Unicornios tecnológicos, ¿la
próxima burbuja en los mercados?
FORBES, 8 de Septiembre del 2015
131 startups tecnológicas juntas
valen más que Google. Uber y Airbnb encabezan esta lista de unicornios que crecen
mediante rondas de financiamiento privadas y que despiertan temores por una
nueva burbuja, como la que golpeó los mercados hace 15 años. ¿Cuál es el
riesgo?
Uber, la startup de transporte
más valiosa del mundo, no es dueña de un solo vehículo. Airbnb, el
emprendimiento de hospedaje más popular del momento, no tiene un solo cuarto a
su nombre. Aunque ambas compañías no participan en el mismo sector, tienen dos
semejanzas: no cuentan con activos tangibles, y aun así han levantado grandes
cantidades de dinero en rondas de financiamiento privadas, aunque se espera que
den el paso adelante y debuten como compañías públicas en bolsa, tal como lo
hizo Facebook, que tampoco tiene activos fijos.
Lo que también tienen en común
estas empresas tecnológicas es que encabezan un club de 131 startups con una
valuación superior a 1,000 millones de dólares (mdd).
Estos unicornios (término con el
que se define a las startups que superan la valuación de 1,000 millones debido
a las muy altas expectativas que los inversionistas tienen sobre ellas)
alcanzan juntos una valuación de 488,000 millones de dólares, más de lo que
vale Google (452,200 mdd) y 31% menos que Apple (657,000 mdd), según
información de CB Insights, firma que rastrea las inversiones de las empresas
de capital de riesgo.
Este ‘club’, del que también
forman parte Snapchat (valuada en 16,000 mdd), Pinterest (11,000 mdd), Dropbox
(10,000 mdd), Spotify (8,500 mdd) y hasta Buzzfeed (1,500 mdd), crece muy
rápido en miembros y dinero. Hace sólo un año eran 118 unicornios que valían
447,000 mdd.
La vertiginosa carrera de
financiamiento a estas startups tecnológicas despierta varias dudas sobre su
viabilidad y revive los temores de otra burbuja a punto de estallar, como hace
15 años con las puntocom, que hizo que el Nasdaq, el índice bursátil de las
tecnológicas por excelencia, perdiera 78% de su valor en sólo dos años.
¿Y qué demonios es una burbuja?
Mucho antes que Facebook se
convirtiera en sinónimo de red social, TheGlobe.com ofrecía conectar a los
internautas con amigos y familiares. Era 1994 y el mundo era muy distinto
entonces. El portal comenzó a ganar tracción, y cuatro años y varias rondas exitosas
de financiamiento después, el 13 de noviembre de 1998 TheGlobe.com salió a
bolsa ofertando sus acciones a 9 dólares. Al cierre de sesión, los títulos
habían repuntado 606% y cerrado a 97 dólares, no sin contar con el bombo y
platillos de los medios de comunicación.
Tres años después, las acciones
de la compañía habían caído de 97 dólares a 10 centavos, y el valor de la
empresa de 840 millones a sólo 4 millones de dólares.
Lo que ocurrió en el transcurso
de esos meses fue el estallido de una burbuja, un fenómeno que se da “cuando
los inversionistas depositan su capital en un determinado sector usando como
medida de valoración la expectativa de desarrollo de éste, en vez de sus datos
económicos actuales. Dicho de otra forma: invierten por encima del valor real,
y eso infla las valuaciones”, explica Iván Palomares, consultor asociado del
Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac.
Esa burbuja había empezado a
gestarse a mediados de la década de los noventa, pero para 1999 estaba en su
punto más alto. Ese año salieron a bolsa 457 empresas, buena parte relacionadas
con internet, y 117 duplicaron su precio de salida el mismo día de su oferta
pública inicial (OPI).
Nadie parecía ver los riesgos.
Sin embargo, a principios del nuevo siglo, tras meses de expectativas de
crecimiento incumplidas por el sector puntocom, los inversionistas empezaron a
vender y entonces comenzó la debacle: el índice tecnológico Nasdaq Composite,
hogar de prácticamente todas las OPI de internet, perdió 78% de su valor entre
el 11 de marzo de 2000 y el 9 de octubre de 2002, periodo en que cayó de
5,046.86 a 1,114.11 puntos.
