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lunes, 9 de febrero de 2015

crisis

El fuerte endeudamiento global amenaza con estallar en una crisis financiera

El Cronista Comercial - ‎ ‎febrero‎ de ‎2015
            Según la consultora McKinsey & Co, el endeudamiento mundial se incrementó de u$s 57 billones en 2007 a casi u$s 200 billones, aumento que supera ampliamente el crecimiento económico mundial.

En términos porcentuales, la deuda pasó de representar el 270% del PBI a hacerlo en un 286%.
El estudio elaborado por McKinsey y que abarcó 47 países pone de relieve que las esperanzas cifradas en que la agitación de los últimos ocho años estimularía un "desapalancamiento" generalizado –a niveles más seguros de endeudamiento– se depositaron en el lugar equivocado.
El informe insta a adoptar "nuevos enfoques" destinados a la prevención de futuras crisis de deuda.
Los resultados del estudio de McKinsey indican que los niveles más altos de deuda "plantean preguntas acerca de la estabilidad financiera".

La deuda de China, incluyendo el sector bancario, prácticamente se cuadruplicó desde 2007 y hoy equivale al 282% del PBI. McKinsey advierte sobre los riesgos relacionados con el mercado inmobiliario, el endeudamiento de los gobiernos locales y de la banca "en la sombra".
El endeudamiento del sector financiero en relación al PBI se redujo en Estados Unidos y otros países afectados por la crisis.

Tras la crisis financiera mundial posterior a 2007, se esperaba que el mundo se "desapalancara", que a partir de las lecciones aprendidas de la crisis de las hipotecas subprime de Estados Unidos –y de otros mercados excesivamente inflados– los consumidores, las empresas y los gobiernos reducirían su endeudamiento.

En la práctica, ocurrió lo contrario. La deuda creció enormemente a un ritmo mayor que las economías, y el endeudamiento público registró el crecimiento más rápido desde 2007.
El enorme crecimiento de la deuda amplió los mercados de capitales, pero los dejó vulnerables a nuevas crisis... quizás tan vulnerables como antes de 2007.
Según el mencionado informe, "hay pocos indicios de que la trayectoria actual de creciente apalancamiento vaya a cambiar. Eso pone en duda supuestos básicos en materia de deuda y desapalancamiento y la pertinencia de las herramientas disponibles para gestionar la deuda y evitar futuras crisis".

China y otras economías en desarrollo han impulsado el incremento de la deuda mundial. No obstante, los gobiernos de las economías avanzadas tuvieron que apuntalar los sistemas bancarios y compensar fuertes recesiones. Alentados por tasas de interés bajas, los consumidores y las empresas también han "incrementado su apalancamiento".
La deuda del sector financiero se redujo en relación con el PBI en países afectados por la crisis, como Estados Unidos, pero no en otros lugares.

Las conclusiones de McKinsey se hacen eco de las advertencias del Banco de Pagos Internacionales (BIS) de Basilea, que actúa como comité de expertos para los bancos centrales. La investigación del BIS reveló que "los ratios de crédito al sector privado versus el PBI que superan holgadamente su tendencia de largo plazo suelen predecir la materialización de graves tensiones bancarias en el término de tres años", declaró Jaime Caruana, director general del BIS, en un discurso que pronunció a fines del año pasado.

Los elevados niveles de deuda podrían hacer más difícil para los bancos centrales "normalizar" la política monetaria sin afectar la economía real: la Reserva Federal de Estados Unidos planea elevar las tasas de interés este año por primera vez desde 2006.
"Los altos niveles de deuda son un signo externo de problemas estructurales", sostiene Charles Dumas, presidente de Lombard Street Research.

Entre 2007 y mediados de 2014, la deuda de China, incluyendo el sector financiero, se cuadruplicó a u$s 28,2 billones, equivalente al 282% del PBI, según cálculos de McKinsey.
Este coeficiente es superior al de Estados Unidos. O ligeramente inferior, si se excluye el sector financiero.
El informe identifica tres áreas de interés: la concentración de la deuda china en mercados inmobiliarios; el rápido crecimiento y la complejidad de la banca en la sombra de China; y el endeudamiento "fuera de balance" de los gobiernos locales.
Según McKinsey, la deuda total del país "parece manejable", pero su nivel de endeudamiento restringiría su capacidad para compensar la desaceleración del crecimiento a largo plazo de las economías avanzadas.

"Antes de la crisis (post 2007) había una zona en la que la deuda era muy baja y estable, y esa zona era China", afirma Luigi Buttiglione, director de estrategia global del fondo de cobertura Brevan Howard y coautor de un informe publicado en septiembre sobre endeudamiento mundial. "Cuando hubo una crisis en Occidente, China pudo apalancarse. Ese no es ahora el caso".
En los mercados emergentes, el crecimiento de la deuda "refleja principalmente una sana profundización financiera", sostiene McKinsey.
En el mundo desarrollado, sin embargo, la aceleración de la deuda pública podría limitar el crecimiento.

La deuda de empresas y hogares en relación con el PBI se redujo en sólo cuatro economías avanzadas: Estados Unidos, Reino Unido, España y Alemania.
"Una cantidad de países... tienen niveles de deuda de hogares superiores a los que existían en Estados Unidos o el Reino Unido en el pico de la burbuja inmobiliaria", sostiene el informe. Canadá, Australia, Suecia y los Países Bajos se encuentran entre los países con "vulnerabilidades potenciales en la deuda de los hogares".

McKinsey señala que hacen falta "nuevos enfoques" para reducir el riesgo de futuras crisis de deuda. Innovaciones en hipotecas y otros contratos de deuda podrían distribuir mejor los riesgos entre prestatarios y acreedores. Medidas más audaces incluirían "reestructuraciones" de deuda o "monetización", bajo las cuales se cancelaría la deuda adquirida por los bancos centrales.
Si se excluye la deuda en poder de organismos gubernamentales y el banco central, el coeficiente deuda pública/PBI de Japón caería de 234% a 94%.

Sin embargo, esa solución rápida de "desapalancamiento" podría causar por sí misma turbulencias, reconoce Mckinsey.

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