Cómo irse de un trabajo con la frente en alto
The Wall Street Journal. - septiembre de 2015
Durante el último día de trabajo,
las emociones son intensas. Usted quiere dar rienda suelta a sus frustraciones
con sus colegas, reírse un poco, o simplemente desaparecer.
La última impresión es la que la
gente recuerda.
Una salida elegante puede pulir
la reputación de un empleado y fortalecer relaciones valiosas. Una salida
deslucida puede causar graves daños a la reputación y las relaciones.
Ser dramático o tratar de hacer
justicia por su cuenta puede hacerlo sentir bien en el momento, pero quienes
proceden así suelen ser objeto de chismes y habladurías negativas.
Ellen Rohr todavía recuerda
cuando un amigo suyo, un chef de Nueva Jersey, renunció hace años a su trabajo
en un restaurante rompiendo una olla contra la pared de la cocina y saliendo
del lugar a los gritos. La catarsis del amigo duró hasta que unos minutos más
tarde tuvo que volver a buscar las llaves de su automóvil, dice Rohr.
Al dejar un empleo, muchos
empleados olvidan que antiguos jefes y compañeros pueden convertirse en
referencias o futuros clientes y colegas, dice Phyllis Hartman, una consultora
de recursos humanos de Ingomar, Pensilvania.
En una oportunidad, un ejecutivo
de cuenta en dificultades se puso un disfraz de mapache, entró a una reunión de
personal y dejó caer el celular de la empresa (que tenía la palabra “Renuncio”
escrita en la pantalla) frente a su jefa. La situación produjo carcajadas entre
los presentes y probablemente ayudó al empleado a recuperar cierto sentido de
control en un momento difícil, cuenta su ex supervisora, Cheri Spets Farmer,
una capacitadora de ventas y consultora de Columbia, Carolina del Sur. También
destruyó toda posibilidad de que ella, que prefirió no dar el nombre del
empleado, le diera una buena referencia.
Liz Weeks pensó que cuando
despidió a un empleado hace unos años, él pareció tomar la noticia con calma.
Weeks hasta estaba dispuesta a darle una buena recomendación. Sin embargo, el
hombre luego arrancó una parte del lavaplatos automático de la oficina para que
no funcionara, puso sal en la azucarera y suscribió a su jefa a una serie
revistas que no quería, recuerda la actual jefa de servicios de marca para
empleados de la firma de gestión de empleados Alexander Mann Solutions. Weeks
dice que el mal comportamiento del empleado “le hizo perder una referencia”. En
aquel momento Weeks era una ejecutiva de recursos humanos. Ella se negó a
divulgar el nombre del empleado.
Muchos piensan que nunca van a
usar a un antiguo jefe como referencia, pero las historias de quienes dejan un
trabajo de forma dramática se propagan por otros tipos de medios, señala David
Lewis, presidente de OperationsInc, una empresa de consultoría en recursos
humanos de Norwalk, Connecticut. Los empleadores contactan en LinkedIn a otros
empleadores y ex compañeros de trabajo de un candidato; si los comentarios que escuchan
sobre el aspirante son que es una buena persona pero que “manejó muy mal su
salida”, dice Lewis, una compañía “va a pensarlo dos veces” antes de
contratarlo.
Otro reto son los encuentros
incómodos con un ex jefe. Después de haber renunciado a un trabajo, Jason
Rothman evitó cruzarse con el dueño de esa empresa cuya sede estaba cerca de su
nueva oficina. Rothman dice que se sintió mal por haber renunciado porque sus
jefes habían pasado meses capacitándolo. El año pasado, cuando empezó a
reclutar clientes para lanzar su propia firma de marketing digital en Oklahoma
City, se dio cuenta de que el dueño de aquella empresa era “alguien con quien
podría estar haciendo negocios”. “Ojalá hubiera sido más respetuoso del hecho
de que me contrataron y le hubiese dado las gracias por esa oportunidad”, se
lamenta.
