Lo que ‘El lobo de Wall Street’ (no) nos enseñó
FORBES, 8 de Septiembre del 2015
¿Qué hacer y qué no en materia de
negocios en el siglo XXI? Cuando tengas la posibilidad de beneficiarte
llevándote a tu paso a terceros, recuerda la segunda y la tercera ley de la
naturaleza de los negocios, y piensa en ganar mucho más a la larga, pues una
visión de corto plazo puede dejarte muchos problemas a largo plazo.
Ser ejemplo y referencia son dos
de los regalos que nos da una maravillosa historia, la de El lobo de Wall
Street: Jordan Belfort.
¿Por qué ejemplo? Por todo
aquello que debemos hacer y que nos traerá beneficios en nuestra empresa o
negocio a largo plazo.
¿Por qué referencia? Por todo
aquello que debemos evitar y que nos traerá problemas en nuestra empresa o
negocio a largo plazo.
La historia en la mente de los
jóvenes
Ese mundo, el de las grandes
cifras, rodeado de glamour y lujos, se retrata para los jóvenes emprendedores,
seduciéndolos, pues nos presenta lo que muchos quisieran obtener gracias al
poder y al dinero. Pero no es más que una visión inmediatista del poder y del
dinero, por lo que se debe tener cuidado.
Así se contesta a la pregunta:
¿Por qué Jordan Belfort se ha convertido en un ídolo para muchos?
Por la seducción del poder.
Por ser un gran vendedor, que
supo aplicar habilidades y destrezas de persuasión y convencimiento en
negocios, amasando grandes fortunas.
Por “las recompensas del trabajo”
a nivel financiero, mismas que se muestran de manera acentuada en lujos que
muchos quisieran tener.
No nos quedan dudas de las
habilidades y destrezas de Jordan Belfort. Pero tampoco nos debería quedar duda
de que una de las principales faltas de El lobo del Wall Street (más allá de
enjuiciarlo sólo desde una perspectiva moral) fue tener visión de corto plazo,
lo que le hizo invertir el embudo de la multiplicación.
Analicemos la realidad:
Su negocio y sus altos ingresos
no podrían durar por siempre. No parecía que lo quisiera. No pensaba más que en
un plano inmediato. Carecía de visión de largo plazo.
Sus clientes iban a resultar
insatisfechos e iban a exigir respuestas. Esto jamás se convertiría en
multiplicación mediante la recomendación, pues su producto era un fraude.
Lo que hacía era ilegal y la
justicia le pasaría factura con la cárcel.
Pero, ¿qué hacer y qué no hacer
en materia de negocios en el siglo XXI?
Mi segunda y tercera ley de la
naturaleza de los negocios dice:
– El negociador aprovechado
ganará enemigos y comerá una sola vez del mismo árbol.
– El negociador experto es aquel
que come de forma exponencial en viejos y nuevos árboles, recomendado por ser
de confianza y saber beneficiar a los demás.
Dos leyes de la naturaleza que
Jordan Belfort no supo llevar a la práctica. No me queda duda que quien resulta
aprovecharse de los demás tiene una visión corta, y el resultado de esta
historia nos brinda razón.
Con esto vemos:
Enriquecerse mediante el fraude,
además de llevarlo a la cárcel, le hizo invertir el embudo de la
multiplicación. Recordemos la ley de la exponenciación: Un cliente satisfecho
es una persona que se beneficia lo suficiente de nuestro producto o servicio,
lo que genera recomendación a largo plazo. Cuando dicha percepción de beneficio
es REAL, detona un efecto de exponenciación.
Belfort tuvo que indemnizar con 110
millones de dólares a los clientes que estafó. Además de tener que seguir
pagando la mitad de sus ingresos totales por lo que hizo a sus 1,513 clientes
(sentencia de 2003), restituyendo todo lo defraudado a sus víctimas.
Después de subastar sus propiedades
decomisadas consiguió la suma de 10.4 millones de dólares (la cuales se
vendieron en un valor mucho muy inferior a lo que verdaderamente costaban).
Y los problemas siguen, dado que
en 2013 sólo había pagado 10% de lo que debería haber indemnizado, estipulando
una nueva orden judicial que le exigía dar gran parte de un millón 767,209
dólares de la publicación de sus libros, otra parte del dinero ingresado por
sus charlas motivacionales como conferencista y de la venta de derechos por su
película.
Por ello, cada vez que tengas la
posibilidad de beneficiarte llevándote a tu paso a terceros, te invito a que
recuerdes la segunda y la tercera ley de la naturaleza de los negocios, y
pienses en ganar mucho más a la larga, pues una visión de corto plazo puede
dejarte muchos problemas a largo plazo.
¿Qué tan bueno es tu producto o
servicio? Piénsalo: entre más beneficie a terceros más se venderá y más lo
recomendarán. Constrúyelo único y lo mejor posible. Si haces esto no tardarás
en comenzar a activar el embudo de la multiplicación. Si quieres permanecer,
piensa cada vez más en este ganar-ganar.
Alejandro Meza-Coach fundador de
Impulso Humano México. Desarrollador de metodologías poco convencionales en
Coaching y Capacitación para organizaciones y empresarios.
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