La necesidad y la trascendencia de ser
selectivos
FORBES- 13 de septiembre de 2019
Hay una necesidad que estamos
olvidando por la multiplicidad de opciones que se nos presentan: la necesidad
de ser selectivos que se traduce en logros concretos.
Hemos sido muy afortunados, a
estas generaciones nos ha tocado vivir en una época gloriosa en la que podemos
aprovechar —como nunca en la historia— oportunidades y detectar posibilidades.
El entorno hace que las opciones se nos desborden y hay tantas cosas que
podemos hacer, tantas alternativas que tenemos a disposición para elegir que
nuestra capacidad de decisión se puede nublar ante la diversidad de elecciones.
De hecho, estamos enfrentando tantas cosas buenas que al contrario de lo que
podríamos pensar, el factor decisivo se nos complica. ¿Qué elijo? La mayoría de
las personas se sienten abrumadas: tienen una multiplicidad de cosas por hacer
y tiempo limitado para concretarlas.
Es un hecho, la mayoría de las
personas se sienten desbordadas. Son demasiadas tareas y poco tiempo para
llevarlas a cabo. ¿No nos repetimos constantemente que querríamos que el día
tuviera más de veinticuatro horas? Luchamos acabar con las tareas domésticas y
profesionales, por leer las noticias y las novedades. No dejan de surgir como
olas, nuevas tareas y responsabilidades. Sentimos que jamás lograremos ponernos
al día y que siempre estaremos atrasados, incluso si tenemos ayuda.
Por eso es tan relevante ser
selectivos. Necesitamos entender que lo importante no es empezar una infinidad
de proyectos sino terminarlos bien. Elegir adecuadamente implica ser capaces de
seleccionar aquello que tendrá mayor impacto y posibilidades de ser finalizado
con éxito. Para ello, debemos de conocer bien cuáles son las competencias con
las que contamos para poder desarrollar una idea, transformarla en un proyecto
que pueda llevarse a buen puerto.
No es tan difícil. Una persona
promedio que desarrolla el hábito de establecer con claridad sus prioridades
para completar tareas importantes superará a un genio creativo e innovador que
está ideando maravillas que no consigue completar. Esto es una verdad del
tamaño del planeta. Recientemente, una persona que asistió a una plática en la
que me tocó ser ponente me recomendó un libro con un título muy simpático:
“¡Tráguese ese sapo!”, de Brian Tracy. La propuesta me resultó interesante.
Tracy plantea que un sapo es una
tarea mayor e importante que tendemos a postergar y es una actividad que de
hacerla rápido y bien, traerá efectos positivos en el presente y en el futuro.
Propone la siguiente regla: “Si tiene que tragarse dos sapos, tráguese primero
el más feo”. En otras palabras, lo que el autor quiere decir es que, si tenemos
delante un par de tareas importantes, deberíamos empezar por la mayor y por la
más dura. Sostiene que al disciplinarse para empezar inmediatamente con lo más
difícil y perseverar hasta completarla, haremos un hábito de terminar una cosa
antes de iniciar la siguiente. En segundo lugar, Tracy dice que “si tiene que
tragarse un sapo vivo, de muy poco sirve sentarse a contemplarlo mucho rato”.
Efectivamente, la clave para
alcanzar altos niveles de rendimiento y productividad es desarrollar hábitos
perdurables para enfrentar la tarea principal cada mañana. Si tenemos la
costumbre de tragarnos el sapo antes de hacer cualquier cosa, sin estar dándole
vueltas al problema, en vez de contemplarlo, lo resolveremos.
El hábito se traduce en algo
sencillo: deja de hacerle al cuento y ponte a hacer lo que debes. Para usar un
lenguaje más actual, tragar sapos es algo así como orientarnos al logro.
Conseguir resultados relevantes se destaca como una conducta visible y
congruente que abarca más allá del terreno profesional, a la vida en forma
integral de una persona. Va desde arreglar los cajones del clóset hasta ordenar
la cubierta del escritorio, empieza con manejar un auto limpio y continua con
la concreción de proyectos que han estado durmiendo el sueño de los justos y
que urgen.
En nuestro mundo en general y en
el terreno profesional en particular, nos pagan y nos promueven por lograr
resultados concretos y medibles que se traduzcan en una contribución valiosa.
Para ello hay que estar enfocados y entender la necesidad de ser selectivos.
Sin embargo, recientemente se ha puesto de moda decir que debemos ser
multitaskers, nos han hecho creer que podemos y debemos de traer miles de bolas
entre manos y ser como los malabaristas del circo que pueden estar actuando en
tres pistas al mismo tiempo mientras hacen girar pelotas en el aire.
Con tristeza, podemos comprobar
que en muchas ocasiones las bolas terminan en el suelo y la gente confundida.
El fracaso en la ejecución es el mal que se padece cuando la gente confunde el
logro con la actividad. Creen que pueden estar en una reunión mientras chatean
por teléfono y redactan un informe. Desde luego, ellos terminan haciendo nada o
peor aún, ejecutando mal todo. Así no se consiguen los resultados requeridos.
Nuestros viejos nos dijeron con
gran sabiduría que el éxito en la vida y en el desempeño profesional está
determinado por la clase de hábitos que desarrollamos. Poner atención es de
máxima importancia ya que esto nos lleva a establecer las prioridades en forma adecuada.
Los beneficios son de amplio espectro. Cuando entendemos la necesidad de ser
selectivos, superamos las indecisiones y encaramos las tareas en forma más
efectiva poniendo todas nuestras habilidades mentales y físicas al servicio de
aquello que debemos realizar.
Por el contrario, cuando estamos
haciendo dos o más cosas al mismo tiempo, no hacemos una cosa ni la otra. Me ha
tocado estar en reuniones en las que los asistentes están enfocados en la
pantalla de su teléfono o de su computadora sin poner atención en lo que se
está comunicando. Evidentemente, el desempeño de estos equipos de trabajo se ve
mermado porque después están preguntando aquello que ya se les había explicado.
Si somos selectivos quiere decir
que somos personas capaces de elegir aquello que será mejor. Por lo tanto, se
podrá decidir si es mejor atender lo que me dicen en una pantalla o lo que me
están explicando en una reunión. Es mejor guardar el teléfono y enfocarse o
decidir no ir a la junta y atender la urgencia telefónica que tratar de hacer
dos cosas y terminar sin hacer nada. Ser selectivos requiere disciplina para
focalizarse y concentrarse. Una persona que entiende esta necesidad y ejerce
esta opción demuestra determinación, orden, dominio y capacidad de decisión.
¿No es esa una buena fórmula de éxito?
Los seres humanos tenemos una
capacidad virtualmente ilimitada para aprender y desarrollar virtudes,
habilidades y hábitos. Seleccionar de entre las buenas, las mejores puede
llevarnos a elegir el carril en el que se puede avanzar más rápido y así pisar
el acelerador a fondo. Pero, una a una: escogiendo lo que es relevante.
Priorizando. Para ser un profesional efectivo debemos entender la necesidad de
ser efectivos. Si no, podemos terminar como el payaso de circo que tiró las pelotas
en todas las pistas.
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