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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Grosso

Grosso, con respeto y sin temor

La selección nacional de Italia ha comenzado en Lárnaca (Chipre) su ambiciosa trayectoria rumbo a la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010. Un camino plagado de obstáculos (que responden respectivamente al nombre de Irlanda, Bulgaria, Chipre, Georgia y Montenegro), y más luminoso si cabe por la presencia sobre la camiseta azzurra del nuevo escudo de los campeones mundiales, el símbolo de los defensores del título, que acaba de crear la FIFA.

Fabio Grosso fue titular en el primer partido de clasificación que ha disputado la selección italiana pero, lamentablemente, se fracturó una costilla y deberá estar afuera de los campos de juego por un mes. Sin embargo, eso ni nada dentendrá a quien fuera posiblemente el hombre más desequilibrante del equipo en aquellos días triunfales de Alemania 2006. El expeditivo lateral izquierdo ha concedido una entrevista en exclusiva a FIFA.com, en la que recuerda aquella aventura mágica y nos habla de su futuro más inmediato, con una mención especial a su experiencia en el Lyon francés.

Señor Grosso, cuando repasa mentalmente los dos años de elmininatorias que precedieron a la fase final de Alemania 2006, ¿qué recuerda con más claridad?
Mi caso es muy especial, porque comencé mi trayectoria desde muy abajo hasta llegar al lugar que todos sabemos, y que compartí con compañeros magníficos. Los dos años que precedieron al último Mundial fueron años de descubrimientos continuos, de emociones siempre nuevas, cada una más apasionante que la anterior. Recuerdo mi primer día en el Centro Técnico de Coverciano, mi debut, el segundo y tercer partido, mi primer gol, la convocatoria para la fase final...

Con la perspectiva que nos brinda el tiempo, su primer gol con la camiseta de Italia parece ahora una predicción de lo que estaba por llegar.
Lo marqué en Escocia, en un partido de clasificación para el Mundial de 2006. Era un encuentro decisivo e íbamos perdiendo. Entré en el terreno de juego en la segunda parte y tuve la gran suerte de anotar el gol del empate, que resultó trascendental. Nunca lo olvidaré.

Después de haber contribuido a la clasificación del equipo, no supo hasta el final si lo incluirían en la lista definitiva de convocados ...
Únicamente en el preciso momento en el que se anunció oficialmente la lista de la selección supe con certeza que me encontraba entre los veintitrés seleccionados. Pero tengo que admitir que siempre me di perfecta cuenta de la confianza que el señor Marcello Lippi había depositado en mí. ¿Qué puedo decir? Tan sólo darle las gracias por el Mundial, por los dos años precedentes y por todo lo que nos espera de ahora en adelante.

Tuvimos que esperar hasta octavos de final, contra Australia, para ver su primera intervención realmente mágica.
Fue la primera emoción intensa que viví en Alemania. Francesco (Totti), a pocos segundos del final, me pasó un estupendo balón por la izquierda. El instinto, pese al cansancio, me empujó a internarme en el área rival, y el jugador australiano (puedo garantizarlo aunque mucha gente no se lo crea) hizo un movimiento totalmente voluntario con el hombro y me tiró al suelo. Penal claro. ¡Y Totti no falló!

Su segundo momento mágico se produjo en la semifinal contra Alemania. ¿Qué hacía a la derecha, usted que es zurdo por naturaleza?
¡Qué partido! A los alemanes, que tan envalentonados estaban en las declaraciones que ofrecieron la víspera del encuentro, los derrotamos en su estadio preferido, en Dortmund. En aquella jugada decisiva estaba a la derecha porque acabé allí por causalidad después del saque de esquina. Cuando la defensa alemana empezó a subir, pensé en echarme ligeramente al otro lado. El balón acabó a los pies de Andrea (Pirlo), un hombre que tiene ojos en la nuca, quien me envió un centro perfecto mirando para el otro lado. Metí el balón a un centímetro del palo y de la mano del portero. Después me volví loco, me entró una alegría tan grande que no sabría describirla. Hay que ver las imágenes para hacerse una idea.

Aquellos días fueron doblemente importantes para usted.
Cierto. Mi mujer y yo esperábamos un bebé, que nació algunos meses después. Ahora tiene casi dos años y se está criando fuerte y sano. Se llama Filippo. En aquella época viví todo lo mejor y lo más grande que puede pasarle a un futbolista y a cualquier hombre.

En la final acertó el penal decisivo. Inigualable.
El quinto lanzamiento, con un gol de ventaja, en la final del Mundial. El penal que, de niños, todos soñamos con tirar. Son momentos tan grandes que le deseo a todo el mundo que tenga la oportunidad de vivirlos algún día. Sé positivamente que, en este sentido, soy un privilegiado.

¿Cómo ve a Italia en el camino hacia Sudáfrica 2010? ¿Cuál es el adversario más temido del grupo?
Todos y ninguno. La selección que lleva cosido en la camiseta el escudo de campeona del mundo debe respetar a todos sus rivales, pero también debe ser consciente de sus propias fuerzas.

Hablemos del fútbol de clubes. Después de una experiencia difícil en el Inter de Milán, parece que ahora le va muy bien en el Lyon.
Es muy posible que el ambiente del Inter no fuera el ideal para mí. Pese a todo, ese año me sirvió para comprender muchas cosas y, de todas formas, los resultados ahí quedan. Después decidí marcharme al Lyon, a Francia, donde me encuentro en la gloria y tengo compañeros fantásticos. Dicen que allí la presión es menor que en Italia, pero la verdad es que, para un deportista, la presión procede de su interior. Hemos ganado el campeonato de liga y de copa, un doblete estupendo que, después de seis títulos consecutivos, supone otro paso adelante para el Olympique de Lyon.

Y ahora, ¿qué objetivos se ha marcado? ¿Aspira a proclamarse campeón del mundo también en el fútbol de clubes?
Intentaremos llegar hasta la final de la Liga de Campeones de la UEFA, como en todas las competiciones que disputamos, pero no debemos olvidar que hay otros equipos en Europa que se han reforzado más que nosotros. Sólo puedo prometer que haremos todo lo posible por superarlos.

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