25 curiosas preguntas y respuestas sobre
sexualidad
QUO - septiembre de
2015
Sí. Es un punto en el que
coinciden de forma unánime los especialistas: las relaciones de pareja
cariñosas y una frecuente actividad sexual favorecen la salud.
Esto es por varias cuestiones. La
primera, nuestras hormonas, ya que en la fase de excitación aumenta la
secreción de oxitocina. El efecto causado, en este caso, de forma inconsciente,
nos sitúa en el modo de atender las necesidades del otro, además de intervenir
en la formación de los sentimientos.
Además, en la unión de los sexos
se elimina estrés y nos invade una buena sensación de plenitud y goce. Esto se
debe a las endorfinas, también conocidas como las 'hormonas de la felicidad',
aunque no son hormonas, sino opioides de secreción interna que suscitan en el
cerebro sensaciones tales como éxtasis, anestesia y bienestar. Un estudio a
largo plazo con 90.000 norteamericanos ha corroborado recientemente que las
endorfinas y las oxitocinas refuerzan nuestras defensas corporales.
Durante el acto sexual, se libera
monóxido de nitrógeno que tiene acción sobre numerosas funciones orgánicas,
favoreciendo el riego sanguíneo de los órganos sexuales, lo que al hombre le
viene bien, por ejemplo, para prevenir enfermedades de la próstata.
Conclusión: las personas
sexualmente activas enferman menos, son más sociables, tienen un carácter más
equilibrado y disfrutan más de la vida.
Este mecanismo es muy similar al
que sentimos cuando nos invade el miedo: corazón desbocado, rodillas con
flojera, sensación de irritabilidad muy característica en la boca de nuestro
estómago. Todo esto depende de nuestro sistema nervioso vegetativo, que es el
que rige las funciones corporales que no dependen de nuestra voluntad, como es
el ritmo y la intensidad del ritmo cardíaco.
Cuando nuestro cerebro detecta
algún tipo de amenaza, o en el caso del amor, la presencia del 'objeto de
deseo', se desencadena un conjunto de reacciones encaminadas a poner el uerpo
en condiciones de atención y velocidad de reacción máximas. Se envía la alarma
al hipotálamo y éste disponde la secreción urgente de hormonas del estrés,
sobre todo la adrenalina. Al mismo tiempo, determinados haces nerviosos
transmiten al corazón la orden de estar preparado para cualquier eventualidad.
Lo cierto es que puede llegar a
parecerlo por su gran similitud con algunos trastornos mentales de tipo
obsesivo. Tanto unos como otros, presentan bajos niveles de serotonina, quien
es la responsable de tranmitir de neurona a neurona nuestros impulsos
nerviosos. Un bajo nivel de serotonina puede provocar actos irracionales o
agresivos.
Según los investigadores de la
Universidad de Pisa, ambos estados patológicos responden a idénticos cambios
estructurales y químicos del cerebro, y se apoderan en igual medida de los
pensamientos y voluntad de la 'víctima'.
Aunque a muchos pueda resultarles
desconocida la expresión, esta se emplea para definir las contracciones de la
zona perineal y vaginal, que si bien son automáticas en el orgasmo femenino,
algunas mujeres pueden realizarlas voluntariamente después de un aprendizaje.
Esto provoca, si se hace en el momento adecuado durante la penetración,
procurando permanecer unos momentos inmóvil, el hombre puede notar en su pene
una caricia descrita como una 'lamida', de alto valor erótico para algunos.
Dicha habilidad se le suele atribuir a las mujeres orientales.
Pero ojo: no todas las mujeres
pueden hacerlo, ya que la debilidad de la musculatura del piso pelviano
imposibilita la práctica para muchas mujeres. Hay varios ejercicios para
multiplicar por diez la tonicidad muscular en cuestión de varios meses.
No. Existe una dificultad similar
en las mujeres: la falta de turgencia del clítoris, aunque esto no impide, como
en el caso de la disfunción eréctil, la participación pasiva en el coito, pero
sí dificulta la obtención del placer sexual.
Habitualmente no, pero hay que
tener cuidado con los tiempos en la bici y la ropa usada. Cuando el ciclista
realiza recorridos largos con las mayas ceñidas y sometiendo a los testículos a
un machaque importante.
Hay que tener en cuenta que los
sillines de las bicicletas de competición son excesivamente duros, perjudican
el riego sanguíneo de los órganos genitales y les transmiten todas las
vibraciones de los pavimentos bacheados.
Se aconseja rodar cada media hora
de pie sobre los pedales o hacer un descanso.
