El método revolucionario y polémico con el que
enseñan matemáticas en EEUU
El Confidencial - jueves, 11 de diciembre
de 2014
No hace falta un gran esfuerzo mental para que,
si se nos pregunta cuánto son siete por siete, respondamos que 49. No hemos
tenido que utilizar la lógica ni hacer ninguna operación en papel, sino que nos
hemos limitado a reproducir la tabla de multiplicar que aprendimos en nuestra
infancia. Incluso es bastante probable que la hayamos canturreado mentalmente:
siete por siete, nueve; ocho por ocho, sesenta y cuatro… Ahora imaginémonos que
tenemos que pagar la compra en el supermercado, y la cajera nos dice que el
montante total es de 44,28 euros. Pagamos con un billete de 50. ¿Sacaremos hoja
y papel para saber exactamente cuánto tendremos que recibir, o calcularemos por
encima que algo más de un billete de cinco euros, una moneda de 50 céntimos y
otra de 20?
No es una división maniquea ni baladí, sino que
representa bien las dos formas de enseñar las matemáticas que ha implantado los
estándares de Núcleo Común o Common Core standards, que persiguen la
unificación del sistema educativo en Estados Unidos. Se trata de un método
rechazado por gran parte de docentes y padres, como bien muestra una serie de
artículos publicados en The Washington Post.
También han sido objeto de la burla: en un
tweet publicado en su cuenta ya clausurada, el humorista Louis C.K. aseguraba
que sus hijos amaban las matemáticas, pero que la nueva metodología había
conseguido que les hiciese llorar. “¡Gracias a los exámenes estandarizados y al
núcleo común!”, exclamaba, al mismo tiempo que tuiteaba una larga serie de
imágenes de exámenes que mostraban el en su opinión disparatado criterio de
aprendizaje.
La intuición también puede funcionar en las
matemáticas
¿En qué consiste exactamente el método de suma
propuesto por el Common Core? Algunas imágenes que se han viralizado en la red,
a veces en forma de parodia, nos ayudan a entender un poco mejor en qué
consiste la nueva forma de enseñar las sumas y las restas. Es el caso de este
examen que aparece recogido en un artículo de The National Review:
Siguiendo las reglas con las que hemos
aprendido las matemáticas, nos basta con saber que 7 y 7 suman 14, ¿verdad? Se
trata de la simple aplicación de las tablas de sumas, restas y multiplicaciones
que hemos memorizado. Sin embargo, en dicho ejemplo, el número entero 7 se
descompone en otras dos cifras, el 4 y el 3, que sirven como guía para resolver
la suma. ¿De qué manera pueden ser una pista? Probablemente, entendiendo que 7
+ 3 + 4 da igualmente 14. Muchos han argumentado que se trata de un rodeo para
llegar al mismo sitio, pero sus partidarios recuerdan que es una forma
interesante de aprender a realizar atajos que no nos obliguen a conocer de
memoria las tablas. Veamos este otro ejemplo:
Como vemos, no sólo se realiza la cuenta de la
forma tradicional, sino que también se descomponen las centenas, las decenas y
unidades en una tabla. Es una representación visual de aquello que, hasta la
fecha, había sido una mera aplicación del álgebra. De esa manera, aseguran sus
defensores, lo que hasta entonces era una mera abstracción pasa a representar
una cantidad contante y sonante y fácilmente comprensible por el ojo.
Como vemos en el ejemplo anterior, el alumno
debe averiguar “la parte que ha desaparecido” a partir de un total, que es el
número 9. Debido a que se conocen las cuatro monedas, hay que sumar otras cinco
hasta conseguir el total. Una terminología que muchos han asegurado que es
altamente confusa, sobre todo para niños de unos seis años, que son a los que
va dirigido dicho examen.
La centenaria profesora de matemáticas Madeline
Scotto lo explica bien en un vídeo publicado en Business Insider. “¡Lo están
haciendo mucho más complicado!”, explicaba. “Cuatro y cuatro son ocho. Si no
estás seguro, cuenta cuatro y otros cuatro y tendrás ocho”. Aunque no cabe
esperar una gran defensa de la revolución educativa por parte de una docente
que ya ha cumplido la centena, aunque siga dando clase en la St. Ephrem’s
School, esta recuerda que el método tradicional ha funcionado bien durante los
últimos siglos y que, si algo no está roto, no hace falta arreglarlo.
Quizá el principal problema se encuentre en la
aparente complicación de un contenido que, a ciertas edades, se debe aprender
de forma intuitiva y que sólo posteriormente se comprenderá de forma más
profunda. Como explica un artículo de The Washington Post, existen estándares
propugnados en el programa que se llaman “entender la sustracción como un
problema de suma desconocida”. Por entendernos, esto consiste en pensar el
tradicional 10 – 4 = 6 como un 4 + X = 10.
Ello repercute de forma llamativa en la terminología
que se emplea. Como muestra esta imagen, no es importante simplemente saber
hacerlo, sino por qué y cómo se hace. Por ello se debe sustituir el concepto
“problema” por “situación matemática”, y en lugar de sumar o restar cifras, se
incrementa o se reduce. Esta reescritura del lenguaje suena casi orwelliana,
pero como señala el documento, es una forma de crear una “comprensión mayor”.
¿Una forma de iniciar al alumno en las sofisticaciones matemáticas o una forma
de impedir la comprensión de reglas básicas?
Un método no tan peligroso
La lucha respecto a la pertinencia de estos
estándares se ha convertido casi en una confrontación política, al ser
utilizada por muchos críticos de Barack Obama como arma arrojadiza, ya que
fueron impulsados por el presidente demócrata. No obstante, sus defensores
recuerdan que se están utilizando las excepciones como si fuesen la regla y
que, en realidad, el método tiene mucho más sentido en el siglo XXI que la
aplicación directa de la aritmética.
¿Por qué? Porque por primera vez, se puede
utilizar la lógica para realizar una operación que antes era exclusivamente
matemática. Es una metodología muy parecida a la que empleamos de manera
natural cuando redondeamos en nuestra mente cifras para entender cuánto, por
ejemplo, tenemos que aportar en la cuenta cuando la dividimos entre varios o
para saber cuánto tenemos que recibir de vuelta tras un pago.
Pongamos que en la cuenta de una mesa de cuatro
comensales, el total asciende a 47,8 euros, vamos a pagar a escote y –no vale
hacer trampa– nadie tiene la calculadora del móvil a mano. ¿Cogeremos hoja y
papel y dividiremos en caja o, más bien, redondearemos mentalmente? Seguramente
nos decantaremos por esto último: de esa manera, dividiremos cuatro entre
cuatro, por lo que ya tenemos 10 euros, y nos sobrarían 7,8. Podemos redondear
dicha cifra a 8, que es fácilmente divisible entre cuatro, es decir, 2 euros
cada uno. En resumen, 12 euros y el resto para el bote, ¡y sin necesidad de
hacer cuentas!
Además, no es totalmente cierto que no se
enseñen las cuentas de la forma tradicional, como demuestran algunos de los
contenidos de la página del Common Core, como aquella en la que se señala que
se siguen realizando operaciones con base 10. No todo son aspectos negativos,
señalan sus defensores, sino más bien que el inmovilismo de algunos impide
modificar un sistema que, a diferencia de lo que sugería la centenaria
profesora, quizá sí tenga espacio para la mejora.
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