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lunes, 10 de diciembre de 2007

Mentalidad

Papin: "La mentalidad del futbolista ha cambiado”

Los grandes jugadores no siempre se convierten en grandes entrenadores. Pero para algunos, la experiencia adquirida durante años dentro del campo enseguida da sus frutos en cuanto se sitúan en la línea de banda. El legendario delantero francés Jean-Pierre Papin es uno de ellos. Siguiendo los pasos de Didier Deschamps, que alcanzó la final de la Liga de Campeones con el Mónaco en su primera experiencia en un banquillo, "JPP" logró una pequeña proeza al ascender al Racing Club de Estrasburgo a la primera división en su estreno como técnico en el fútbol profesional.

Sin embargo, quien fuera elegido mejor jugador del siglo por los hinchas del Olympique de Marsella sabe que la situación puede cambiar muy pronto. El antiguo ariete de los Bleus ya ha conocido algunos sobresaltos en su aún corta carrera de entrenador. Llegado a Lens al principio de la temporada para sustituir a Guy Roux, el ex Balón de Oro vive su primera experiencia al frente de un conjunto de la Ligue 1, después de estrenarse con el Arcachon, un equipo aficionado, y triunfar con el club alsaciano en la Ligue 2. A pocas semanas de la pausa invernal, el adiestrador de los Sangre y Oro, de vuelta en su Pas-de-Calais natal, habla en exclusiva para FIFA.com.

Señor Papin, Lens atravesó un período complicado antes de enderezar el rumbo. En su primera experiencia al frente de un equipo de la Ligue 1, ¿cómo afronta esta nueva presión?
Ya la conocí cuando era jugador, aunque es totalmente distinta. Como entrenador no se vive del mismo modo. La gran diferencia entre la Ligue 1 y la Ligue 2 son los medios de comunicación. La presión es mucho más grande, se perdona menos. En la Ligue 1, no valen frases como "hay que darle tiempo". Enseguida te vienen encima. Cuando funciona, es genial. En el caso contrario, es una catástrofe, nada marcha bien. Oír decir que uno no es el hombre adecuado para la situación cuando se ha llegado con la campaña ya empezada, sin haber elegido la plantilla, es difícil de digerir.

¿Más difícil todavía que no haber podido entrenar al Estrasburgo en la Ligue 1 después de ascender al equipo?
Estrasburgo fue una gran experiencia deportiva, aunque terrible en el aspecto humano. Tan sólo me quedo con lo mejor. Aunque en el caso de algunos he perdonado, con otros no lo haré jamás. Mi problema es que confío en la gente, al pensar que todo es de color de rosa. Los jugadores, la ciudad, los hinchas, todo era extraordinario. Pero por otros factores extradeportivos, la aventura no pudo continuar.

En su nueva carrera, ¿su pasado como futbolista le ha ayudado a que le escuchen con más atención en un vestuario?
Hay un respeto real por la carrera y por el nombre que uno lleva. Eso puede ayudar al principio. Pero después, hacen falta resultados. Si el mensaje no es el correcto, los jugadores te lo hacen pagar. Ya me curtí la temporada pasada. Desde ese punto de vista, me resultó muy útil.

El hecho de haber comenzado en un equipo aficionado, el Arcachon, ¿es también una ventaja?
Por supuesto. Aunque la gestión de la plantilla y de los egos de unos y de otros no tenga nada que ver. La gran diferencia radica en que en una categoría amateur los chicos vienen a entrenarse y a jugar para divertirse. Dedican su tiempo libre después del trabajo. El jugador profesional hace de esto su oficio. Toda la diferencia es esa. Pero la ambición de ganar sigue siendo la misma. Sin el Arcachon, quizás no hubiera habido nada luego. Fue positivo empezar por el peldaño de abajo. Allí construí algo, cuando no había prácticamente nada. Terminamos en la CFA [4ª división]. Luego vino el Estrasburgo y el ascenso a la Ligue 1. Ahora está el Lens, es una categoría superior. El derecho al fracaso no existe.

