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domingo, 27 de septiembre de 2015

historia

 La misteriosa historia de la familia que desapareció sin dejar rastros


Infobae - domingo, 27 de septiembre de 2015
El matrimonio Gill y sus cuatro hijos fueron vistos por última vez hace 13 años y desde entonces no se sabe nada de ellos. Sus familiares, que denunciaron el desinterés del Estado y la mala investigación policial, piden que la Justicia reconozca que "la causa está encajonada"
El 12 de enero de 2002, Rubén Gill y Margarita Norma Gallegos fueron con sus pequeños a Viale –un pueblo cercano– para despedir a un amigo que había fallecido el día anterior. El matrimonio trabajaba en la estancia "La Candelaria", ubicada en Crucesitas Séptima, un pequeño pueblo de Entre Ríos, a 50 kilómetros de Paraná. "Mencho", como le decían sus seres queridos, conoció a su mujer en ese campo donde era peón y ella aseaba la casa y hacía tareas en el campo. Al tiempo se casaron y tuvieron cuatro hijos. La noche del velorio fue la última vez que se los vio.

Los seis miembros de la familia dejaron de estar de un día al otro, como si se los hubiera tragado la tierra. Nadie vio nada, nadie supo nada. Al desaparecer Rubén tenía 56 años, Margarita 26, su hija María Ofelia,12, Osvaldo José, 9, Sofía Margarita, 6 y Carlos Daniel, 4 años. Pasaron más de 13 años desde la madrugada del 13 de enero de 2002 y aún hoy permanecen las dudas ante el centenar de intrigas y misterios que rodean este caso.

Pese a que no se sabía nada de ellos desde enero de 2002, fue recién en abril cuando se efectuó la denuncia policial por la desaparición de las seis personas. Desde entonces la causa está caratulada como simple "averiguación de paradero", aunque actualmente –según un periodista local– la policía desconoce el caso y no hay fotos de ellos en ningún lugar, ni siquiera para aparentar una búsqueda oficial. Excepto sus seres queridos, parece que ya nadie los busca.

"Les di vacaciones hace tres meses y no volvieron"
Los datos del ultimo día de esta familia son escasos. Seguramente nadie imaginó que un velorio fuera el escenario final para ellos también. Sólo se sabe que después de esa noche volvieron a su hogar, ubicado en un paraje cerca de Chajarí en el interior de la estancia "La Candelaria" –propiedad de Alfonso Goethe–, en la que ambos también trabajaban. Después de eso todo es una gran incógnita: qué les pasó.

  
El dato más llamativo –y vértice– en este caso es que pasaron tres meses para que Goethe preguntara entre los familiares del matrimonio qué sabían de ellos ya que les había dado vacaciones y nunca regresaron. Según el hombre, de 60 años, iban a pasar unos días con unos familiares de Santa Fe. ¿Pudo el jefe del matrimonio no notar tamañas ausencias y durante 90 días?

  
Fue Luisa Eva Gill, hermana de Rubén, quien se presentó en la comisaria de Viale –el pueblo donde se los vio por ultima vez– para realizar la denuncia por la desaparición de sus familiares. La causa quedó en manos del juez de Instrucción de Nogoyá, Jorge Sebastián Gallino, bajo la carátula "averiguación de paradero".

¿Por qué se sospechó que Alfonso Goethe tuvo que ver en esas desapariciones? Porque pasaron tres meses para que diera aviso a la familia sobre tremendas ausencias, él mismo les dijo que se habían ido y que habían dejado en la casa todo intacto –dinero y documentos incluidos– pero cuando Carina, la sobrina de "Mencho", fue con su madre hasta la humilde casa, solo encontraron los colchones quemados y sangre mezclada con la tierra. La sobrina de Gill dijo que jamás pudieron ver ninguna de las pertenencias que habrían quedado en la casa, solo había restos de lo que fue una vivienda donde vivieron cuatro pequeños.
  
Otro detalle, no menor, para dudar de que se hayan ido por propia voluntad: Margarita tenía otro empleo en la escuela del pueblo y no había cobrado su último salario. Pese a ello, los investigadores no lograron reunir elementos que hayan comprometido a Goethe, quien no tuvo mucha participación en los intentos por descifrar la causa.

