Por qué la Bolsa sube los días
soleados y otras cosas ‘absurdas’ que nos influyen a la hora de invertir
idealista - jueves, 3 de marzo de 2016
Dos psicólogos de la Universidad
de Stanford hicieron una vez este experimento: pidieron a un grupo de
voluntarios con conocimientos financieros, que valorasen las ventajas de
invertir en compañías de Bolsa, y les aportaron informes ficticios. Unos
informes provenían de una firma fácil de pronunciar –Artan–, mientras que otros
procedía de una firma difícil de pronunciar: Taahhut. Ambas hacían sus
valoraciones sobre las posibilidades de invertir, y no siempre coincidían.
Para cualquier experto, lo mejor
habría sido sacar una media de las opiniones de Artan y Taahhut, pero eso no
fue lo que pasó. Los participantes dieron por mayoría más valor a los informes
de Artan que a los de Taahuut. ¿Por qué? Los psicólogos cognitivos tienen la
respuesta: nuestro cerebro escoge lo que le supone menos esfuerzo cognitivo.
Nuestro cerebro está gobernado
por dos sistemas: uno, más inconsciente, que es el que nos permite tomar
decisiones rápidas para ahorrar tiempo y para sobrevivir. Se supone que cuando
nos atacaba un animal en la prehistoria, no teníamos tiempo para reflexionar y
creamos este sistema rápido. Y el otro sistema es más consciente y nos permite
razonar con tranquilidad. Nos lleva tiempo y esfuerzo.
Lo que pasa es que este segundo
sistema es más perezoso, como dice el psicólogo y premio Nobel Daniel Kahneman,
de modo que dejamos el trabajo al primer sistema. Además, “la facilidad
cognitiva se asocia a sensaciones buenas”, afirma Kahneman en Pensar rápido,
pensar despacio.
Un experimento publicado en PNAS
(una de las revistas científicas de mayor renombre) demostró que las empresas
que salen a bolsa tienen mejor estreno cuando sus nombres son fácilmente
pronunciables como KAR. Sin embargo, las que tenían nombres o nicks difíciles
–PXG o RDO–, arrancaban con mayor dificultad. Con el tiempo, la acción corregía
este defecto.
A más esfuerzo, mejores
decisiones
Hay más ejemplos de nuestro
comportamiento fuera de lo común. Existe el caso contrario. Si se nos
presentara un informe financiero en un formato con tapas brillantes, buena
letra y bien empastado, sería muy fácil leerlo y entenderlo, ¿no?
Ahora imaginemos que se nos da a
leer el mismo informe con letra pequeña y en una impresión gris y mal diseñada.
¿Lo entenderíamos peor? Al revés: los experimentos realizados en Princenton con
estudiantes (se llama test de reflexión cognitiva), demostraron que los
estudiantes cometían menos errores cuando se les exigía más esfuerzo cognitivo
con pruebas presentados de mala manera.
La clave estaba en la letra: la
letra mal dibujada les provocaba mayor esfuerzo cognitivo. En el caso de la
firma de Bolsa del principio, no era la letra sino la palabra la que resultaba
difícil de pronunciar.
Cuestión de confianza
Uno de los experimentos más raros
sucedió cuando palabras de origen turco desconocido aparecieron en las portadas
de revistas universitarias. Al cabo del tiempo, se les preguntó a los
estudiantes qué palabras les causaban mejores sensaciones, y la inmensa mayoría
citó solamente a las que habían salido casi todos los días, y obvió las que
habían salido dos o tres veces.
Los psicólogos lo razonaban
diciendo que lo que nos resulta familiar es menos amenazador: es una actitud
adquirida en la evolución; en un mundo hostil, nos fiamos de los que nos es
familiar.
¿Cómo se puede llevar eso a la
práctica en la información financiera? Si una empresa desconocida aparece más
en los periódicos, al final empieza a causar buenas sensaciones, aunque sea un
verdadero bluff. Somos así de vulnerables.
Mercados soleados
Otro de los experimentos curiosos
sucedió cuando se cruzó minería de datos con el comportamiento de los
inversores. El psicólogo Leonard Mlodinow cuenta el caso de Edward Saunders, un
profesor de Massachusetts que estudió el comportamiento entre bolsa y
meteorología entre 1927 y 2008. Su conclusión fue que había una correlación
entre días soleados y subidas (bull market) y días nublados y caídas (bear
market).
Como el estudio parecía demasiado
absurdo para ser verdad, otros investigadores lo extendieron a 26 países entre
1982 y 1997. Su conclusión fue sorprendente: había más subidas de los índices
cuando salía el sol. Seguramente, los psicólogos evolucionistas lo ven como
algo natural pues asociamos el sol a la vida y al bienestar (a la vitamina D y
a que podemos ver las amenazas del ambiente).
Pero si uno se pone a reflexionar
sobre estos comportamientos, determina que, cuando invertimos en Bolsa, nos
dejamos llevar por fuerzas ocultas de nuestra mente que ni siquiera
sospechamos.
Somos unos inconscientes.
“Nuestra mente inconsciente es activa, resuelta e independiente. Puede estar
oculta pero sus efectos no lo están en ninguna parte”, dice Leonard Mlodinow en
su libro Subliminal: cómo tu inconsciente gobierna tu comportamiento.
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