Se atribuye a que la vejiga está
llena y ejerce fuerte presión sobre los vasos sanguíneos del bajo vientre, con
lo que evitar el retorno de la circulación hacia el corazón. Esta retención de
sangre es el que produce la turgencia de los cuerpos cavernosos del pene. El
efecto es el mismo causado por la excitación sexual, pero sin deseo en este
caso.
Las ereciones matutinas en el
hombre que se cree impotente demuestran que no lo es fisiológicamente, sino en
relación con otras circunstacias como puedan ser la timidez o los complejos
psicológicos.
La ciencia asegura que sí. No
solo ejercita 30 músculos de nuestra cara, sino que además el besar con
frecuencia mejora nuestra autoestima y activa nuestra circulación. Las personas
que lo hacen viven más años y padecen menos dolores y achaques según han
demostrado varios estudios en EEUU. Esto puede ser debido a que el beso
moviliza varios tipos de secreciones hormonales que tienen eficacia analgésica
y fortalecen las defensas del organismo.
El clásico 'morreo' o beso de tornillo,
dispara la frecuencia de nuestro latido al doble y sube la tensión sanguínea.
Los sentidos se ofuscan y todo sucede como si los que se besan se hubiesen
vuelto ciegos y sordos.
Una cierta incurvación no debe
preocupar, siempre y cuando no suponga una dificultad para practicar el coito.
Esto es una condición congénita diferente al llamado mal de Peyronie, que puede
aparecer en la edad adulta y responde a una formación de tejido cicatricial en
uno de los cuerpos cavernosos del pene, en forma de placa dura y no flexible.
Es por eso que el pene se curva
durante la erección, formando en ocasiones ángulos inverosímiles. El remedio es
quirúrgico.
La erección del pene se controla
mediante un 'centro de placer' que reside en el cerebro, y a su vez por dos
centros nerviosos de la médula espinal.
Al contemplar una persona que nos
gusta y nos atrae sexualmente, provocan la excitación de unos nervios de
nuestro sistema vegetativo de los que no tenemos control ya que no dependen de
nuestra voluntad y modifican la circulación de la sangre en toda la región
pélvica.
Esto provoca que el volumen de
sangre que entra a través de las arterias del pene aumente unas 20 veces su
volumen. Esta sangre va a parar a los llamados cuerpos cavernosos, los cuales
tienen una estructura esponja que les permite aumentar el volumen. A su vez,
también se estrechan las venas por donde normalmente se liberaría el exceso de
nivel de sangre. La presión en los cuerpos cavernosos aumenta considerablemente
y con ella las dimensiones del pene, así como rigidez y dureza.
Esto no solo ocurre, como los
hombres saben, al excitarse con una mujer que le atrae, sino con la simple
visión de imágenes excitantes o su recuerdo en la memoria.
Lo cierto es que no. Añadido a la
información que se facilita en la imagen anterior, ha habido un par de estudios
en el que voluntarios han intentado inhibir su excitación mientras los
investigadores les mostraban imágenes insinuantes: ninguno de ellos lo
consiguieron. De ahí que los antiguos dijeran que el pene tiene voluntad
propia.
La secuencia de cambios en su
cuerpo es rápida y compleja, ya que participan muchos sistemas del organismo.
La vista y, en ocasiones el
olfato, alertan al cerebro de una mujer de 'sujeto interesante a la vista'. A
través del sistema vegetativo, sobre el que no tenemos control, se envía a las
glándulas suprarrenales la orden de segregar adrenalina, hormona que acelera el
ritmo cardíaco, dilata los bronquios, aumenta la presión arterial y estimula el
sistema nervioso central.
Todo el organismo femenino entra
en disposición de máxima actividad. Sube la tensión sanguínea y el ritmo de los
latidos del corazón.
Por su parte, el control central
de la actividad hormonal, residente en el hipotálamo, envía un gran número de
órdenes a través de neurotransmisores y vías nerviosas que provocan la
activación de la secreción de estrógenas. La vagina se humedece y las glándulas
sudoríparas funcionan a toda velocidad. Junto con otras glándulas, envían
efluvios que envuelven al hombre observado y tratan de atraerlo (cuestión que
los especialistas e industriales de la perfumería están tratando de imitar).
En el cerebro, se frena la
producción de seretonina (con efecto sedante) y también de la melatonina
(hormona del sueño). Por otro lado, se activa la síntesis de las endorfinas,
cuyo efecto euforizante es el responsable de que la mujer lo vea todo de 'color
de rosa'. El centro de apetito transmite saciedad aunque la persona lleve sin comer
horas.
