De Dostoievski a Putin: así son
los niños ricos de la nueva Rusia
Los Replicantes - lunes, 28 de
marzo de 2016
La monarquía arruinada dio paso
al comunismo y este convirtió a sus dirigentes en la nueva nobleza. Hoy, sus
nietos se codean con Putin, conducen coches de oro y solo beben botellas de
champán. Mientras tanto, el pueblo es tan pobre como antaño.
Rich Russian Kids no es solo una
cuenta de la red social Instagram. Es una oda al lujo, al estatus económico, al
espíritu ruso del exceso y, sobre todo, a las nuevas generaciones de ricos de
Rusia. A pesar de que la economía rusa se contrae y registra un retroceso del
3,7%, dato que contrasta con el 0,7% que obtuvo de crecimiento en 2015, los
millonarios rusos apenas alcanzan el 10% de la población de su país y controlan
alrededor del 90% de sus recursos.
De pasar a ser la capital más
representativa del comunismo europeo, Moscú es ahora la ciudad más cara del
mundo por metro cuadrado. De hecho, también es la que más concentración tiene
de millonarios. Por lo tanto, las grandes marcas como Rolls Royce, Lamborghini,
Aston Martin, Ferrari o Porsche se han instalado en el corazón de la capital rusa.
Los niños ricos de Moscú se
codean con Putin, viajan en lujosos automóviles y beben carísimas botellas de
champán. Sacan a pasear a sus felinos exóticos, interactúan con teléfonos con
cobertura de oro, presumen de tener decenas de tarjetas de crédito, visten ropa
de etiqueta astronómica con complementos a juego. Ellos no son otros que los
hijos y los nietos de exmiembros del ya disuelto Partido Comunista.
La descripción de la propia
cuenta de Instagram que documenta el estilo de vida del joven rico ruso reniega
de su pasado como 'kolkhoz',que en ruso hace referencia a las cooperativas
agrícolas durante el comunismo, con un emoji de una señal de prohibido
precediendo a esta palabra. "Vidas de los intocables y lujosos chicos de
Rusia. El imperio de Instagram de los rusos de clase alta".
Así llegó el 10% de la población
rusa a controlar el 90% de los recursos del país
La economía rusa siempre ha
experimentado movimientos bruscos a lo largo de la historia. Uno de los
referentes de la literatura del siglo XIX, Fiódor Dostoyevski, ya retrata una
Rusia de nobleza desgastada y a la cola de las nuevas potencias europeas en 'El
jugador'. El patrón se repite a lo largo del tiempo y la desigualdad social
actual entre los rusos se debe, principalmente, a una transición política y
económica confusa y oscura. Tras la caída de la Unión Soviética y el comunismo,
Rusia experimentó un viraje hacia el capitalismo en un desesperado 'sálvese
quien pueda'. La implantación del sistema capitalista ocurrió de forma
progresiva y periférica hasta llegar a Moscú.
En 1987, Mijail Gorbachov amagó
el primer intento de liberar el mercado ruso a nivel internacional para salir a
flote de la debacle de la economía planificada. En 1990, Rusia no pudo más que
forzarse al aperturismo y abandonar los coletazos del sistema comunista. La
derrota durante la Guerra Fría y la caída del muro de Berlín en 1989 abrió las
puertas a un nuevo mundo en el que la economía se jugaba en otra liga. La
televisión pública debatía sobre si debían aceptar las nuevas reglas del juego
o instaurar unas nuevas. La incapacidad de una clase política débil y derrotada
obligó a lo primero.
Sin embargo, la transición tanto
política como económica no conllevó a un reparto limpio y justo para todos los
rusos. Si bien es cierto que el intervencionismo del Estado se presumía casi
imperceptible en comparación a las antiguas políticas, no ocurrió realmente
así. Aprovechando el capitalismo, muchos de los políticos renegaron del
comunismo y abanderaron la propiedad privada y sus nuevos principios.
Como la mayoría de la economía
soviética era pública, la nueva economía privada se sustentó en el fraude, el
ambiguo control sobre los activos económicos, la fuga de capitales y las
trampas fiscales. Rusia abandonó su industria para comenzar a importar sus
necesidades de forma barata, destruyendo el tejido empresarial propio del que
hasta entonces vivían. Desde su implatación, el capitalismo que adoptó Rusia se
construyó en las malas prácticas del lado más salvaje de la economía.
El resultado ha llegado hasta
nuestros días en forma de esta nueva generación de jóvenes que disfrutan de la
riqueza heredada con toda clase de ostentaciones. En Internet no dudan a la
hora de presumir de yates, coches de lujo, animales exóticos, joyas, relojes de
alta gama y muchas, muchas botellas de champán. En los nuevos niños ricos de
Rusia se juntan las grandes sumas de dinero con las ganas de dejar claro al
mundo su gran capacidad adquisitiva, cóctel al que se le añade la máxima
expresión del gusto por lo hortera.
Los oscuros negocios de Rusia:
España, destino preferente
La tradición mafiosa rusa se
remonta a la época zarista, en la que un colectivo de delincuentes, los
denominados vory, que no creían en ningún tipo de Estado, regían el mercado
negro con ayuda de algunos funcionarios públicos corruptos. Durante los altibajos
económicos soviéticos, estas organizaciones se fueron disgregando y formando
otras nuevas. En 1991, tras la caída oficial de la Unión Soviética, se
consolidaron las organizaciones de crimen organizado en Rusia tal y como las
conocemos hoy. La crisis de 1992 provocó una inflación de precios que, junto a
la escasez de productos debido al abandono de la producción propia, reforzó los
cárteles en territorio ruso.
Hoy en día, la mafia roja se ha
posicionado como una de las organizaciones criminales más poderosas e
influyentes de todo el mundo, además de controlar todo el sistema económico
ruso. Entre sus negocios practican el comercio ilegal de petróleo, el
narcotráfico, el tráfico de armas y de personas y el blanqueo de dinero.
Además, muchas de estas actividades ilegales se llevan a cabo en colaboración
con otras organizaciones criminales como los Tríadas chinos o Cosa Nostra.
En España vivimos en primera
persona la llegada de las nuevas riquezas rusas a través de la adquisicón de
suelo e inmuebles, un mercado con los precios bajos debido a la actual crisis económica.
Aunque ha caído en los últimos años, en 2012 el 9,6% de las casas compradas por
extranjeros en España fue a parar a manos rusas. A menudo se sospecha (si no se
sabe con certeza) que estas compras esconden realmente estrategias de blanqueo
de dinero, si bien se camuflan como "segundas residencias".
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