Soluciones radicales para un problema que no
espera
La Nación - diciembre de 2014
LIMA.- Graves inundaciones, largos períodos de
sequía, tifones más intensos y destructivos, retroceso de glaciares, deshielo
en los polos y récord de la temperatura planetaria desde que se la midió
globalmente.
Esta descripción no es parte de un futuro
apocalíptico, sino una realidad que se vive hoy. El año 2014 podría terminar
como el más cálido jamás registrado desde el inicio de las mediciones de
temperatura, en 1880, en una clara señal de que el calentamiento global ya es
una realidad, alentada por las crecientes emisiones de gases de efecto
invernadero.
El crudo informe se dio a conocer durante la
primera semana de la Conferencia de Cambio Climático en Lima (COP20) por parte
de varios científicos, a la espera de la segunda, donde jefes de Estado, de
gobierno y ministros del área ambiental debatieron los compromisos asumidos
para elaborar el borrador de un acuerdo global que permita recortar las
emisiones contaminantes y que sería firmado el año próximo.
Ante este panorama, y mientras los gobiernos
intentan cumplir las metas de reducción de los gases tóxicos, varios expertos
advierten que el proceso contaminante seguirá y cada vez será más difícil la
vida en la Tierra. Por ello, piensan que la manipulación a gran escala del
medio ambiente, conocida como geoingeniería o ingeniería climática, puede
ofrecer soluciones para enfriar el planeta o para reducir los niveles de
dióxido de carbono.
La geoingeniería plantea modelos teóricos que,
en ocasiones, parecen extremos, como el que propone "bombardear" la
atmósfera con partículas de sulfato que, a modo de paraguas, crearían sombra
sobre la superficie terrestre y ayudarían a bajar la temperatura del planeta.
Otros teóricos de este campo proponen
"fertilizar" el océano con hierro para favorecer que las algas
absorban dióxido de carbono. La aplicación de alguno de estos planes, pensados
para atajar el fenómeno del cambio climático, podría tener consecuencias desastrosas
para millones de personas, si bien serían necesarios para salvar el planeta,
advierten los científicos.
Ésa es una de las conclusiones de expertos en
ingeniería climática de las universidades de Leeds, Bristol y Oxford. Los
científicos británicos piensan que si las concentraciones de carbono en la
atmósfera alcanzan un nivel crítico, la geoingeniería podría ser la única
manera de tomar el control del clima, aunque interferir deliberadamente en la
naturaleza implique grandes riesgos.
Mientras elaboran teorías y soluciones poco
convencionales, insisten en que los esfuerzos deberían concentrarse en las
formas conocidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Steve Rayner, del Programa de Geoingeniería de
la Universidad de Oxford, opinó que no hay una respuesta simple, pero sostuvo
que "sería irresponsable no explorar el potencial para entender las
tecnologías de la mejor manera que se pueda".
"Las tecnologías de ingeniería climática
se perciben como herramientas potenciales adicionales dentro del conjunto de
medidas para lidiar con el cambio climático, no como sustitutos de la
adaptación o de la reducción de las emisiones de gases de efecto
invernadero", dijo Rayner a la BBC.
Matt Watson, de la Universidad de Bristol,
advirtió que las cuestiones que rodean a la geoingeniería "son muy, muy
complicadas". "No nos gusta la idea, pero cada vez estamos más
convencidos de que tenemos que investigarlas. Personalmente, estas cosas me
parecen aterradoras, pero habrá que decidir si es mejor no hacer nada, seguir
igual y llegar a un mundo con una suba de la temperatura de 4°C",
reconoció el experto.
En otra instancia, los científicos hallaron
evidencias de que la aplicación de algunas de esas teorías provocaría graves
cambios en el régimen de lluvias. Por ejemplo, el simulador informático para
probar la llamada "gestión de la radiación solar", que se conseguiría
bloqueando los rayos del sol, sí demostró que esa técnica reduciría la
temperatura global, pero ejercería profundos cambios en las precipitaciones a
nivel mundial, afectando a entre 1200 millones y 4100 millones de personas.
Otros proyectos dados a conocer involucran
aumentar la capacidad reflectante de las nubes o de la superficie terrestre
para que una mayor parte del calor del sol sea devuelta al espacio. O quemar
biomasa o material vegetal y usarlo como fertilizante para que su carbono quede
atrapado en el suelo, con el impacto en el uso de suelo y la seguridad
alimentaria que podría tener. También se piensa en construir máquinas que
extraigan el CO2 directamente del aire y lo almacenen bajo tierra.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre
el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés)
publicó en octubre una nueva evaluación de los conocimientos al término de un
trabajo de síntesis de los estudios existentes en el mundo entero.
La temperatura media en la superficie del
planeta subió 0,85°C entre 1880 y 2012; las tres últimas décadas fueron
sucesivamente las más cálidas desde 1850, y los diez primeros meses de 2014
fueron los más calurosos desde 1880.
La acidez de los océanos aumentó un 26%, a
causa de la absorción de una parte (30%) de las emisiones de CO2. En el Ártico,
la superficie media anual de los hielos polares disminuyó entre 3,5 y 4,1% por
década entre 1979 y 2012. Los océanos subieron 19 centímetros en su nivel medio
entre 1901 y 2010. Los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera son
los más elevados en 800.000 años.
La comunidad internacional se fijó como
objetivo en 2009 en Copenhague limitar el cambio climático a 2°C con relación a
la era preindustrial (ya subió 0,8°C). Los científicos estiman que para
mantener esa meta las emisiones de GEI deben reducirse entre 40% y 70% de aquí
a 2050.
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