Una de las grandes preguntas que
un hombre parece nunca dejar de hacerse. El científico Alfred Kinsey quiso en
su día, a fin de establecer con criterio científico un 'promedio' y descartar
las exageraciones habituales. Para ello, tomo las medidas sobre penes erectos,
en la cara superior de los mismos y desde la punta hasta la base del pene. Las
medidas del diámetro, se tomaron hacia la mitad de la longitud.
Así, Kinsey estableció que la
longitud media estaba en unos 15 centímetros, donde entraba el 24% de los
hombres. El pene más pequeño encontrado entre los voluntarios fue de 9,5cm. En
cuanto a la categoría 'extra-largo' de más de 23 cm., tan solo un 0,1% se
llevaron el título.
Por lo que se refiere a la
circunferencia, se halló un promedio de entre 11,5 y 12,5 cm. El pene más
delgado midió 3,8 cm de circunferencia y el más grueso, 17,2 cm.
Cuando más crece el pene es en la
adolescencia del hombre.
En las encuestas realizadas por el
investigador Alfred Kinsey, se declaró un pene de 2,5 cm de longitud, pero la
bibliografía médica cita micropenes que no superan 1 cm de tamaño en plena
erección.
Hay un trastorno, conocido como
'hipoplasia congénita', en la que el tronco del pene falta por completo y el
glande aparece como fusionado con el bajo vientre. En los casos hallados de
este tipo, el tamaño de los testículos era normal.
Esto se debe a la proliferación
de un tejido conjuntivo de consistencia fibrosa, que va reemplazando el tejido
esponjoso de los cuerpos del pene.
Este proceso comienza alrededor
de los 30 y 40 años de edad y, a consecuencia de él, se reduce la elasticidad y
la dilatabilidad de los cuerpos cavernosos. También las venas y arterias de la
zona perineal se ven afectadas y la circulación de la sangre ya no tiene tanto
vigor. Esto provoca que el pene no se endurezca con la misma facilidad que en
edades más jóvenes, y dado que las venas tampoco se contraen del todo, la
erección se pierde antes.
Al final, incluso, se van
perdiendo también las erecciones espontáneas de 'buenos días', una señal
inequívoca del envejecimiento sexual del individuo.
En el esfuerzo físico y en el
efecto de entrenamiento. Al primer síntoma de excitación sexual, nuestro
corazón alcanza la frecuencia de 90 a 100 latidos por minuto, que suben a 130
cuando es inminente el orgasmo e incluso 150 en el clímax.
Las relaciones sexuales
practicadas de forma regular, entrenan toda una serie de sistemas de nuestro
organismo, no solo el cardiocirculatorio. TAmbién es reseñable el trabajo
desempeñado por nuestro sistema respiratorio, cuyo ritmo llega a triplicarse al
habitual ¿no es eso a lo que se llama deporte de alta competición?
Además, practicar sexo, al igual
que ocurre con los deportes de fondo, libera endorfinas cerebrales, que
producen euforia y el consiguiente incentivo para seguir perserverando.
Para nada: al contrario. Darnos
placer a nosotros mismos, no solo es una gran forma de conocernos a nosotros
mismos y quitarnos tensiones acumuladas, si no también una buena forma de
ayudarnos en nuestras relaciones íntimas con un compañero.
Esto es porque, cuando nadie nos
ve, nos atrevemos a ser nosotros mismos, sin inhibiciones ni vergüenzas.
Entonces nos encontramos con lo que nos gusta o nos hace sentir mejor, lo cual,
habitualmente, transmitimos a nuestro compañero de sábanas, lo que implica que
puede ser un complemento valioso para mejorar nuestras actitudes amatorias.
Según un estudio de 10.000 horas
de duración elaborado con 751 sujetos en el Centro de estudios Maritales y
Sexuales de Long Beach (California), que estableció un récord de 134 orgasmos
femeninos en el transcurso de una hora, mientras que el más potente de los
varones no pasó de 16.
Raramente. Lo que sí ocurre más a
menudo es lo denominado como 'eyaculación retrógada' o intravesical. Por la
acción de un complejo mecanismo muscular, se desvía el semen hacia la vejiga,
donde será expulsado más tarde junto con la orina. Algunos hombres aprenden a
controlar esto a voluntad, y los practican en ciertas actividades tántricas
orientales. También se puede obtener por compresión sobre la base del pene,
como rudimentaria técnica anticonceptiva que todavía utilizan millones de
chinos.
