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sábado, 5 de septiembre de 2015

trabajo

Cómo irse de un trabajo con la frente en alto


The Wall Street Journal. -  septiembre de 2015
Durante el último día de trabajo, las emociones son intensas. Usted quiere dar rienda suelta a sus frustraciones con sus colegas, reírse un poco, o simplemente desaparecer.

La última impresión es la que la gente recuerda.

Una salida elegante puede pulir la reputación de un empleado y fortalecer relaciones valiosas. Una salida deslucida puede causar graves daños a la reputación y las relaciones.

Ser dramático o tratar de hacer justicia por su cuenta puede hacerlo sentir bien en el momento, pero quienes proceden así suelen ser objeto de chismes y habladurías negativas.

Ellen Rohr todavía recuerda cuando un amigo suyo, un chef de Nueva Jersey, renunció hace años a su trabajo en un restaurante rompiendo una olla contra la pared de la cocina y saliendo del lugar a los gritos. La catarsis del amigo duró hasta que unos minutos más tarde tuvo que volver a buscar las llaves de su automóvil, dice Rohr.

Al dejar un empleo, muchos empleados olvidan que antiguos jefes y compañeros pueden convertirse en referencias o futuros clientes y colegas, dice Phyllis Hartman, una consultora de recursos humanos de Ingomar, Pensilvania.

En una oportunidad, un ejecutivo de cuenta en dificultades se puso un disfraz de mapache, entró a una reunión de personal y dejó caer el celular de la empresa (que tenía la palabra “Renuncio” escrita en la pantalla) frente a su jefa. La situación produjo carcajadas entre los presentes y probablemente ayudó al empleado a recuperar cierto sentido de control en un momento difícil, cuenta su ex supervisora, Cheri Spets Farmer, una capacitadora de ventas y consultora de Columbia, Carolina del Sur. También destruyó toda posibilidad de que ella, que prefirió no dar el nombre del empleado, le diera una buena referencia.
Liz Weeks pensó que cuando despidió a un empleado hace unos años, él pareció tomar la noticia con calma. Weeks hasta estaba dispuesta a darle una buena recomendación. Sin embargo, el hombre luego arrancó una parte del lavaplatos automático de la oficina para que no funcionara, puso sal en la azucarera y suscribió a su jefa a una serie revistas que no quería, recuerda la actual jefa de servicios de marca para empleados de la firma de gestión de empleados Alexander Mann Solutions. Weeks dice que el mal comportamiento del empleado “le hizo perder una referencia”. En aquel momento Weeks era una ejecutiva de recursos humanos. Ella se negó a divulgar el nombre del empleado.

Muchos piensan que nunca van a usar a un antiguo jefe como referencia, pero las historias de quienes dejan un trabajo de forma dramática se propagan por otros tipos de medios, señala David Lewis, presidente de OperationsInc, una empresa de consultoría en recursos humanos de Norwalk, Connecticut. Los empleadores contactan en LinkedIn a otros empleadores y ex compañeros de trabajo de un candidato; si los comentarios que escuchan sobre el aspirante son que es una buena persona pero que “manejó muy mal su salida”, dice Lewis, una compañía “va a pensarlo dos veces” antes de contratarlo.

Otro reto son los encuentros incómodos con un ex jefe. Después de haber renunciado a un trabajo, Jason Rothman evitó cruzarse con el dueño de esa empresa cuya sede estaba cerca de su nueva oficina. Rothman dice que se sintió mal por haber renunciado porque sus jefes habían pasado meses capacitándolo. El año pasado, cuando empezó a reclutar clientes para lanzar su propia firma de marketing digital en Oklahoma City, se dio cuenta de que el dueño de aquella empresa era “alguien con quien podría estar haciendo negocios”. “Ojalá hubiera sido más respetuoso del hecho de que me contrataron y le hubiese dado las gracias por esa oportunidad”, se lamenta.
Quienes han anunciado su intención de renunciar a un trabajo a menudo deben responder una y otra vez esta pregunta de sus colegas: “¿Por qué te vas?” Lewis aconseja hacerlo en forma general, como que le surgió una nueva oportunidad, que el nuevo trabajo queda más cerca de su casa o que es una mejor opción para su familia, y evitar así entrar en cualquier clase de chismes sobre maltratos u otras quejas. “Si usted empieza a dar detalles, pierde el curso”, afirma.

