Universidades: ¿se acabaron las fábricas de
empleados?
FORBES - viernes, 11 de septiembre de 2015
República
Dominicana: a emprender se aprende desde las aulas universitarias con la
creación de centros que fomentan ideas creativas entre los estudiantes. Se
acabaron las escuelas que crean empleados.
Inscribirse en
la universidad con el firme objetivo de formar una empresa y trabajar para sí
mismo no es una meta común entre los futuros profesionales. Entre los escasos
protagonistas que se atreven a lanzarse está Francarlos Esteban Bencosme, un
joven que a sus 20 años ya tiene los ojos y el corazón puestos en un proyecto
llamado Infraestructuras Viales Autoabastecibles (IVA).
Francarlos y
sus compañeros Lucas Sanó y Joel Alexánder se atrevieron a cruzar la puerta al
mundo del emprendimiento que vieron abierta en el Instituto Tecnológico de
Santo Domingo (INTEC), donde estudian, y en el Ministerio de Educación
Superior, Ciencia y Tecnología (MESCYT).
Todo comenzó
en 2006 con el surgimiento del Programa de Emprendimiento, que forma parte del
Plan Estratégico de Ciencia, Tecnología e Innovación 2008-2016 del MESCYT. Ese
programa se concibió para crear un espacio donde los universitarios pudieran
aprender las formas y maneras más efectivas para elaborar sus propios planes de
negocios, para luego desarrollarlos exitosamente. Así nacieron los centros de
emprendimiento e incubadoras de emprendedores en las universidades.
Toda esta
estructura se sustenta en cuatro pilares: Fomento de la cultura de
emprendimiento, apoyo a la creación de centros universitarios de emprendimiento
e innovación, fortalecimiento de la red de incubadoras y fondo de
emprendimiento e incubación.
En el primero
de los pilares se circunscribe la popular Competencia Nacional de Planes de
Negocios.
En los
primeros cinco años las competencias tenían como premio un monto de 100,000
pesos de República Dominicana (a un tipo de cambio de 45 pesos de RD por
dólar) para el mejor proyecto de cada
universidad, cifra aumentada en el 2014 a 250,000 pesos de República Dominicana
(a un tipo de cambio de 45 pesos de RD por dólar). Entre los beneficiados de
estas iniciativas se encuentran Francarlos, Joel y Lucas.
Francarlos,
estudiante de Ingeniería Mecatrónica del INTEC, explicó que su proyecto IVA es
un sistema destinado a aprovechar el flujo vehicular en una determinada zona
para generar energía eléctrica.
El joven
emprendedor confesó que el IVA nace como un proyecto de INTEC, ideado primero
por su compañero Lucas Sanó, quien quiso producir energía eléctrica con el
flujo vehicular.
“Me encargué,
junto a mi otro compañero Joel Alexánder, de diseñar el proyecto para producir
400 watts con cada vehículo que pase por él. Participamos en la vi Competencia
Nacional de Planes de Negocios, y ganamos el primer lugar por INTEC”, contó.
Y agregó:
“Queremos que los jóvenes se interesen por crear ideas, pues así es que el país
se desarrolla en un aspecto más industrial y ´primermundista´. En ese campo
queremos servir como ejemplo”.
Es tal la
dedicación que siente por este y otros proyectos que tiene en carpeta, que
Francarlos admite que no se ve trabajando en una empresa. “Me sentiría
cohibido, limitado”, expresó.
Apoyo del
MESCYT
Para el
ingeniero Orlando Pérez Richiez, director del Programa de Emprendimiento del
MESCYT, el rol
de una institución de educación superior, en esencia, es crear conocimiento;
preparar al recurso humano que se insertará en el mercado laboral. “Pensar que
de una universidad saldrán 30 emprendedores de 300 que entran no ocurre ni aquí
ni en Irlanda o Estados Unidos”, puntualiza.
Cuenta que
desde 2008 desarrollan un programa de emprendimientos con universidades, pero
cada una lo lleva a su ritmo. “Algunas quisieron dar un paso más creando los
centros de emprendimiento e innovación. Trabajamos en asesorarles en el proceso
de modificación curricular; motivarles y ayudarles en la asistencia técnica y
capacitación”, relata.
El año pasado
ese programa tenía un presupuesto de 3 millones de pesos de República
Dominicana (a un tipo de cambio de 45 pesos de RD por dólar) para financiar 12
proyectos.
Pérez Richiez
lamenta que no se entregue cerca de la mitad de los fondos disponibles para
apoyar iniciativas de emprendimiento debido a varios factores, como que los
emprendedores abandonan su propuesta o no se valida en el mercado, por lo que
no se justifica seguir invirtiendo.
Los fondos que
no se usan permanecen en la cuenta bancaria del MESCYT para los próximos
proyectos.
“Somos
rigurosos en asegurar que los proyectos reciban fondos muestren avance y que
haya un soporte de documentación que avale sus gastos. Esa validación se
realiza junto a la universidad”, indica.
Pérez Richiez
no está de acuerdo con que las universidades se enfoquen en impartir el
emprendimiento exclusivamente con materias, pues —asegura— el emprendimiento
que hoy tiene mayor valor es el de componente tecnológico y probablemente esos
estudiantes no den tales asignaturas.
“Lo bonito es
que cuando el conocimiento de ingeniería o marketing se une al de leyes o
negocios, surge una comunidad que apoya el emprendimiento”.
Indica que no
hay una nación del mundo que muestre verdadero desarrollo económico si no
presenta una renovación constante de su aparato productivo.
“El que
inventa, inventa; el que crea, crea, pero el que ejecuta es el emprendedor”,
concluyó.
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