Cuando la eyaculación retrógrada
ocurre de forma espontánea, puede indicar diabetes y suele ser frecuente en los
operados de próstata,
Hay quienes tienen algo así como
una “adicción” a la adrenalina, la cual produce efectos químicos con
sensaciones que evocan las del orgasmo. Además, la adrenalina estimula la
liberación de dopamina en el sistema nervioso central, una sustancia que
provoca sensación de bienestar.
Parece que los amantes del riesgo
podrían llevar versiones de baja actividad del gen DRD4 situado en el cromosoma
11, e implicado en los flujos cerebrales de dopamina, uno de los
neurotransmisores que estimulan los circuitos del placer. Eso implica que la
dopamina tiene menos efecto, y que el individuo experimenta menos placer del
habitual, así que busca situaciones más fuertes para saciarse.
Los fetos y los recién nacidos ya
tienden a dormir con el cuello inclinado hacia la derecha. Y el 80% de las
madres acunan a sus bebés en su brazo izquierdo, lo cual deja libre la mejilla
derecha para besos y caricias. De ahí en adelante, lo habitual será que
asociemos ese lado con el cariño.
Según un estudio llevado a cabo
por investigadores de la London School of Economics, el jueves, día central de
la semana según la norma ISO 8601, es el mejor día para disfrutar de las
relaciones sexuales. ¿Por qué? Según parece, esta relacionado con la
sincronización de los niveles hormonales del hombre y la mujer.
¿La clave?: Tenemos un reloj
interno de unas 24 horas. Este, está dentro de nuestro sistema en un nivel
celular. Incluso las algas tienen un sistema similar interno, según una investigación
de las Universidades de Cambridge y Edimburgo.
Es decir, que si
"configuras" tu reloj biológico un poquito más temprano las mañanas
de los jueves, cuando los niveles de testosterona y estrógeno son casi cinco
veces más altos que en otros momentos, ten por seguro que saldrás de casa un
poco más feliz que otros días.
No solamente es posible, sino que
es medianamente frecuente. La Fundación Kinsey, la más prestigiosa del mundo en
cuanto a investigación sexológica, realizó un estudio en el que revelaba que el
12% de las mujeres llegaba al orgasmo “empujando y amasando” sus pechos (ellas
mismas o su compañero).
Pero lo más efectivo, con
diferencia, es la succión de los pezones: el mismo estudio cifró en 57 el
porcentaje de féminas que alcanzaba el clímax mediante esta práctica. Los senos
son el principal atractivo para los hombres, seguidos de los glúteos.
No necesariamente. Si acaso, en
la zona inferior, si es que han tenido que hacerles una episiotomía (una
pequeña “ampliación” de la vagina para agrandar el canal de parto). Y casi
siempre esta insensibilidad se ciñe a la pequeña cicatriz que queda.
El clítoris, desde luego, no
queda afectado de ninguna manera y sigue estando en perfecta forma para el
disfrute del sexo. Lo que es sabido que ocurre es que la secreción de
prolactina que acompaña al parto (para generar leche materna) reduce la libido,
pero solo durante el período que dura la lactancia. Es la llamada cuarentena.
Según algunos estudios, el
responsable es nuestro 'segundo cerebro'. Científicos norteamericanos han
demostrado que los 100 millones de células que rodean el tracto digestivo
funcionan como una especie de cerebro secundario abdominal, dedicado a
controlar gran número de reacciones de nuestro cuerpo en correspondencia con
los procesos psíquicos. Sus informaciones influyen por medio de una serie de
transmisiones nerviosas sobre las decisiones que toma el cerebro 'pensante'.
Según confirman estoes estudios,
los sentimientos y las intuiciones suben 'de las tripas', junto con otras
muchas señales procedentes del vientre, como las náuseas, el vómito y el dolor.
En el cerebro, la memoria emotiva recoge y almacena todas esas informaciones
viscerales. Por ejemplo, las sensaciones desagradables suscitadas por una
situación de peligro (como el dolor de barriga que sentimos ante un examen
inminente cuando no hemos estudiado), como el cosquilleo que provoca la
cercanía del sujeto deseado o la revolución que se nos desata en las tripas
cuando se nos acerca un sujeto que no queremos tratar.
Todas las ocasiones en que nos
vemos en una situación que ya hemos vivido antes, los sentimientos y nuestra
conducta quedan determinados por los datos inconscientes que se extraen del
gigantesco catálogo de la emotividad. En ese banco de memoria, la sensacion de
tener mariposas en el epigastrio se vincula con el enamoramiento o 'flechazo'.
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