La riqueza global es pura ilusión
Forbes - lunes, 9 de febrero de 2015
El Estado, los banqueros y los equivocados
académicos que los justifican, están tratando de construir la economía mundial
sobre cimientos de dinero fíat, deuda y manipulación de los mercados, un grave
error.
Como todos sabemos, el mundo está sufriendo una
crisis terrible. Por eso es que más que nunca necesita capitalismo real y
auténtico, no estatismo disfrazado de aquel. Hoy en día es muy común escuchar a
los intervencionistas diciendo que el capitalismo es la madre de todos los
males, pero no es así. De hecho, es la intervención del Estado en la economía
la raíz de la enfermedad. Si piensa que nuestros llamados jefes de Estado o de
Gobierno son mejores organizando nuestras vidas personales, temo decirle que
está equivocado. Todos conocemos a los políticos.
El Estado no se preocupa por nuestro bienestar,
sino por su poder –por cierto, un poder otorgado por nosotros, el pueblo. Los
políticos luchan como fieras en los países democráticos y se aferran a él en
aquellos que no lo son, por el poder en sí mismo. A veces también –en países
como México, para enriquecerse. Con el fin de conservarlo nos engañan dándonos
supuestos derechos y “beneficios sociales”, en el especial a los más pobres,
porque dicen que eso “es lo justo”. Es el discurso perfecto porque casi nadie
se atreve a decir “no, no ayuden a los pobres así porque al final los
perjudican”, por el riesgo que implica ser acusado de ser una persona egoísta y
sin corazón, por decir lo menos.
El Estado y su discurso de supuesto “beneficio
social” han hecho un gran trabajo en casi criminalizar a los que consideran
capitalistas “insaciables”. Por supuesto, los liberales pensamos que tenemos
que ayudar no sólo a los pobres sino a toda la humanidad, para que logren un
mejor nivel de vida. Pero eso no se puede lograr mediante políticas estatistas.
Por tanto, lo que es justo es que la humanidad se siga desarrollando y halle de
manera libre nuevas formas de producir viejas cosas, así como crear productos y
servicios novedosos cada vez más baratos. De eso se trata el capitalismo. Así
que no es justo que se ponga en riesgo a la civilización, que es hacia donde
nos dirigen los políticos en la mayoría de los países por su afán de poder.
El progreso no se puede dar por hecho, ni es un
proceso automático e irreversible. El desarrollo actual del que disfrutamos en
el planeta fue posible gracias a la acumulación de capital, por lo que, si el
capitalismo nos ha traído aquí, destruir sus fundamentos implica volver a una
nueva Edad de las Tinieblas. Un error típico de algunos analistas y académicos
de izquierda es considerar que el capital es algo que siempre crece, casi en
automático. Eso es un error. El capital debe ser repuesto ya que se consume, y
para esa reposición de capital, es necesario acumular ahorros reales.
Los economistas de las corrientes predominantes
confunden causas con efectos y esa es una de las razones por las cuales piensan
que crédito/deuda son igual al ahorro y capital. Asimismo, que la expansión
crediticia es acumulación de capital. Pero lo cierto es que no son sinónimos. A
pesar de ello, los bancos centrales tratan de estimular la economía mediante la
expansión permanente de crédito, es decir, expandiendo la deuda al infinito.
Eso es imposible por definición. Tarde o temprano, la deuda debe ser pagada y el
castillo de naipes se derrumba, y sin embargo tratan de mantenerla en pie
colocando más y más cartas. Obviamente esto agrava el problema pero no les
importa, piensan que están haciendo bien.
En este sentido, los gobiernos –esos
intervencionistas que aman el poder, dicen que están haciendo “todo lo posible”
para crear puestos de trabajo y de producción, pero en realidad solo continúan
expandiendo el crédito, pues se han dado cuenta de que es una forma encubierta,
ideal, de meter las manos en los bolsillos de todos que se expresa en el alza
de precios. Un robo con todas las de la ley.
En suma, el mundo está condenado porque el
Estado, los banqueros y los equivocados académicos que los justifican, están
tratando de construir la economía mundial sobre cimientos de dinero fíat, deuda
y manipulación de los mercados, un grave error. Están consumiendo capital y
para ser claros, un capital erosionándose no puede sostener nuestra
civilización. Lo mejor que el Estado podría hacer es minimizarse, dejar que los
mercados libres funcionen, garantizar la propiedad privada de sus ciudadanos,
proporcionar sistemas monetarios y bancarios honestos sin reserva fraccionaria
ni banco central, y reducir los impuestos. Estos, son una confiscación de la
propiedad privada. La ganancia es el principal incentivo para el desarrollo y
la acumulación de capital, y por ello, del progreso económico. Sin aquellas
bases capitalistas auténticas, toda riqueza que en apariencia existe, es una
mera ilusión que ya se está desvaneciendo.
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