¿Por qué cocinamos el alimento y no lo comemos
crudo?
BBC Mundo - domingo, 8 de febrero de
2015
Es fácil pensar que cocinar la comida es un
ejercicio bastante mundano. Para algunos es un placer, para otros un quehacer.
Pero, ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué no
consumimos nuestros alimentos crudos, como lo hacen el resto de los animales
incluyendo los chimpancés, nuestros parientes más cercanos?
Varios expertos han estudiado el caso y han
llegado a sendas conclusiones: cocinar aumentó el tamaño de nuestro cerebro,
aseguró la supervivencia de la especie, nos hizo más sociables, aceleró la
creación de comunidades, permitió la migración a otros territorios y nos dio
una identidad cultural.
En otras palabras, según estas opiniones, el
desarrollo humano se disparó cuando un mono empezó a cocinar.
Más energía
Para saber si el humano primitivo hubiera
podido evolucionar como lo hizo consumiendo solo comida cruda, el primatólogo y
antropólogo de la Universidad de Harvard, Richard Wrangham, se sometió a la
misma dieta de los chimpancés que estudiaba.
Nuestros ancestros estaban a todas horas
buscando cómo recargar la energía.
No solo le costó trabajo tragarse frutas y
hojas con sabores muy intensos, pero también había alimentos nauseabundos como
las entrañas crudas de los monos que ocasionalmente comen.
Wrangham le dijo a la BBC que es muy difícil
llenar el estómago con esos alimentos y en consecuencia terminó extremadamente
hambriento.
"Lo más importante es que el cocer los
alimentos nos permite sacarles más energía"
Eso es muy importante en un ambiente salvaje,
en el que los animales están escasos de energía y a todas horas están buscando
como recargarla, indicó Wrangham.
"Nuestros ancestros lograron un gran
avance cuando pusieron la comida al fuego", aseguró. "El aumento de
energía les permitió tener bebés más rápido, los bebés y ellos vivían mejor,
sus sistemas inmunes mejoraron".
Mucha de la diferencia entre la comida cruda y
la cocida tiene que ver con la manera en que los nutrientes están almacenados
en las plantas.
Por ejemplo, el azúcar, una de las principales
fuentes de energía, está prácticamente sellada en cristales dentro de las
células de las plantas. Cuando se calientan, esos cristales se abren, lo que le
permite a nuestro sistema digestivo aprovechar el azúcar.
Origen de la cocción
No está claro cuál fue el momento en el que
nuestros ancestros empezaron a cocer sus alimentos.
Cuándo se puso fuego a los alimentos es
debatible, pero algunos especulan que pudo haber sido hace 2 millones de años.
Hay evidencia de fuego con los restos de comida
alrededor de hace unos 150.000 años. Y hay mucho entusiasmo en torno a un
descubrimiento en África que podría probar que cocinar tuvo su origen hace un
millón de años.
Pero Richard Wrangham va mucho más atrás.
"Lo que diferencia a los humanos del resto
de los primates es que tenemos un aparato digestivo muy pequeño, dientes
pequeños, bocas pequeñas y un estómago pequeño. Y esto puede notarse a partir
de hace dos millones de años", señaló.
Esas características indican la necesidad de
comer alimentos blandos y, según el primatólogo y antropólogo de Harvard, esa
es la explicación de por qué empezamos a cocinar la comida. "Cocer nos
hizo humanos".
Esta una declaración formidable y no todos
estarán de acuerdo, pero su argumento que nuestro sistema digestivo cambió hace
dos millones de años coincide con el repentino crecimiento de nuestros
cerebros.
Cuando comemos, la sangre del resto del cuerpo
se va al estómago. "Un estómago activo consume mucha energía",
explicó Wrangham. "Un estómago pequeño consume menos energía... que puede
ser dirigida hacia el cerebro".
Desarrollo social
Pero el desarrollo intelectual de los humanos
es solo una parte del argumento, el historiador de la Universidad de Notre Dame
Felipe Fernández-Armesto añade otra dimensión.
Los humanos desarrollamos sistemas sociales en
los que las mujeres se encargan de cocinar los alimentos.
En su libro "El alimento: una
historia" él sostiene que la cocina condujo a horas de comida y a la
transformación entre los humanos de cazadores y carroñeros solitarios a grupos
organizados, dando inicio a las sociedades.
