivir. No quiere decir esto que las sucursales bancarias
desaparecerán por completo. En los últimos siete años se han cerrado cerca del
30% de las sucursales de bancos y cajas de ahorros en España y la tendencia
seguirá en los próximos años.
En el futuro, cada banco podría
acabar por tener sólo un par de oficinas en cada ciudad. La necesidad de
desplazarse a una sucursal se reducirá drásticamente ya que la gran mayoría de
las operaciones se harán desde el móvil o la web. Las oficinas no gestionarán
más dinero ni operaciones de cuentas. Se van a dedicar a tratar temas más
complejos -gestión patrimonial, fiscal, montajes hipotecarios...- que necesitan
más tiempo y justifican que el cliente se desplace. Al tener que hacerlo pocas
veces, el cliente aceptará distancias más largas, por lo que no hará falta una
gran red de oficinas.
Virtualización del dinero
El dinero será virtual. Puede
parecer un poco utópico pero el movimiento ya está en marcha y es sólo cuestión
de tiempo. ¿Por qué tener que llevar conmigo varias tarjetas para poder pagar,
tener que acordarme del pin, tener miedo de perderlas? si puedo pagar con mi
móvil? ¿Por qué tener que llevar efectivo, buscar cambio, para que acabe en la
lavadora olvidado dentro de un bolsillo? si puedo pagar con mi móvil? El móvil
ya no es un teléfono, ya es un terminal multifunción con el que puedo hacer cada
vez más cosas, desde mirar series en Netflix, a gestionar mis cuentas con
Mooverang o hacer la compra en Soysuper.
Al utilizar la biometría -huellas
dactilares, voz, etc.- es además un sistema mucho más seguro que las tarjetas
físicas. El dinero pasa de una cuenta a otra en tiempo real una vez obtenida la
identificación del usuario con el móvil y la autorización de la entidad
financiera donde está depositado el dinero. España es uno de los países del
mundo con mayor tasa de penetración de smartphones y se lanzará este verano una
plataforma de pago por móvil compatible con todos los bancos. El próximo paso
será equipar todos los comercios con terminales capaces de gestionar esos
pagos. Con la nueva generación de consumidores culturalmente digitalizada ya nada
impedirá que la virtualización del dinero se convierta en realidad en los
próximos 10 o 15 años.
La era en que los bancos eran los
jefes de orquestas de nuestras finanzas se acabó. La crisis financiera ha
pasado por allí, los consumidores se han dado cuenta de que los grandes bancos
han abusado del poder que tenían y de la confianza depositada en ellos. Y la
relación con los bancos va a cambiar por dos razones principales. La primera es
que la desconfianza que nació de la crisis ha cambiado de manera profunda
nuestra visión sobre los bancos. La segunda es que la generación Z -los de
menos de 23 años actualmente- tiene un comportamiento de consumo diferente a la
de los baby boomers. Son menos fieles a las marcas y están más preocupados por
la calidad del producto o servicio, más informados, son más comunicadores de
sus experiencias, más autónomos y dan más crédito a las informaciones obtenidas
de su red de las que comunican las marcas sobre sus productos.
Mayor autonomía del usuario
Todo esto provocará que los
bancos ya no sean capaces de vender gran cantidad de productos a sus futuros
clientes como lo hacían hasta ahora. Los consumidores del futuro van a
comparar, van a buscar alternativas y serán clientes de varias empresas
financieras eligiendo cada una por la calidad del producto que necesitan.
Tendrán una cuenta en un banco móvil, elegirán otra plataforma para transferir
dinero, otra para solicitar un crédito, una app para gestionar su presupuesto,
etc.
En el futuro, como usuarios,
seremos más autónomos e independientes. Utilizaremos varias entidades, cada una
especializada en un producto/servicio y ofreciendo la mejor experiencia
usuario. Los bancos serán de dimensión más pequeña, colaborando con las demás
entidades especializadas y dejarán de ser las entidades todopoderosas que
controlan todas nuestras finanzas.
Es una visión futurista basada en
las tendencias actuales y en el comportamiento de consumo de la nueva
generación. No sabemos cuánto tiempo tardará en tornarse en realidad, pero
sabemos que el futuro se parecerá mucho a esta visión.
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