Creatividad
Forbes - enero de 2014
Una lluvia de ideas, que incluso
podría ser disruptiva, no necesariamente garantiza el éxito. Para ello se
requiere algo “más acabado”: la innovación es la clave para resolver problemas
de negocios.
Por Luis Arnal*
No cabe duda, tener creatividaden
los negocioses una de las habilidadesmás importantes hoy en día,y una fuente de
diferenciación y competitividad. Lasempresas más exitosas en el mundo hacen
loposible para estimular la creatividad de suscolaboradores. Pero, ¿tener
creatividades suficiente para ser innovador? No.
Pensar en ideas nuevas podría ser
muy fácil. Cualquier persona tiene la capacidad de hacerlo, pero, ¿es una idea
por si sola útil y valiosa? No. Sin embargo, si aplicas la creatividad para
lograr un propósito, por ejemplo satisfacer una necesidad real de la gente, se
pueden lograr ideas que además de ser diferentes y originales, añadan valor a
la vida de la gente: de esta forma aseguras el éxito de la solución.
Así, existe una diferencia
fundamental entre la creatividad y la innovación. La primera está enfocada en
generar ideas originales y diferentes. La innovación es una actividad mucho más
amplia que la creatividad e incluye: 1) un pensamiento estratégico para definir
qué problema exactamente se debe resolver, 2) la generación de soluciones
relevantes que satisfagan una necesidad; 3) ejecución adecuada de estas ideas
para monitorear su valor y obtener resultados concretos.
La creatividad es un ingrediente
indispensable cuando se hace innovación, pero no reemplaza ni es lo más importante
cuando se intenta ser innovador. “Una cosa es pensar en nuevas ideas, ser
creativos; y otra muy distinta hacer cosas nuevas, llevarlas a la práctica, ser
innovadores”, dice Carlos Domingo, presidente y consejero delegado de
Telefónica I+D.
El origen de un creativo
Existen algunas profesiones cuyo
objetivo es crear y esto les permite tener más experiencia que la que tendría
un contador público que está entrenado para “analizar y procesar información”.
Esto no significa que un contador no pueda ser creativo, sino que debe aprender
a desarrollar estas habilidades fuera de su trabajo. Conclusión: la creatividad
no es cualidad de unos cuantos, sino de aquellos que saben utilizarla.
El verdadero potencial creativo
no reside en la simple producción de ideas, sino en la actividad cognitiva (que
supuestamente ocurre en el lóbulo derecho del cerebro) que permite que una idea
nueva se forme.
Las habilidades de la persona
creativa son varias: ser buen observador, ser altamente imaginativo, ser capaz
de pensar a nivel abstracto, reconocer patrones y similitudes, ser capaz de
“conectar los puntos” y reconocer analogías, pensar visualmente y en múltiples
dimensiones (es decir de manera no lineal), tener la disciplina para no juzgar
anticipadamente las ideas, generar una alta producción de ideas diferentes
(utilizar el pensamiento divergente), sentirse cómodo en ambientes altamente
lúdicos (bromas, juegos, actuar o jugar un papel), ser muy curioso y de rápido
aprendizaje, creer en el poder de la experimentación (la cual es una forma de
juego), estar continuamente insatisfecho con el statu quo (creer que todo puede
ser mejorado), ser buen comunicador y contador de historias, ser valiente para
sugerir ideas y no tener miedo a ellas; y, por supuesto, apasionarse con la creación.
Estas habilidades son importantes
para convertirse en una persona creativa, pero la persona creativa necesita
desarrollar este expertise por medio de la práctica y el fortalecimiento de
estas habilidades.
El papel de las empresas
De igual forma, la gente más
creativa ha desarrollado estas habilidades de manera formal (por medio de
entrenamientos o cursos), o informalmente (durante experiencias de vida),
aunque la forma más efectiva es una combinación de ambas.
A nivel empresa, muchas quieren fomentar
la creatividad entre sus colaboradores, pero no todos saben cómo hacerlo. Las
empresas que pretendan desarrollar el potencial creativo deben enfocarse en
entrenar las habilidades que hacen a una persona creativa, y no sólo en el
resultado (generar ideas). Pero hay un problema: en siete de cada diez empresas
no existen los incentivos que fomenten la innovación.
Las grandes empresas valoran y
fomentan el pensamiento analítico y de certidumbre, y dejan a un lado el
pensamiento intuitivo y de experimentación. En un contexto corporativo no se
confía en la intuición de la gente, sino en la justificación analítica y lógica
para tomar decisiones.
Eso muchas veces sucede por
temor, lo que representa uno de los más poderosos detractores de la
creatividad, ya que las empresas nunca recompensan los errores, pero sí el
statu quo. Si algo sale mal, un líder podría culpar a los números y sacudirse
de la responsabilidad que conlleva un fracaso; pero si una decisión se toma
intuitivamente, y algo sale mal, la culpa caerá sobre la ineptitud de la gente
que ayudó a tomar la decisión. Las empresas toleran los errores respaldados por
la ciencia, pero no los errores respaldados por intuición. Este principio
intimida el pensamiento creativo.