Ese fenómeno fue conocido como el
estallido de la burbuja de las puntocom, y es considerado uno de los momentos
más negros de la economía mundial.
¿Burbuja o unicornio gordo?
¿Las valuaciones a los unicornios
están infladas? Sí. “Las inversiones en esas empresas son especulativas en el
sentido de que existe una falta de certeza considerable en lo que respecta a su
desarrollo futuro”, explica Aleksi Aaltonen, profesor asistente de Sistemas de
Información de la Warwick Business School de Reino Unido.
Entonces, ¿estamos ante una nueva
burbuja? No necesariamente. El especialista y también fundador de la app Moves
considera que los inversionistas tienen mucha más experiencia sobre la
valuación de los emprendimientos tecnológicos, y si alguno no cumple las
expectativas, es mucho menos probable que derrumbe toda la industria.
Pese a los potenciales riesgos,
los inversionistas privados también tienen razones para apostar en grande con
estos unicornios. Las industrias tradicionales siguen entregando ganancias
récord a corto plazo, pero en el largo se están volviendo menos rentables. De
1965 a 2012, el retorno sobre activos (ROA, por sus siglas en inglés) cayó de
4.1% a 0.9%, de acuerdo con el estudio Éxito o lucha: el ROA como un verdadero
indicador de rendimiento empresarial, de Deloitte.
Algunas de las razones, explica
Deloitte, son una competencia más saturada en las industrias tradicionales y un
consumo que crece a un ritmo mucho menor.
También la explosión de nuevas
startups se debe a que se requiere menos dinero, recursos físicos y humanos
para sacarlas adelante.
Aunque el riesgo de que se esté
formando una burbuja parecida a la de las puntocom sea mucho menor, muchas
nuevas startups fallarán. De hecho, la firma de análisis Compass calcula que
75% de ellas fracasará, pese a que sus ideas, productos y servicios sean buenos
y cuenten con el financiamiento necesario.
CB Insights, además de enlistar a
los unicornios más valiosos, enumera las startups que han fracasado, sean
nuevas o que duraron años. En este ‘cementerio’ de emprendimientos se pueden
encontrar Grooveshark –predecesora de Spotify– y Secrets, una popular app de
mensajería anónima que estuvo activa sólo 18 meses.
Pero 25% de las startups que
triunfe podría ser el grupo de empresas que domine el mundo en la próxima
década.
El estallido que (no) viene
Una de las razones por las que la
burbuja se infló a principios de siglo fue la dificultad para valuar a las
compañías tecnológicas, algo que ocurre aún en nuestros días. No obstante,
Aleksi Aaltonen, de la Warwick Business School, considera que “hay mucha más
experiencia colectiva en la construcción de criterios de evaluación para una
emprendimiento tecnológico que la que había hace 15 años”.
Aaltonen, quien tuvo un curso
intensivo sobre apps y valuaciones, y fundó y vendió su app Moves a Facebook en
2014, no cree que se esté gestando otra burbuja: “Hay muchas expectativas
infladas sobre las ganancias futuras de algunas empresas tecnológicas, pero los
inversionistas también están mucho más conscientes de los riesgos.”
Por otra parte, el académico
añade: “Cuando se vuelva evidente que algunas de estas compañías nunca
cumplirán esas expectativas, será menos probable que desplomen a toda la
industria tecnológica. Muchas compañías de internet rentables han mostrado que
es posible construir un negocio saludable en internet.”
Bill Maris, presidente y socio
gerente en Google Ventures, uno de los brazos de inversión del conglomerado que
ahora se llama Alphabet, analizó en un post publicado en el sitio de noticias
tecnológicas TechCrunch la posibilidad de que se geste una nueva burbuja. En
contra de esa hipótesis, Maris señala que los inversionistas son mucho más
cautos y selectivos ahora, y que a las compañías les toma más tiempo salir a
bolsa. Por otra parte, las altas valuaciones de las empresas y la sustitución
de OPI por rondas de financiamiento sugieren que el sector sí podría estar
inflándose.
No obstante, al igual que
Aaltonen, Maris es categórico: “Si hay una burbuja, es una muy distinta (…)
Claro, las empresas seguirán fracasando –es inevitable–, y con las enormes
valuaciones actuales y la atención que atraen, esos fracasos lucirán más
grandes y espectaculares, pero eso no significa que el cielo se esté cayendo.”
