Pasión y fútbol
elmundo.es
Se llama Pepe, tiene dos hijos y
no cobra desde hace cuatro meses. Su mujer está en el paro. Su familia figura
en la estadística de los hogares donde no entra ni un euro. Su compañero Rubén
también tiene dos hijos. No cobra su nómina desde agosto, y paga una hipoteca y
un alquiler. En febrero no podrá pagar ni el colegio de los pequeños ni al
banco. Corre el riesgo de entrar en la lista de desahucios.
Pepe y Rubén son trabajadores que
juegan al fútbol en el Racing de Santander. Son futbolistas profesionales,
adorados por su afición, aplaudidos, perseguidos al salir del estadio por los
que quieren hacerse una foto o un autógrafo.
En el fútbol no todo son
contratos millonarios ni megaestrellas. Ellos representan a una Cantabria
maravillosa en cada escenario donde juegan. Muy a su pesar, han sido protagonistas
esta semana de un plante en su partido de Copa del Rey. Sólo quieren cobrar
porque trabajan y cumplen. Lideran su grupo en Segunda División B, camino del
ascenso.
Ese gesto de rebeldía renunciando
a brillar en una eliminatoria frente a la Real Sociedad, en un partido de David
contra Goliat, sólo les puede traer problemas. Pero consiguieron emocionarnos
mientras su afición cantaba el himno del club y ellos, en el centro del campo,
compartían en público sus penas y se abrazaban en una piña. Era su mejor gol.
El de la dignidad. El de la patada en el culo a sus directivos indecentes, el
del fútbol modesto, el que abre la puerta para que el fútbol pueda romper ese
techo de cristal donde los presidentes de Primera piden el indulto para otro
presidente condenado a la cárcel, donde una estrella como Messi tiene que
devolver a Hacienda millones de euros distraídos, donde el contrato de Neymar
olvida anotar 49 millones de euros, donde algunos presidentes siguen brillando
en su cortijo enseñando sus vergüenzas sin el menor pudor.
Estos futbolistas han hecho
historia, triste y emotiva. No es una anécdota, la crisis llega a todos los
rincones. A veces no por falta de dinero o trabajo, sino por unos dirigentes
tan incapaces como impresentables. Futbolistas, no dejen solos a estos chicos
del Racing, que han hecho el trabajo sucio.
Se llama Pepe, tiene dos hijos y
no cobra desde hace cuatro meses. Su mujer está en el paro. Su familia figura
en la estadística de los hogares donde no entra ni un euro. Su compañero Rubén
también tiene dos hijos. No cobra su nómina desde agosto, y paga una hipoteca y
un alquiler. En febrero no podrá pagar ni el colegio de los pequeños ni al
banco. Corre el riesgo de entrar en la lista de desahucios.
Pepe y Rubén son trabajadores que
juegan al fútbol en el Racing de Santander. Son futbolistas profesionales,
adorados por su afición, aplaudidos, perseguidos al salir del estadio por los
que quieren hacerse una foto o un autógrafo.
En el fútbol no todo son
contratos millonarios ni megaestrellas. Ellos representan a una Cantabria
maravillosa en cada escenario donde juegan. Muy a su pesar, han sido
protagonistas esta semana de un plante en su partido de Copa del Rey. Sólo
quieren cobrar porque trabajan y cumplen. Lideran su grupo en Segunda División
B, camino del ascenso.
Ese gesto de rebeldía renunciando
a brillar en una eliminatoria frente a la Real Sociedad, en un partido de David
contra Goliat, sólo les puede traer problemas. Pero consiguieron emocionarnos
mientras su afición cantaba el himno del club y ellos, en el centro del campo,
compartían en público sus penas y se abrazaban en una piña. Era su mejor gol.
El de la dignidad. El de la patada en el culo a sus directivos indecentes, el
del fútbol modesto, el que abre la puerta para que el fútbol pueda romper ese
techo de cristal donde los presidentes de Primera piden el indulto para otro
presidente condenado a la cárcel, donde una estrella como Messi tiene que
devolver a Hacienda millones de euros distraídos, donde el contrato de Neymar
olvida anotar 49 millones de euros, donde algunos presidentes siguen brillando
en su cortijo enseñando sus vergüenzas sin el menor pudor.
Estos futbolistas han hecho
historia, triste y emotiva. No es una anécdota, la crisis llega a todos los
rincones. A veces no por falta de dinero o trabajo, sino por unos dirigentes
tan incapaces como impresentables. Futbolistas, no dejen solos a estos chicos
del Racing, que han hecho el trabajo sucio.
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