Quienes han anunciado su
intención de renunciar a un trabajo a menudo deben responder una y otra vez
esta pregunta de sus colegas: “¿Por qué te vas?” Lewis aconseja hacerlo en
forma general, como que le surgió una nueva oportunidad, que el nuevo trabajo
queda más cerca de su casa o que es una mejor opción para su familia, y evitar
así entrar en cualquier clase de chismes sobre maltratos u otras quejas. “Si
usted empieza a dar detalles, pierde el curso”, afirma.
Cuando Chantay Bridges decidió
dejar un trabajo gubernamental que no le gustaba, se lo dijo sólo a su jefe y a
dos colegas de confianza, para evitar las preguntas indiscretas de sus
compañeros de trabajo. Durante las siguientes dos semanas, preparó a su jefe
para que asumiera sus tareas y desocupó gradualmente su escritorio (a sus
compañeros de trabajo les dijo que estaba en una campaña de limpieza). En su
último día envió un correo electrónico de despedida a todos sus compañeros. Ya
“no había tiempo para el chisme”, cuenta Bridges, una agente de bienes raíces
de Los Ángeles.
Otros que renuncian reciben la
indiferencia de colegas que los excluyen de reuniones y conversaciones.
Para evitar estos momentos
incómodos, algunos deciden “desaparecer”, dejando una nota en el escritorio y
abandonando la oficina sin avisarle a nadie. Esto deja una impresión indeleble,
dice Patti Johnson, directora ejecutiva de PeopleResults, una consultora de
carrera de Dallas.
Johnson sugiere en cambio ser más
activo: acérquese a sus jefes y mentores para darles las gracias por la manera
específica en la que lo ayudaron y fije una cita para comer dentro de dos o
tres meses con los cuatro o cinco compañeros que más valora, recomienda
Johnson.
Otro obstáculo es la entrevista
de salida, en las que los gerentes de recursos humanos bombardean a los
empleados salientes con preguntas o cuestionarios detallados. No es prudente
responder con un aluvión de críticas. “Si lo que quiere es desahogarse, hágalo
en un bar con sus amigos,” dice Gillian Florentine, consultora de recursos
humanos de Pittsburgh.
Las respuestas que se dan en
estas entrevistas suelen ser confidenciales, pero los ejecutivos a veces pueden
darse cuenta de quién dijo qué. Antes de volver a contratar a un ex empleado,
los gerentes también suelen consultar —cada vez más— estas entrevistas.
Wendy Bliss, una consultora de
recursos humanos de Colorado Springs, recomienda “compartir muchos más
(comentarios) positivos que negativos. En lugar de decir que su jefe es
terrible y que todo el mundo lo odia, podría decir que es muy dedicado al
trabajo, que se concentró en los resultados de la empresa y que a veces esa
dedicación lo llevó a estar demasiado involucrado en el trabajo de los
empleados”, y luego dé uno o dos ejemplos específicos, dice Bliss.
Hay empleados que renuncian y que
a petición de sus jefes tienen que dejar sus puestos antes de cumplir el
período de notificación. Por ejemplo, a quienes trabajan en ventas se les suele
pedir que salgan de inmediato para evitar poner en riesgo las relaciones con
los clientes.
Algunas empresas les piden a sus
empleados que empaquen todas sus pertenencias inmediatamente y los escoltan a
la puerta de salida. Alrededor de 15% a 20% lo hace de vez en cuando,
dependiendo de las circunstancias, cuando los empleados van a trabajar para un
competidor, o cuando su presencia podría ser perjudicial para el resto de la
compañía, indica Mike Schmidt, un abogado laboral del bufete Cozen O’Connor, de
Nueva York.
Si lo obligan a caminar en medio
de todos como cuando llevan a un preso, hágalo con una sonrisa, “incluso si no
es así como se siente”, dice Florentine. “Y agradezca que alguien lo esté
ayudando a sacar sus cosas de la oficina”.
Si sospecha que lo van a someter
a esa experiencia, abrevie la situación vaciando su escritorio antes de dar
aviso y guarde el resto de sus pertenencias en un cajón, dice Weeks. “Cuando le
digan: ‘Tenemos que acompañarlo a la salida’, puede simplemente pedirles que le
manden el resto por correo”.
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