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lunes, 15 de diciembre de 2014

Soluciones

Soluciones radicales para un problema que no espera


La Nación - ‎ ‎diciembre‎ de ‎2014
LIMA.- Graves inundaciones, largos períodos de sequía, tifones más intensos y destructivos, retroceso de glaciares, deshielo en los polos y récord de la temperatura planetaria desde que se la midió globalmente.

Esta descripción no es parte de un futuro apocalíptico, sino una realidad que se vive hoy. El año 2014 podría terminar como el más cálido jamás registrado desde el inicio de las mediciones de temperatura, en 1880, en una clara señal de que el calentamiento global ya es una realidad, alentada por las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero.

El crudo informe se dio a conocer durante la primera semana de la Conferencia de Cambio Climático en Lima (COP20) por parte de varios científicos, a la espera de la segunda, donde jefes de Estado, de gobierno y ministros del área ambiental debatieron los compromisos asumidos para elaborar el borrador de un acuerdo global que permita recortar las emisiones contaminantes y que sería firmado el año próximo.

Ante este panorama, y mientras los gobiernos intentan cumplir las metas de reducción de los gases tóxicos, varios expertos advierten que el proceso contaminante seguirá y cada vez será más difícil la vida en la Tierra. Por ello, piensan que la manipulación a gran escala del medio ambiente, conocida como geoingeniería o ingeniería climática, puede ofrecer soluciones para enfriar el planeta o para reducir los niveles de dióxido de carbono.

La geoingeniería plantea modelos teóricos que, en ocasiones, parecen extremos, como el que propone "bombardear" la atmósfera con partículas de sulfato que, a modo de paraguas, crearían sombra sobre la superficie terrestre y ayudarían a bajar la temperatura del planeta.

Otros teóricos de este campo proponen "fertilizar" el océano con hierro para favorecer que las algas absorban dióxido de carbono. La aplicación de alguno de estos planes, pensados para atajar el fenómeno del cambio climático, podría tener consecuencias desastrosas para millones de personas, si bien serían necesarios para salvar el planeta, advierten los científicos.

Ésa es una de las conclusiones de expertos en ingeniería climática de las universidades de Leeds, Bristol y Oxford. Los científicos británicos piensan que si las concentraciones de carbono en la atmósfera alcanzan un nivel crítico, la geoingeniería podría ser la única manera de tomar el control del clima, aunque interferir deliberadamente en la naturaleza implique grandes riesgos.

Mientras elaboran teorías y soluciones poco convencionales, insisten en que los esfuerzos deberían concentrarse en las formas conocidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Steve Rayner, del Programa de Geoingeniería de la Universidad de Oxford, opinó que no hay una respuesta simple, pero sostuvo que "sería irresponsable no explorar el potencial para entender las tecnologías de la mejor manera que se pueda".

"Las tecnologías de ingeniería climática se perciben como herramientas potenciales adicionales dentro del conjunto de medidas para lidiar con el cambio climático, no como sustitutos de la adaptación o de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero", dijo Rayner a la BBC.

Matt Watson, de la Universidad de Bristol, advirtió que las cuestiones que rodean a la geoingeniería "son muy, muy complicadas". "No nos gusta la idea, pero cada vez estamos más convencidos de que tenemos que investigarlas. Personalmente, estas cosas me parecen aterradoras, pero habrá que decidir si es mejor no hacer nada, seguir igual y llegar a un mundo con una suba de la temperatura de 4°C", reconoció el experto.

En otra instancia, los científicos hallaron evidencias de que la aplicación de algunas de esas teorías provocaría graves cambios en el régimen de lluvias. Por ejemplo, el simulador informático para probar la llamada "gestión de la radiación solar", que se conseguiría bloqueando los rayos del sol, sí demostró que esa técnica reduciría la temperatura global, pero ejercería profundos cambios en las precipitaciones a nivel mundial, afectando a entre 1200 millones y 4100 millones de personas.

Otros proyectos dados a conocer involucran aumentar la capacidad reflectante de las nubes o de la superficie terrestre para que una mayor parte del calor del sol sea devuelta al espacio. O quemar biomasa o material vegetal y usarlo como fertilizante para que su carbono quede atrapado en el suelo, con el impacto en el uso de suelo y la seguridad alimentaria que podría tener. También se piensa en construir máquinas que extraigan el CO2 directamente del aire y lo almacenen bajo tierra.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) publicó en octubre una nueva evaluación de los conocimientos al término de un trabajo de síntesis de los estudios existentes en el mundo entero.

La temperatura media en la superficie del planeta subió 0,85°C entre 1880 y 2012; las tres últimas décadas fueron sucesivamente las más cálidas desde 1850, y los diez primeros meses de 2014 fueron los más calurosos desde 1880.

La acidez de los océanos aumentó un 26%, a causa de la absorción de una parte (30%) de las emisiones de CO2. En el Ártico, la superficie media anual de los hielos polares disminuyó entre 3,5 y 4,1% por década entre 1979 y 2012. Los océanos subieron 19 centímetros en su nivel medio entre 1901 y 2010. Los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera son los más elevados en 800.000 años.


La comunidad internacional se fijó como objetivo en 2009 en Copenhague limitar el cambio climático a 2°C con relación a la era preindustrial (ya subió 0,8°C). Los científicos estiman que para mantener esa meta las emisiones de GEI deben reducirse entre 40% y 70% de aquí a 2050.

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