Los incentivos necesarios
Uno de los elementos más
importantes para fomentar la creatividad es la motivación. Muchas empresas no
saben reconocer, medir e incluso valorar la creatividad en sus colaboradores.
En realidad, las grandes organizaciones sacrifican la creatividad por la
eficiencia.
Aunque siempre pensamos que un
incentivo tiene que ser económico (material), existen dos tipos distintos de
incentivos que entran en juego y que podrían ayudar a incrementar el potencial
creativo de un equipo de trabajo. Los incentivos sociales son aquellos
enfocados en una satisfacción intrínseca al ser “reconocido” por otros (premio
al más creativo de la división, empleado del mes); mientras que los incentivos
morales son también intrínsecos y tienen que ver con los valores y sentir como
persona (“estoy haciendo algo bueno para el mundo”, “me hace sentir bien hacer
esto”).
Según Teresa M. Amabile,
profesora de Harvard Business School y una de las voces autorizadas en el
estudio de la creatividad en las empresas, la motivación intrínseca es mucho
más fuerte para potenciar la creatividad, que la motivación extrínseca. La
gente más creativa es aquella que ve en la creatividad un medio para alcanzar
la felicidad. Si preguntas a cualquier emprendedor exitoso cuál fue su
principal motivación para crear una empresa, responderá que fue una motivación
intrínseca; no el dinero.
En una empresa de cientos de
empleados es difícil replicar este principio y provocar que todos tengan una
motivación intrínseca para ser creativos día con día. De hecho, no creo que sea
la mejor idea que todos los colaboradores de una empresa sean altamente
creativos todo el tiempo, ya que sería una empresa muy caótica y sin
estabilidad. Más bien, para que la creatividad pueda fluir en una empresa sólo
bastan algunos cuantos que, con sus acciones e ideas, contagien “moderadamente”
a otros (tener esto muchas veces es suficiente para lograr los objetivos del
negocio).
Cuidado con los extremos
La mejor forma para saber cuánta
creatividad se requiere en una empresa es intentando lograr compensar el exceso
entre dos factores: el extremo análisis y el extremo creativo.
Dependiendo del sector donde trabajes,
la empresa puede ubicarse más en un extremo que en otro. La mayor parte de las
grandes empresas —sobre todo de sectores como banca, seguros, farmacéuticas,
ingeniería— operan bajo principios más analíticos (extremo análisis); por su
parte, las grandes empresas de productos de consumo, automotrices y tecnología,
conviven en el centro; mientras que las empresas más pequeñas conviven en el
otro flanco (extremo creativo).
La clave es alcanzar cierto
balance entre el pensamiento analítico/racional y el pensamiento
creativo/intuitivo. Como algún día dijo Steve Jobs: “Sigue a tu corazón, pero
consúltalo con tu cabeza”.
Confiar un poco más en la
intuición y en las ideas creativas de la gente puede generar soluciones a los
problemas más difíciles de una empresa. En el estudio El estado dela innovación
en América Latina 2013, 90% de los entrevistados dijo estar dispuesto a migrar
a otra empresa más creativa e innovadora, con todo y que las condiciones
laborales sean las mismas. Esto significa que el hecho de tener un ambiente de
trabajo que fomenta la creatividad es clave para atraer y retener el talento.
¿Quieres saber de qué lado de la
balanza operan tus colaboradores? Pregúntales si existen los elefantes
voladores. En mi experiencia, 90% de la gente de grandes organizaciones no se
atreve a responder que sí existen; cuando hago la misma pregunta a
emprendedores o estudiantes con poca experiencia profesional, este número baja
a 50%; pero una vez hice la misma pregunta a un grupo de niños de entre ocho y
diez años y sólo 20% dijo que no existían. (Los elefantes voladores sí existen;
de lo contrario, el dinero que gana Disney con Dumbo sería una ilusión; o los
7,000,000 elefantes voladores que puedes encontrar en Google tampoco
existirían.)
Sólo hay una cosa más peligrosa
que una persona poco creativa: una persona “demasiado creativa”. En realidad,
la creatividad puede ser un arma de dos filos, si no se sabe utilizar con
medida y de manera disciplinada.
La innovación debe de ser el
propósito por el cual utilizamos la creatividad. La clave es saber emplearla en
cantidades correctas y combinarla con otros ingredientes.
Pero, si no la combinas con un
propósito estratégico y de largo plazo, si no ubicas el problema del usuario
que pretendes resolver, si no experimentas y “refinas” la solución, cualquier
indicio de creatividad será solamente una idea.
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