4 alimentos que debes comer todas la semanas
si quieres estar sano
El Confidencial - septiembre de 2015
Aunque los nutricionistas
recuerden que no se debe hablar de alimentos “buenos” y de “malos”, hay algunos
que resultan muy positivos para la salud
Aunque los nutricionistas
recuerden que es demasiado simplificador separa los alimentos en las categorías
de “buenos” y “malos”, lo que resulta innegable es que algunas de sus
propiedades son más beneficiosas que otras (aunque siempre haya lugar para la
disputa en el mundo de la nutrición). Por eso, determinados alimentos pueden
influir de manera positiva en nuestra salud si los introducimos en nuestra
dieta, aunque no estemos acostumbrados a consumirlos.
En un reciente artículo publicado
en The Conversation, la profesora de Nutrición y Dietética en la Universidad de
Newcastle Clare Collins resaltaba las virtudes de algunos de los alimentos que
deberíamos comer más a menudo. ¿Cuáles son y qué beneficios nos pueden
reportar?
Avena
Se trata de un alimento rico en
proteínas de alto valor biológico, que proporciona hidratos de carbono de fácil
absorción, así como sodio, potasio, calcio, fósforo, magnesio, hierro, cobre,
cinc y vitaminas B1, B2, B3, B6 y E. No obstante, su fama se debe ante todo a
los altos niveles de fibra soluble que contiene, que contribuyen al buen
funcionamiento intestinal, facilitando el tránsito y evitando el estreñimiento,
así como reduciendo los ácidos biliares.
También puede resultar
particularmente beneficioso para las personas que sufren de diabetes, puesto
que favorece la digestión del almidón y mantiene estables los niveles de
glucemia (el nivel de concentración del azúcar en la sangre). Por su parte, los
beta-glucanos que se encuentran en este nutriente reducen la absorción del
colesterol por el intestino delgado. La abundancia de las llamadas grasas
buenas como el omega 6 o el ácido linoléico también contribuyen a reducir el
conocido como colesterol malo o LDL.
La avena contiene aminoácidos
esenciales que ayudan al hígado a producir más lecitina, cuya función
fisiológica más importante es contribuir al proceso bioquímico celular,
mitocondrial y del plasma. Los carbohidratos de absorción lenta que contiene
ayudan a que la sensación de saciedad se mantenga durante más tiempo.
Collins sugiere que con comer
tres tazas de avena para desayunar a lo largo de la semana, conseguiremos
reducir en un 4% nuestro riesgo de sufrir un infarto y haremos descender
nuestros niveles de colesterol. Además, se trata de un alimento bastante
barato.
Salmón
Este pescado azul es un alimento
altamente graso, pero ello no debe ser un impedimento para que lo consumamos,
ya que se trata de una comida rica en ácidos grasos, minerales y vitaminas.
Collins recomienda introducirlo una vez a la semana en nuestro menú, puesto que
contiene el archifamoso ácido graso omega 3 (además del omega 6), que aumenta
el tiempo de coagulación de la sangre, lo que reduce la incidencia de las
enfermedades cardiovasculares. Además, beneficia de manera sensible al cerebro,
e incluso un estudio publicado en el British Medical Journal señalaba que su
consumo durante el embarazo podía beneficiar al niño.
Otro metaanálisis publicado en
Atherosclerosis Supplements Journal llegó a la conclusión de que aquellos que
tomaban tan sólo un gramo de ácido omega 3 al día durante al menos un año
reducían significativamente sus posibilidades de sufrir un accidente
cardiovascular. Collins recuerda que, aunque debemos consumir tanto omega 3
como omega 6 puesto que nuestro cuerpo no es capaz de producirlos de manera
natural, la ratio entre ambos debería ser de 1:4, pero la mayor parte de
ciudadanos occidentales se encuentra en un ratio de 1:15. Por ello, debemos
intentar aumentar nuestros niveles de omega 3 consumiendo otros alimentos como
las nueces, el pescado azul o el aceite de soja.
Té
Una bebida especial en cuanto que
cada una de sus variantes –verde, negro, rojo y un largo etc.– reporta
beneficios parecidos pero no completamente iguales. Sin embargo, todos ellos
tienen algunas cosas en común: como puso de manifiesto una investigación
publicada en el American Journal of Clinical Nutrition, el consumo habitual de té
no sólo ralentiza el deterioro cognitivo cuando llegamos a una edad avanzada,
sino que mejora nuestra capacidad de atención y reflejos.
Pero, ¿cuáles son los beneficios
de cada una de las variedades del té? En concreto, parece ser que el verde es
útil a la hora de retrasar el alzhéimer, como puso de manifiesto un artículo
publicado en el Journal of Biological Chemistry; además, goza de una importante
capacidad antioxidante, lo que puede contribuir a evitar el aumento de peso. El
té negro es el más útil a la hora de manejar el estrés, puesto que rebaja los
niveles de cortisol. Por su parte, si queremos evitar las arrugas y las patas
de gallo, haremos bien decantándonos por el té blanco.
El té rojo o pu-erh fue el
protagonista de una de las últimas dietas en ponerse de moda, y en la que se
utilizaban las cualidades obtenidas del proceso de doble fermentación que
distingue a esta bebida, como son el aumento de la diuresis o la aceleración
del metabolismo.
Soja
De entre todos los beneficios que
se han atribuido a esta especie de la familia de las leguminosas, no todas han
sido refrendadas por la ciencia, pero se trata de un alimento positivo para la
salud. Durante siglos fue la principal fuente de proteínas de los países
orientales, y hoy en día ya es consumida en todo el mundo. Entre sus
propiedades se encuentra su capacidad para controlar el colesterol (puede
llegar a reducir el colesterol malo en hasta un 10%) o ayudar a retrasar el
envejecimiento gracias a sus fosfolípidos, sus ácidos grasos poliinsaturados y
la vitamina E de la lecitina de soja.
Además, como ocurría con los
alimentos anteriormente presentados, la soja puede reducir significativamente
el riesgo de sufrir un infarto. Una investigación publicada en Nutrition,
Metabolism & Cardiovascular Diseases llegó a la conclusión que aquellos que
habían consumido alimentos con soja como la pasta, la leche de soja o la judía
mungo durante más de cuatro semanas mejoraron su circulación en un 0,72%.
Es un alimento muy rico en
proteínas, minerales y vitaminas, entre las que destacan las del grupo B como
la B1, B2 y B5 o las vitaminas A y E. También proporciona fósforo y potasio,
así como ácidos grasos poliinsaturados. Pero si por algo destaca la soja es por
su elevado aporte proteínico, que llega a superar al de la carne, los huevos y
la leche, alimentos con un mayor nivel de grasas saturadas. Por último, es una
importante fuente de ácido fólico, tiamina, riboflavina, hierro, zinc y
magnesio.
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