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miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sensini

Sensini: "No querramos que Messi sea Maradona"

En sus 20 años de carrera como defensor, el argentino Roberto Néstor Sensini jugó una infinidad de partidos importantes. Y no es para menos: con la camiseta Albiceleste, disputó tres Copas Mundiales de la FIFA y un Torneo Olímpico de Fútbol. A nivel clubes, se dio el gusto de salir campeón la institución que lo vio nacer, Newell's Old Boys de Rosario, antes de partir al exigente fútbol italiano. Allí se mantuvo 16 años, donde logró dos Copas UEFA y dos Copas de Italia con el Parma y una liga italiana con la Lazio, antes de colgar las botas en el Udinese a la edad de 40 años.

Hoy, dos años después de su retiro y de aquella corta primera experiencia como entrenador del Udinese, Sensini dirige a Estudiantes de La Plata. A punto de cumplir nueve meses en el cargo, Boquita se sienta a dialogar con FIFA.com dispuesto a responder sobre su presente, sus experiencias mundialistas e, incluso, analizar a la selección argentina.

Señor Sensini, ¿ya se acostumbró a convivir con las urgencias de un director técnico en Argentina, donde los tiempos son cortos?
Me estoy acostumbrando. El semestre pasado fue bastante bueno, terminamos terceros y eso da crédito, aunque lo de tiempos cortos no sólo pasa en Argentina. Por ejemplo, parecería que en Inglaterra hay otra cultura, pero el ex entrenador del Chelsea (NR: Avram Grant) peleó la liga hasta el final, perdió la final de la Champions e igual se fue. En Italia, el Inter fue campeón y (Roberto) Mancini también se fue. Pero es cierto que acá está la exigencia de ganar y demostrar en pocas semanas, y eso a veces te lleva a equivocarte. Pero yo creo que el técnico argentino, como el jugador, se adapta a cualquier cosa.

¿Cuál es la mayor diferencia que nota entre ser futbolista y ser entrenador?
Ahora, apenas termina el partido, ya hay que estar proyectando el próximo rival, ver cómo están los muchachos, quién puede jugar. Hay que manejar el grupo de la menor manera, buscar soluciones... Cuando uno es jugador piensa más en lo individual.

Marcelo Bielsa, Carlos Bilardo, Daniel Passarella... Usted tuvo a algunos de los técnicos más importantes de su país: ¿quién lo marcó más?
Es difícil, porque de todos uno toma algo, aunque quizás hayan sido Bielsa y Bilardo los que más me marcaron. Carlos, por ejemplo, me enseñó a jugar en todos los puestos de la defensa, y eso me sirvió muchísimo en Italia. Después está en uno cómo lo recibió y cómo se los transmite al grupo, que es lo más complicado. Pero yo valoro a todos los técnicos que tuve, incluso a los de menos nombre.

¿Podemos sacarlos de su presente para llevarlo a su pasado, y repasar los tres Mundiales que jugó?
¡Por supuesto!

Perfecto. ¿Qué recuerda de Italia 1990?
Llegamos al momento del torneo con muchos problemas, como las lesiones de Diego (Maradona), que jugó con un tobillo a la miseria y de (Jorge) Burruchaga... Si alcanzamos la final fue gracias a la fortaleza del grupo. Es cierto que no jugamos como la Argentina de 1986 o no fuimos tan vistosos como la de 1994, pero hay que valorar que en el camino, dejamos afuera a Brasil, a Italia que era local... Después, perderla con Alemania como la perdimos, por un penal a seis minutos del final, fue muy doloroso.

Aquella jugada, la del penal que le sancionan a usted sobre Vöeller, ¿lo perseguirá por el resto de su vida?
No, porque si bien me marcó mucho tiempo, ya lo superé. Yo sigo insistiendo que no fue penal, (Edgardo) Codesal sigue insistiendo que sí pero, la verdad, no vale la pena polemizar. Han querido cruzarme con él en algún programa de radio, pero tampoco tiene sentido, porque cada uno tiene su punto de vista. Hay que desdramatizar y seguir adelante.

En Estados Unidos 1994, Argentina desplegaba un fútbol de alto vuelo hasta la suspensión de Maradona. ¿Por qué el equipo no pudo superar esa pérdida?
Cuando Diego se quedó afuera, es como si se nos hubiera apagado la luz. Porque más allá de la importancia de él con la pelota en los pies, es lo que provoca en el rival. Sin Diego, el contrario jugaba distinto, con Diego, era otra historia. Con él se agranda el resto de los compañeros, y cuando no está, es como fuéramos frenados. Aún así, con Rumania perdemos porque erramos muchos goles en el que fue para muchos el mejor partido del Mundial.

¿Qué pasó en Francia 1998?
Pasó que, otra vez, nos tocó perder en un excelente partido de fútbol. Holanda nos gana en una jugada cerca del final, pero tranquilamente podríamos haberla hecho nosotros.

Quizás sus 16 años allí le ayuden a responder esta pregunta: ¿por qué Italia logró en 2006 el título mundial y Argentina no?
A ver... (Piensa) Nosotros, los argentinos, pensamos muchas veces que somos los mejores en todo. Y para serlo, hay que demostrarlo. El italiano, en cambio, siempre desconfía un poco de sus potencialidades. Y ellos ganan el Mundial en el momento más difícil, por todo lo extrafutbolístico que los rodeaba. Parecía que no iban a pasar el primer turno, pero se concentraron y demostraron que a veces, aún sin jugar el mejor fútbol del mundo, se puede ganar.

¿Cómo ve a la selección de cara a Sudáfrica 2010?
La base está, creo, entre los que ganaron la medalla dorada en Pekín y los que jugaron con Bielorrusia. Y si bien es cierto que por historia Argentina debería clasificar y luego estar en los cuatro primeros, hay que ir de a poco, teniendo en cuenta que hay otros que pueden estar en nuestro mismo nivel o mejor.

¿Será Messi el encargado de mostrar el camino, como lo fue Maradona 1986?
No podemos querer que Messi sea Maradona, porque Diego hubo uno sólo. Aunque sí es cierto que se va acercar a ese nivel, no creo que lo alcance. Y tirarle toda es presión, puede ser contraproducente. Hubo varios que también rindieron muy bien en Pekín, como Riquelme, Mascherano, Gago, Agüero, ese chico Di María... Material sobra pero, repito, hay que ir despacio.

¿Le gustaría dirigir alguna vez la selección argentina?
Y... (Sonríe). Cuando uno es jugador, primero quiere demostrar en un club, sea grande o chico no interesa, y luego ir creciendo. Porque ya no te alcanza con trabajar bien, querés ir a un equipo más importante y salir campeón. Después eso tampoco te alcanza, y querés llegar a la selección. Luego ir a Europa... En esta profesión es igual. Y todos tenemos aspiraciones.

Por último, ¿cuál es el sueño de Sensini entrenador?
Seguir creciendo. Puedo hacer las cosas bien o mal, pero al final, me gustaría tener una identidad y que se me reconozca por eso.

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