Cómo es la vida en un país represivo
BBC Mundo - lunes, 29 de diciembre de
2014
Con sus grandes callejones y edificios de
mármol blanco, el centro de Asjabad, la capital de Turkmenistán, se siente muy
desierto.
El único sonido que se escucha proviene de las
muchas fuentes.
Ocasionalmente uno se encuentra con empleadas
de limpieza que barren y friegan las veredas sin cesar.
Y sin embargo, uno no puede evitar sentir que
está siendo observado.
El presidente Berdymukhammedov fue reelegido
con el 97% de los votos en 2012.
Un hombre vestido de civil con un walkie-talkie
en la mano aparece del otro lado de la calle y comienza a gritarme que me
detenga cuando empiezo a sacar mi cámara para filmar.
Los oficiales de policía que vigilan las calles
son un recuerdo de que Turkmenistán es uno de los países más represivos del
mundo.
Incluso cuando uno está manejando aparecen a tu
alrededor.
Mi pequeña cámara, sujeta a una de las ventanas
laterales, capturó a uno de los oficiales en su auto.
Estaba mirando directamente hacia la lente y
hablando frenéticamente por teléfono.
Capaz su intención era simplemente pasarme,
pero ese tipo de encuentro genera temor entre la población e impone la
obediencia.
La gente se queja de que le cuesta llegar a fin
de mes, pero nadie dice nada en público.
Contrato roto
Y el temor está creciendo. Cuando visité
Turkmenistán hace siete años, era sorprendente lo poco temerosos que eran los
locales para hablar con la prensa extranjera.
En ese entonces, elogiaban al gobierno por el
gas y los suministros eléctricos gratuitos, y el combustible y los alimentos
baratos.
Me recordó lo que aprendí en mi clase de teoría
política sobre los contratos sociales: el Estado provee beneficios económicos y
a cambio los ciudadanos no cuestionan al Estado.
Hoy la sensación es que ese acuerdo no está
funcionando del todo.
"Mi salario apenas me alcanza para
alimentar a mi familia", me dice un residente de Asjabad.
"¿Y qué si tenemos recursos energéticos
enormes? La gente común no se beneficia mucho de eso. Incluso han instalado
medidores de gas en nuestros departamentos", cuenta.
El gas y la electricidad ya no son gratuitos.
"El precio de la carne y del transporte ha
subido", se quejó otro vecino.
"Pero la gente no protesta. Tienen miedo,
no solo por ellos mismos sino también por sus familiares, ya que aquí se aplica
el castigo colectivo", agregó.
Sentado en una mesa de un restaurante,
contándome de sus penurias, de pronto mi acompañante quedó petrificado, con sus
ojos clavados en una puerta donde una mesera había dejado una nota.
"¿Por qué hizo eso?", preguntó
nervioso. Terminó siendo una inocente nota para reservar una mesa.
"Vivir con miedo"
Según Rachel Denber, de la organización
defensora de derechos humanos Human Rights Watch, la situación en Turkmenistán
sigue siendo "pésima".
"No hay libertad de expresión, ni para
congregarse, ni libertad religiosa", afirmó.
"Es un país en el que los ciudadanos viven
temerosos de las autoridades a todo nivel...incluso para algo tan sencillo como
conseguir un aire acondicionado en el verano".
La policía circula por las calles y causa temor
entre la población.
Y sin embargo los gobiernos de Occidente y las
empresas buscan seducir a las autoridades para acceder a los enormes campos de
gas que tiene el país.
Turkmenistán tiene las cuartas mayores reservas
de gas del mundo, y todos los años se reúnen aquí las principales compañías
energéticas para una conferencia sobre el gas y el petróleo.
En ese encuentro, cada puesto tiene un retrato
del presidente turkmeno, Gurbanguly Berdymukhammedov.
Al final del evento, los participantes en la
conferencia agradecen al mandatario, sosteniendo su foto frente a las cámaras
de TV.
La Unión Europea (UE) también está ansiosa de
cooperar con Asjabad.
Representantes europeos actualmente negocian la
construcción de un gasoducto bajo el mar Caspio para transportar gas turkmeno
hasta Europa.
Todos los años las principales compañías
petroleras del mundo se reúnen en una conferencia en Turkmenistán.
Reformas, después
Según el representante de la UE en Turkmenistán
Denis Danilidis, las reformas llegarán después.
"No evitamos tocar temas como los derechos
humanos o el cumplimiento de la ley. Por el contrario. Pero los discutimos de
manera positiva", señaló.
"Y al comprometernos con un proyecto como
el gasoducto trans-Caspio...nuestro diálogo será más profundo y permitirá un
mayor nivel de confianza, lo que también (tendrá un efecto) sobre nuestras
discusiones de temas como los derechos humanos", dijo.
Para los activistas esto es una ilusión, y los
representantes Occidentales deben dejar en claro al gobierno turkmeno las
expectativas que tienen respecto a la situación de los derechos humanos.
Turkmenistán sigue siendo uno de los estados
más aislados del mundo.
La expansión del internet a través de la
telefonía celular ha traído algunos cambios, permitiendo a los turkmenos
interactuar más con el mundo exterior.
Pero toda la actividad online es monitoreada.
Para usar un cibercafé o comprar una tarjeta
SIM para el celular hay que registrarse.
Uno tiene que registrarse y presentar su
pasaporte para poder comprar una tarjeta SIM para el celular o para usar una
computadora en un cibercafé.
Y la mayoría de las redes sociales y los sitios
de la oposición están bloqueados.
"El gobierno hace absolutamente imposible
tener alguna otra alternativa", afirma Denber.
"Y el precio de probar una alternativa es
ir a prisión por largo tiempo, o algo aún peor", sentencia.
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