¿Valuaciones riesgosas?
Si una startup tecnológica no
cuenta con activos fijos (maquinaria, mobiliario, propiedades, instrumentos,
etc.), ¿cómo se calcula su valor? Iván Palomares, de la Anáhuac, explica que la
diferencia con las startups es que son modelos de negocios nuevos y escalables,
que pueden dar lugar a nuevos mercados.
“Es por ese motivo que
normalmente se valoran con base en el crecimiento logrado en breve tiempo y por
la expectativa de crecimiento a futuro, más que por su rentabilidad o sus
activos tangibles”, agrega.
Por su parte, Aleksi Aaltonen
reconoce que hay un alto grado de especulación en estas valuaciones, pues
siempre existe la incertidumbre sobre el desarrollo del negocio en el futuro.
Pero algo importante dentro de la
valuación de una startup, resalta Iván Palomares, tiene que ver con el “pain
point” (aspecto desagradable de algún producto o servicio) que solucionan.
“Empresas como Uber han hecho la
vida de millones de personas más fácil dando solución al problema del
transporte en taxi en las grandes ciudades, y eso les ha valido un crecimiento
exponencial de usuarios. Uber, junto con Cabify, son los líderes de un nuevo
mercado con un valor estimado de miles de millones de pesos, y eso, obviamente,
tiene un gran valor.”
Cuando una startup comienza, la
única certeza que se tiene es cuánto se va a gastar. Y cuando el modelo de
negocio ya está probado y es escalable, aunque aún no presente rentabilidad, es
más fácil de evaluar.
“Sin embargo, el concepto de
riesgo siempre va asociado al de rentabilidad esperada y al plazo en que ésta
tiene lugar. Si añadimos estas variables a la ecuación, la inversión en una
startup o app tiene mucho más riesgo, pero también un potencial de rentabilidad
mucho mayor y en un periodo de tiempo mucho menor”, agrega el académico de la
Anáhuac.
Los inversionistas privados
parecen cómodos con el nivel de riesgo mientras puedan hacer pequeñas apuestas
en varias startups.
Compass lo expone de esta forma
en el reporte Global Startup Ecosystem 2015:
“Cuando una firma de capital de
riesgo requiere gastar millones de dólares en inversión, tienen que hacer un
pequeño número de grandes apuestas. Pero la disminución del capital necesario
para iniciar una compañía de software ha abierto el espacio a nuevos tipos de
inversionistas: ángeles, aceleradores y micro Venture Capital. Los cheques que
firman son más pequeños, por lo general en el rango de 10,000 a 500,000
dólares, lo que significa que pueden hacer un montón de pequeñas apuestas y dar
a luz a un mayor número de nuevas empresas.”
Uber y Airbnb, más allá de la
manada
Unicornios hay muchos, pero, al
final, Uber y Aribnb son dos especies únicas que deben ser distinguidas del
resto de la manada. Ambas han alcanzado valuaciones sin precedentes y dado
muchos dolores de cabeza a taxistas y hoteleros de todo el mundo sin ser dueños
de vehículos ni edificios. Este modelo de negocio, el de la economía compartida
(o share economy), ha probado su rentabilidad y pone precisamente a estas
compañías entre las mejor valuadas y las que tienen mejores perspectivas para
debutar en bolsa.
Otras, las que tienen como
principal atractivo de inversión su capacidad de conectar a millones de
personas en una red social (tal como lo hacen Pinterest, Tumblr, Snapchat y un
etcétera cada vez más concurrido), quizá sí tendrían que preocuparse más por
conseguir un modelo de monetización más efectivo en el corto plazo. De lo contrario
podrían correr la misma suerte que Twitter: salir a bolsa con grandes
expectativas y, dos años más tarde, ser incapaces de convencer a los
inversionistas y cotizar por debajo de su precio de salida.
Aaltonen lo pone en términos más
simples: ser un unicornio está bien, pero hay más vida más allá del arco iris:
“Una OPI es, en cierta forma, el
fin de una startup. Se vuelve una empresa de propiedad pública, sujeta a un
gran número de regulaciones y demandas externas. Un poco de la cultura original
de la startup puede persistir, pero puedes usar la transición para llevar tu
negocio al siguiente nivel y no perder impulso.”
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