El acertijo de medir el hambre en
el mundo
EFE - sábado, 5 de septiembre de
2015
¿Cuántas personas pasan hambre en
el mundo? La respuesta no sale echando cuentas, sino a partir de unas
estimaciones de la ONU que, pese a las críticas y las últimas revisiones,
siguen sirviendo de referencia e instrumento para hacer política.
Según el informe de Naciones
Unidas de este año sobre el estado de la inseguridad alimentaria, 795 millones
de personas sufren hambre o están subalimentadas, 216 millones menos que en
1990.
Detrás de esa cifra genérica se
esconde un complejo sistema metodológico que toma los datos de la población
global y estudia su consumo habitual de alimentos mediante distintos parámetros
como si fuera el de un solo individuo.
A partir de ahí se calcula la
probabilidad de que ese consumidor que representa a la población esté
subalimentado, explica a Efe el experto de la Organización de la ONU para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) Piero Conforti.
"El problema es que la gente
piensa que estamos contando grupos de individuos, lo que es falso", indica
el estadístico, que detalla que en los últimos dos o tres años se han realizado
proyecciones ante la falta de datos actualizados, una circunstancia que durante
años hizo que la prevalencia de la subalimentación se publicase con retraso.
Para realizar las estimaciones,
sostiene, los técnicos usan información de encuestas que permiten mostrar la
distribución de los alimentos entre las personas y la capacidad que estas
tienen para acceder a ellos.
Tradicionalmente la FAO ha tomado
los perfiles del suministro alimentario disponibles en más de 180 países, pero,
en aquellos en los que faltan encuestas nacionales de hogares fiables, trabaja
con otras fuentes de información.
Ante la ausencia de datos de los
últimos años, se recurrió principalmente a indicadores macroeconómicos y
estimaciones de consumo de alimentos incluidas en las perspectivas del mercado
a corto plazo preparadas por la división de Comercio de la agencia.
Algunos académicos han acusado a
Naciones Unidas de cambiar la metodología del informe sobre el hambre en 2012,
cuando apenas quedaban tres años para que concluyera la etapa para cumplir los
Objetivos de Desarrollo del Milenio, con el fin de presentar progresos en la
lucha contra ese problema.
Según las últimas cifras, la meta
de reducir a la mitad el porcentaje de personas subalimentadas en 25 años ha
estado a punto de cumplirse, pues ha bajado a nivel mundial del 18,6 % en el
periodo entre 1990 y 1992, al 10,9 % entre 2014 y 2016.
El economista de la FAO se
defiende de esas críticas y asegura que lo único que hicieron fue revisar los
datos tras introducir más parámetros, obteniendo un modelo "más
flexible" en un intento de capturar mejor la realidad cambiante.
"Cambiamos la forma de hacer
predicciones porque teníamos mejores datos", enfatiza Conforti, que
reconoce que han recibido un buen número de "peticiones inevitables y una
demanda legítima de información" conforme se acercaba la fecha límite de
2015 para el cumplimiento de los objetivos.
Al antropólogo de la prestigiosa
London School of Economics Jason Hickel no le convencen esas explicaciones.
Tras publicar un artículo en el
periódico británico The Guardian criticando el "sorprendente" cambio
a mejor de la tendencia en las cifras del hambre, insiste a Efe en que no es
suficiente la definición de hambre que maneja la ONU, basada en el consumo de
calorías que no cubre las necesidades mínimas para un estilo de vida sedentario
durante más de un año.
"No solo influye el consumo
de calorías, sino también el estilo de vida de la gente. Hay muchas personas
pobres que tienen parásitos que limitan su consumo de alimentos", que
realizan trabajos de gran esfuerzo físico, que tienen deficiencias serias de
nutrientes y vitaminas, o que pasan hambre en periodos de menos de un año,
destaca Hickel.
Además, recuerda que, si la
prevalencia del hambre ha disminuido, ha sido en gran parte por China como
resultado de su reforma agraria.
Como reconoce la ONU, el país
asiático representa casi dos tercios de la reducción total del número de
personas subalimentadas en los países en desarrollo.
Conforti reconoce algunas
limitaciones del modelo, como que solo cuenta las calorías, no capta bien los
cambios a corto plazo y se centra únicamente en la probabilidad y no en lo que
de verdad ocurre.
"Dadnos una metodología
mejor y haremos un mejor trabajo", sugiere.
Al fin y al cabo los técnicos
dependen muchas veces de las encuestas estatales a las que les permiten acceder
e intentan siempre que los datos sean fiables. Unos datos que después son
empleados por esos mismos países para sustentar sus políticas.
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