Cuando Chantay Bridges decidió dejar un trabajo gubernamental que no le gustaba, se lo dijo sólo a su jefe y a dos colegas de confianza, para evitar las preguntas indiscretas de sus compañeros de trabajo. Durante las siguientes dos semanas, preparó a su jefe para que asumiera sus tareas y desocupó gradualmente su escritorio (a sus compañeros de trabajo les dijo que estaba en una campaña de limpieza). En su último día envió un correo electrónico de despedida a todos sus compañeros. Ya “no había tiempo para el chisme”, cuenta Bridges, una agente de bienes raíces de Los Ángeles.

Otros que renuncian reciben la indiferencia de colegas que los excluyen de reuniones y conversaciones.

Para evitar estos momentos incómodos, algunos deciden “desaparecer”, dejando una nota en el escritorio y abandonando la oficina sin avisarle a nadie. Esto deja una impresión indeleble, dice Patti Johnson, directora ejecutiva de PeopleResults, una consultora de carrera de Dallas.
Johnson sugiere en cambio ser más activo: acérquese a sus jefes y mentores para darles las gracias por la manera específica en la que lo ayudaron y fije una cita para comer dentro de dos o tres meses con los cuatro o cinco compañeros que más valora, recomienda Johnson.

Otro obstáculo es la entrevista de salida, en las que los gerentes de recursos humanos bombardean a los empleados salientes con preguntas o cuestionarios detallados. No es prudente responder con un aluvión de críticas. “Si lo que quiere es desahogarse, hágalo en un bar con sus amigos,” dice Gillian Florentine, consultora de recursos humanos de Pittsburgh.

Las respuestas que se dan en estas entrevistas suelen ser confidenciales, pero los ejecutivos a veces pueden darse cuenta de quién dijo qué. Antes de volver a contratar a un ex empleado, los gerentes también suelen consultar —cada vez más— estas entrevistas.

Wendy Bliss, una consultora de recursos humanos de Colorado Springs, recomienda “compartir muchos más (comentarios) positivos que negativos. En lugar de decir que su jefe es terrible y que todo el mundo lo odia, podría decir que es muy dedicado al trabajo, que se concentró en los resultados de la empresa y que a veces esa dedicación lo llevó a estar demasiado involucrado en el trabajo de los empleados”, y luego dé uno o dos ejemplos específicos, dice Bliss.

Hay empleados que renuncian y que a petición de sus jefes tienen que dejar sus puestos antes de cumplir el período de notificación. Por ejemplo, a quienes trabajan en ventas se les suele pedir que salgan de inmediato para evitar poner en riesgo las relaciones con los clientes.

Algunas empresas les piden a sus empleados que empaquen todas sus pertenencias inmediatamente y los escoltan a la puerta de salida. Alrededor de 15% a 20% lo hace de vez en cuando, dependiendo de las circunstancias, cuando los empleados van a trabajar para un competidor, o cuando su presencia podría ser perjudicial para el resto de la compañía, indica Mike Schmidt, un abogado laboral del bufete Cozen O’Connor, de Nueva York.

Si lo obligan a caminar en medio de todos como cuando llevan a un preso, hágalo con una sonrisa, “incluso si no es así como se siente”, dice Florentine. “Y agradezca que alguien lo esté ayudando a sacar sus cosas de la oficina”.


Si sospecha que lo van a someter a esa experiencia, abrevie la situación vaciando su escritorio antes de dar aviso y guarde el resto de sus pertenencias en un cajón, dice Weeks. “Cuando le digan: ‘Tenemos que acompañarlo a la salida’, puede simplemente pedirles que le manden el resto por correo”.

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