"Desde que la preparación de alimentos
empezó a hacerse con fuego hemos tenido cada vez más sociedades
cohesivas", sostuvo Fernández-Armesto. "Hemos tenido una razón para
reunirnos, para colaborar, para intercambiar y comunicarnos entre nosotros que
nuestros antepasados, mientras roían furtivamente un trozo de comida debajo de
alguna roca solitaria, no tuvieron".
De ahí, las sociedades pasaron a crear culturas
y la cocina o culinaria se desarrolló como una expresión de ésta, un símbolo de
identidad.
"Las recetas son muy importantes como un
ejemplo de cultura", continuó el historiador Fernández-Armesto. "Si
uno comparte una receta con alguien se crea un vínculo social muy fuerte y
probablemente lo distingue como miembro de una familia, de una nación. La
identidad regional se forma en el transcurso del acto de cocinar y de
comer".
Para el historiador es "una de las grandes
revoluciones en la historia de la humanidad".
Tan importante es para la sociedad que Richard
Wrangham piensa que el origen del matrimonio está en el cocinar.
Aunque hoy en día sea un concepto arcaico,
según él antropólogo, hemos desarrollado sistemas sociales en el que las
mujeres se encargan de cocinar los alimentos que los hombres traen. "En la
vinculación afectiva entre hombres y mujeres, además del interés sexual, hay
mucho interés de parte del hombre en que la mujer pueda cocinar".
Cualquiera que haya sido el impacto sobre el
desarrollo de la sociedad, el intelecto y la psicología humana, lo cierto es
que una vez que la comida cocida estuvo en el menú, no hubo marcha atrás.
Hace unos años, un programa de televisión de la
BBC condujo un experimento en el que un grupo de personas vivió dos semanas en
un zoológico consumiendo exclusivamente alimentos crudos.
A lo largo del experimento, quedó en evidencia
que no podían masticar suficiente comida para consumir las calorías necesarias.
Hay que tomar en cuenta que un mono pasa entre seis y siete horas del día
mascando.
Al cabo de las dos semanas, los voluntarios
habían reducido un promedio de cinco kilos. No sorprende que nuestros
ancestros, que vivían de alimentos crudos, frecuentemente murieran de
inanición.
Por otra parte, investigadores en Alemania
estudiaron a personas que únicamente consumían alimentos crudos y encontraron
que la mitad de las mujeres habían dejado de menstruar y no podían tener hijos.
Así que no es exagerado resaltar cuán
significativo fue para los humanos primitivos tener acceso a alimentos cocidos,
ricos en energía.
Riesgos de la alimentación moderna
No obstante, hay otra razón más básica para
cocer los alimentos: los esteriliza y los hace más seguros para consumir.
El nutricionista Daniel Commane explica cómo la
cocción de una planta, como la papa, neutraliza sus defensas naturales.
"Hay químicos en las papas que son muy
tóxicos. Comerse una papa cruda puede ser muy grave. Lo mismo con frijoles
cuyas toxinas pueden penetrar el torrente sanguíneo y causar estragos. El
cocinarlos desactiva las toxinas".
Pero todo lo bueno también tiene un lado
negativo. El gran acceso, en muchas partes del mundo, a alimentos cocidos y
procesados significa que estamos consumiendo más calorías que nunca.
Actualmente, uno de cada tres adultos mayor de
20 años tiene sobrepeso y uno de cada diez es obeso.
"Hemos desarrollado este mecanismo que nos
permite almacenar el exceso de energía dietética y en este período de relativa
afluencia, estamos viendo a muchas personas almacenando mucho exceso de energía
en forma de grasa", señaló el doctor Commane.
Aparte del riesgo para la salud, hay otros
factores de la vida moderna que auguran un cambio más fundamental para la
sociedad humana, según el historiador Felipe Fernández-Armesto.
"Hay señales que estamos revirtiendo al
hábito de consumir la comida a solas", advirtió.
El historiador se refiere a la escena común en
las familias modernas donde cada quién tiene su hora de comida y su sitio
aparte para consumirla. El esposo trabaja horas largas y llega tarde, el
adolescente come frente al computador, etc.
"Estas influencias sobre la vida familiar
son potencialmente muy destructivas y podrían deshacer 200.000 años de nuestra
historia en la que forjamos comunidades a partir de la introducción de la
cocción de los alimentos".
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