  
Un año y medio después de denunciada la desaparición de los Gill, el juez Gallino ordenó la primera inspección. Hasta ese momento, vecinos y allegados habían declarado no haberlos visto, y no haber visto ni oído nada. En ese contexto, algunos mantenían dudas sobre una casi imposible huida –en plena crisis de 2001– y sin ningún medio de trasporte que los sacara de una zona rural.

  
Recién en 2008, se realizó un allanamiento en La Candelaria: se excavaron 14 pozos, levantaron los pisos de la casa y se utilizó la técnica de luminol. Intervinieron peritos forenses, criminalistas y hasta una brigada canina junto a excavadoras y máquinas volcadoras. Encontraron 23 muestras de sangre, tres de ellas eran humanas, pero no pudieron saber si alguna de esas era de alguno de los Gill. No se hizo nada más.

  
"No sabemos ni adónde llevarles una flor"
Los últimos recuerdos que Luisa tiene de su hermano Rubén y su familia son los de la Navidad de 2001. Ambos compartieron la mesa con Otto, el otro hermano que murió buscando a sus familiares. Primos y sobrinos junto a sus tíos celebraron las fiestas de fin de año.
  
Luego de la extraña visita de Goethe, el dueño de "La Candelaria", para preguntar por "Mencho" y los suyos, Luisa y Carina llamaron a los parientes que tienen en Santa Fe para saber de ellos. Dijeron que no habían ido. Fue el propio "patrón" quien les dijo que habían dejado todas sus pertenencias y que sugirió que quizás habrían conseguido trabajo en otro lugar, pero que no lo dijeron por vergüenza. También insinuó que estarían en alguna otra provincia o en el Paraguay. Pero ellas siempre apuntaron sus dudas a Goethe.

  
"Yo lo demandé directamente al viejo (Alfonso Goethe) porque ir no se fueron, porque estando toda la ropa en la casa tienen que estar en alguna parte. ¿Por qué quemó los colchones? Dicen que la pudrición que tenían era sangre podrida, no era de cucaracha –dijo Luisa a La Capital, de Rosario–, sacaron sangre de la tierra y el análisis dio que era sangre humana, pero no se puede decir de quién. Esa es la macana y ahí quedamos". La mujer dijo también que su hermano nunca tenía vacaciones porque "no le daba. Hay que dejarlo en el olvido. Verlos, no los vamos a ver más (...) Es sabido que los hizo desaparecer él".

  
Por su parte, Carina habló con Diario Uno de Entre Ríos y al referirse al doloroso caso de sus familiares dijo: "No sabemos ni adónde ir a llevarles una flor. Es horrible pasar Navidad y fin de año así. La última vez que nos habíamos puesto en contacto con mi tío había sido para pasar las Fiestas (...) Durante el año para la Justicia los Gill están encajonados en algún escritorio".
  

Lo que dijeron los investigadores de la desaparición de toda una familia
•"No hay pruebas firmes, ni testimonios elocuentes, ni hemos encontrado nada que nos diga que están muertos. Nunca en mi carrera había estado abocado a un caso tan extraño (...) Pese al desconcierto, seguiré con la causa hasta las últimas consecuencias", juez de instrucción Jorge Sebastián Gallino.
•"El caso no está cerrado y seguirá siendo investigado", procurador Carlos García.
•"Nunca hubo una investigación seria ni que haya apuntado a las hipótesis principales que señalaban al dueño de la estancia, quien nunca contestó y solo dio evasivas. Él no fue colaborador con la investigación judicial, que recién se inicia en abril cuando él mismo buscó a la familia de Gill para preguntar porque supuestamente se fueron de vacaciones (...) La investigación dejó muchos puntos oscuros porque la investigación no se hizo bien. La investigación quedó trunca a poco de iniciada", Juan Carlos Varela, periodista de Entre Ríos que investiga el caso.
•En 2013, una vidente señaló un campo cerca de la estancia La Candelaria como "lugar preciso" donde estarían enterrados los cuerpos.
•El caso Gill no forma parte de la agenda pública, no circulan fotos de ninguno de los desaparecidos.

•La familia de Rubén pidió al gobierno provincial que haya recompensa para alentar el aporte de datos, pero fue en vano.

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