¿Arcachon fue una etapa en un proyecto de carrera planificado o sólo ganas de descubrir otro oficio?
Antes del Arcachon tuve la oportunidad de entrenar a un club de la Ligue 2, o de irme al Manchester United como entrenador de delanteros. Pero no sabía realmente si este trabajo iba a apasionarme tanto como el de jugador. Tenía dudas, y no quería lanzarme a una de esas aventuras sin tener al menos esa garantía. Porque, si no se tiene pasión por el fútbol y por la gente, uno no puede dedicarse a esto.

Usted lo ganó prácticamente todo como jugador, y sin duda ha puesto ya a su familia a salvo de necesidades. ¿Qué le impulsa a seguir levantándose por las mañanas para ir a entrenar, y sufrir a veces grandes críticas?
Adoro el fútbol, y soy consciente de lo que le debo. Mientras la pasión siga intacta, lo haré durante el tiempo que me he marcado para esto. No sé hasta cuándo voy a poder hacerlo, pero seguro que no llegaré a los 65 años. Tengo ganas de disfrutar de mis hijos y de mis nietos.

Precisamente, el trabajo de entrenador es muy absorbente. ¿Regresar al fútbol supone un sacrificio familiar?
Tuvimos la suerte de poder tomar distancia después de mi retirada como jugador. Pasaron siete años hasta que volví a emprender una aventura deportiva. Intentamos hacer las cosas como era debido, en concreto por nuestra hija [afectada por una lesión cerebral. Jean-Pierre Papin y su esposa Florence crearon en 1996 la asociación "Neuf de Cœur" para informar a los padres de los métodos de reeducación de niños que sufren estas lesiones]. Me dediqué a obtener mis diplomas y luego a descubrir el oficio en Arcachon. Al entrenar con profesionales, se recupera el mismo ciclo de vida que siendo jugador, y eso requiere sacrificios, claro está. Pero no lo hubiera hecho sin el apoyo de mi mujer. Mi familia es demasiado importante como para que no vivamos juntos.

En este aspecto, ¿dónde encaja la asociación "Neuf de Cœur"?
La asociación ha celebrado sus diez años, y seguimos con nuestra lucha. Lo que hemos ganado hasta ahora no tiene precio. Con los nuevos métodos, puede que vayamos más lejos en el apoyo y en los cuidados. Personalmente, como es lógico, estoy menos disponible en el día a día, pero dedico mi tiempo libre a seguir participando.

Volvamos al fútbol. A veces se oye a ex jugadores que vuelven a este entorno decir que el deporte ha cambiado. ¿Tiene esa sensación, casi diez años después de haber colgado las botas?
La mentalidad de los jugadores ha cambiado, no el fútbol en sí. Continúa siendo el mismo, dejando a un lado que hay más torneos, con los problemas que eso conlleva. Quizás algunos tengan menos "hambre" que antes. Disponen de una comodidad mayor de la que teníamos en mi época. Y cuando hay momentos difíciles, nos dejamos llevar por la fatalidad. Antes éramos guerreros. Cuando no jugábamos, era el fin del mundo. Ahora tengo la impresión de que no importa tanto, los futbolistas saben que hay otro contrato detrás.

Como entrenador, ¿puede usted intentar cambiarlo?
Se pueden mejorar las cosas, pero no cambiarlas. A quien corresponde hacerlo es a los jugadores. Yo puedo machacar cosas en el entrenamiento, pero lo más importante es el proyecto personal suyo.

Volver a Marsella para entrenar, ¿es una ambición?
No pienso en eso. Estoy concentrado en el Lens, no me imagino en otro lugar. Es una gran oportunidad para mí, y si nos dejan trabajar, habrá resultados. Además, aquí los medios son excepcionales, sobre todo el centro de entrenamiento. Los jugadores son conscientes de ello, y eso representa una gran baza.

Por último, ¿con qué se queda del año 2007, y qué espera de 2008?
Me quedo con una gran aventura en compañía de mis jugadores y el ascenso a la Ligue 1 con el Estrasburgo. En el 2008, ¡espero conseguir una de las dos copas nacionales con el RC Lens!

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