¿Cuál es el propósito de la empresa en la
actualidad?
FORBES- 20 de septiembre de 2019
Es legítimo que las empresas
busquen entregar buenos resultados financieros a sus accionistas, pero no a
cualquier precio y mucho menos a expensas de todas las partes que contribuyen a
la generación de valor de un negocio.
En días recientes se dio a
conocer una importante declaración de la Business Roundtable, organización
privada que representa a más de 180 corporaciones muy poderosas de los Estados
Unidos que emplean a 15 millones de personas y que pagan a sus accionistas 296
mil millones de dólares en dividendos. Lo que declaran estos directores
generales es que el propósito de sus empresas será “promover una economía que
sirva a todos los americanos” y “ejercer un liderazgo en beneficio de todas las
partes interesadas: consumidores, empleados, proveedores y accionistas”.
Tal declaración se explica por
dos razones importantes. La primera es política y tiene que ver con la elección
presidencial que se celebrará en Estados Unidos en el 2020. Ésta será una
elección sin precedentes en la que el Partido Demócrata puede elegir candidato presidencial
a un político de izquierda como Elizabeth Warren o Bernie Sanders, críticos
feroces de las grandes corporaciones a las que culpan de haber contribuido a la
corrupción del sistema político americano. En este sentido, la declaración de
la Business Roundtable puede interpretarse como un mensaje a los electores de
que las corporaciones tienen como propósito no sólo servir a sus accionistas,
sino al conjunto de la sociedad.
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La segunda razón es más profunda
y tiene que ver con lo que podemos llamar el surgimiento de una nueva visión
del capitalismo. La declaración de la Roundtable desea expresar una visión más
justa y democrática del capitalismo. También representa una defensa de la idea
de que sí es posible un capitalismo que funcione para toda la sociedad y no
sólo para una minoría.
En las últimas décadas se ha
librado una batalla intelectual entre dos filosofías empresariales opuestas
respecto a cuál debe ser el propósito de una empresa. La primera conocida como
Shareholder Theory o Teoría del Valor Accionario defiende la idea de que las
empresas deben tener como propósito fundamental generar las mayores utilidades
posibles a sus accionistas. Esta filosofía fue impulsada por el distinguido
economista de la Universidad de Chicago Milton Friedman. Una filosofía
alternativa conocida como Stakeholder Theory o Teoría de las Partes Interesadas
promovida por Edward Freeman de la Universidad de Virginia, defiende la idea de
que el propósito de una empresa debe ser más amplio, debe ser servir a todas
las partes que participan en la generación de valor: los clientes, los
empleados, los proveedores, las comunidades en las que operan y desde luego los
accionistas. De esta filosofía emanó la Escuela de pensamiento conocida como
Responsabilidad Social Corporativa.
Por décadas esta batalla la ganó
Milton Friedman, ya que fue el pensador que mayor influencia tuvo en medios
empresariales y académicos. Pero las cosas empezaron a cambiar cuando salieron
a la luz diversos escándalos corporativos como los protagonizados por empresas
como Enron, Tyco, WorldCom y muchas más a principios del presente siglo en
Estados Unidos y otros países. Recientemente se han revelado casos no menos
penosos como el del banco WellsFargo que por años simuló la apertura de cuentas
bancarias y la emisión de tarjetas de crédito para dar la impresión de que el
banco estaba teniendo un crecimiento muy agresivo. Otro no menos grave es el de
Volkswagen (VW), que sacó al mercado automóviles diésel que no cumplían con los
estándares de emisiones contaminantes pero que podían pasar las pruebas de
medición gracias a la instalación de un dispositivo con el cual era posible
burlar los sistemas de verificación. La motivación principal de esta acción
fraudulenta fue incrementar la penetración de VW en el mercado norteamericano
donde, sin el dispositivo, habría sido imposible pasar los controles de
emisiones contaminantes.
También a mediados de los años
noventa salieron a la luz casos de violaciones a los derechos humanos cometidos
por las empresas subcontratadas por las grandes corporaciones multinacionales
en Asia, África y Latinoamérica. Al principio, las multinacionales se mostraron
renuentes a asumir responsabilidad alguna, pero con el tiempo cambiaron su
política. Introdujeron Códigos de Ética que todos sus proveedores debían
cumplir para seguir en la cadena de suministro.
Otros casos perturbadores que
salieron a la luz fueron los de las empresas que ocasionaron daños ambientales
severos. El más reciente fue el derrame de petróleo en el Golfo de México en
una de las plataformas de la empresa BP. Estudios realizados por expertos
concluyeron que la causa principal de este accidente había sido la decisión de
la empresa de no realizar inversiones necesarias en seguridad para no afectar
los resultados financieros de la empresa.
Estos casos obligaron a una
revisión crítica del Shareholder Model. La crítica principal ha sido que una
proporción importante de las empresas que buscan con obstinación satisfacer las
expectativas de ganancia de sus accionistas son proclives a prácticas de
negocios ilegales y éticamente inaceptables. Casi todas las empresas que han
tratado de complacer a sus accionistas con buenos resultados financieros falsos
o con buenos resultados reales, pero conseguidos de manera ilegal o no ética,
han dañado su reputación severamente. Además, todos los involucrados
–empleados, clientes, comunidades, y desde luego sus accionistas— han sufrido
pérdidas significativas.
Y tras la Gran Recesión del 2008,
otro capítulo perturbador de la historia corporativa reciente, con mayor razón
es obligado preguntar una vez más cuál debe ser el propósito de una empresa. A
la luz de la historia reciente se puede afirmar que es legítimo que las empresas
busquen entregar buenos resultados financieros a sus accionistas, pero no a
cualquier precio y mucho menos a expensas de todas las partes que contribuyen a
la generación de valor de un negocio. En tal sentido hay que dar crédito a los
directores generales de la Business Roundtable que, al reconocer que la misión
de sus empresas debe incluir a todas las partes interesadas (stakeholders) y no
sólo a sus accionistas (shareholders), han dado un importante paso en la
dirección correcta.
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