La técnica genética "que lo cambiará
todo" desata una guerra de patentes
El Confidencial - miércoles, 10 de
diciembre de 2014
“Esta tecnología lo cambiará todo”, aseguraba
el editor de la revista MIT Technology Review, Jason Pontin, hace menos de un
mes. Se refería a CRISPR, una prometedora técnica de edición génica que ya fue
seleccionada hace un año por su potencial para transformar el mundo. Ahora,
este nuevo método que permite hacer cambios genómicos con facilidad y precisión
se ha visto envuelto en una batalla para decidir su autoría.
CRISPR Therapeutics, Editas Medicine e Intellia
Therapeutics son las tres startups que luchan en este Juego de Tronos de
patentes de laboratorio. Y todo por una técnica de edición génica que todavía
no ha dado sus frutos, pero que tiene la capacidad para convertirse en una
industria de miles de millones de euros.
“La patente es una fórmula algo obsoleta”,
afirma a Teknautas el presidente del Comité Científico de la Asociación
Española de Bioempresas (ASEBIO) y expresidente del CSIC, Emilio Muñoz. El
experto en política científica considera que hoy en día la investigación
tecnológica es tan compleja y requiere tantos pasos que su protección
intelectual es muy complicada, porque hay muchas personas y centros
involucrados en cada avance.
Es exactamente lo que ha sucedido en este
culebrón. Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, las dos biólogas que
descubrieron el principio que da forma a la técnica, han sido premiadas por el
desarrollo de CRISPR con casi 2,5 millones de euros cada una.
Pero es Feng Zhang, el investigador que por
primera vez utilizó la técnica en células animales, el que posee la mayor parte
de la patente, y el que es más susceptible de obtener pingües beneficios en el
futuro.
Para revolverlo todo aún más, cada uno de estos
tres investigadores ha fundado una startup (o bien vendido sus derechos a
alguna). Y detrás de ellos hay una maraña de universidades que quieren su parte
del pastel, en un episodio en el que nadie se atreve a dar declaraciones, y
donde hay mucho capital de riesgo invertido.
Muñoz considera que, por supuesto, las técnicas
de laboratorio son patentables, aunque cree que actualmente ya no tiene mucho
sentido hacerlo. “Parece que hoy en día el único valor es el dinero, y así es
muy difícil generar debates y acuerdos sobre estos temas", aclara.
Dos monas con la llave de la edición génica
Mingming y Lingling son dos gemelas de macaco
muy especiales. Nacieron en noviembre de 2013, pero no saltaron a la fama hasta
febrero de este mismo año, cuando sus creadores las anunciaron a bombo y
platillo. Las crías eran las primeras primates en haber nacido con su genoma
modificado por la nueva técnica.
Pero, ¿qué tiene de especial CRISPR? La técnica
permite llevar a cabo una especie de microcirugía en el genoma, para cambiar
genes específicos con facilidad y precisión. Esta versatilidad se traduce en la
oportunidad de diseñar animales y seres humanos a la carta como nunca antes
había sido posible.
De esta forma se podría diseñar, por ejemplo,
un mono con esquizofrenia o alzhéimer que sirviera para investigar mejor esta
enfermedad. Y la edición aplicada en seres humanos, a pesar de todos dilemas
éticos, evitaría el nacimiento de personas con enfermedades genéticas.
Mientras que otros métodos funcionan a lo
bruto, porque colocan nuevo material genético en puntos al azar, CRISPR permite
borrar y editar con una precisión de ensueño. En teoría, esto significa que se
podría reescribir un genoma (primate de momento, humano en el futuro), en su
totalidad.
El nuevo método no está exento de polémica, y
no solo por su autoría legal. A Pontin le preocupan las “tentaciones” que la
técnica ofrecerá. Por ejemplo si se utiliza con fines eugenésicos de dudosa
ética, como la “eliminación de la homosexualidad en países retrógrados”.
Además, está convencido que alguien mejorará a un ser humano con ella en los
próximos veinte años.
De momento CRISPR no ha llegado tan lejos, y
todavía tiene mucho camino que recorrer hasta este punto. Pero sí se han
logrado crear con éxito nuevos modelos animales y obtener buenos resultados en
estudios celulares in vitro contra virus como el del sida.
Patentar el mundo entero
Las patentes son parte fundamental de la
investigación. Asegurar la propiedad de un descubrimiento garantiza que sus
responsables verán remunerado todo el esfuerzo, tiempo y trabajo dedicado. Sin
embargo, en ocasiones crean polémicas que salen de los laboratorios y llegan
hasta la calle.
“Siempre ha habido mucho debate sobre si se
podían patentar los genes”, explica Muñoz. También con los test de diagnóstico
para el cáncer de mama, donde “el Tribunal Supremo de EEUU dictaminó que debían
ser de libre acceso”. Con los organismos modificados genéticamente sucede algo
parecido, aunque aquellos casos con un fin claramente altruista, como el arroz
dorado, las compañías liberaron las patentes.
Por estos motivos, y pese a la necesidad de proteger
la propiedad intelectual de alguna forma, algunos estudios señalan que las
licencias genéticas frenan la competencia,
y por lo tanto la innovación. Habrá que confiar en que los problemas
legales que envuelven la CRISPR no retrasen la aparición de nuevos fármacos ni
afecten a la investigación farmacéutica en un campo tan optimista.
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